¿Qué pasa cuando dormimos bien?

Por un lado, se producen procesos de renovación de reparación del sistema muscular y esquelético. La actividad diaria mantiene los músculos activos, lo que hace que se puedan producir pequeñas roturas en las fibras musculares y que se vayan acumulando sustancias de desecho producidas por el metabolismo celular normal. La inactividad muscular que se produce en algunas fases del sueño permite eliminar estas substancias residuales. Además, cuando dormimos el cuerpo fabrica con mucha intensidad una hormona de crecimiento que estimula la formación de nuevas células musculares y la reparación de las fibras que se han roto.

El sistema endocrino también se beneficia si se mantiene una buena higiene del sueño, es decir, si dormimos bien, lo que repercute en todas las funciones corporales. Durante el día, una de las neurohormonas que permiten mantener un buen estado de ánimo es la serotonina. Por la noche la que predomina es la melatonina, pero para mantener un buen equilibrio homeostático tienen que ir intercalándose: de día, serotonina, y de noche, melatonina. Estas oscilaciones hormonales hacen que disminuya la producción de otra hormona, el cortisol, que se relaciona con el estrés. Dormir bien, por lo tanto, mejora el estado de ánimo, favorece un funcionamiento psicológico adecuado y reduce el estrés.

Durante el sueño el sistema inmunitario también aprovecha la energía metabólica disponible, que no se utiliza en ninguna otra actividad, para regenerarse. Además, mientras dormimos el cuerpo produce citocinas, unas proteínas específicas implicadas en la activación, coordinación y regeneración de las células del sistema inmunitario, lo que favorece y potencia la respuesta inmunológica. Las citocinas son producidas y liberadas durante la fase de sueño profundo, por lo cual resulta doblemente perjudicial si no pueden conseguirse los niveles suficientes.

El sueño se correlaciona también con cambios en la organización y la estructura cerebral. Mientras dormimos el cerebro se mantiene muy activo, pero el hecho de que no lo estemos usando de manera consciente para ninguna tarea concreta permite que utilice toda la energía disponible para eliminar las substancias de desecho que ha ido acumulando durante el estado de vigilia como producto natural de su actividad metabólica y que pueda reparar la integridad neuronal. Además se remodelan las conexiones sinápticas entre las neuronas, que son la base de la memoria y del aprendizaje. Dicho de otro modo, mientras dormimos se consolida todo lo que hemos aprendido durante la vigilia; ello libera la memoria a corto plazo, y el cerebro lo aprovecha para crear relaciones con otras experiencias anteriores. Se considera que los sueños son un reflejo de esta actividad, durante la cual el cerebro va relacionando experiencias diversas. Por este motivo, en un sueño se combinan muchos elementos diferentes que, aparentemente, están desconectados entre si. Todos estos factores, combinados con el mantenimiento de unas funciones psicológicas adecuadas, la potenciación de un buen estado de ánimo y la disminución del estrés, también favorecen y potencian la capacidad de concentración, atención y reflexión.

El sueño favorece el mantenimiento del equilibrio y la homeostasis

Durante el sueño se producen un conjunto de procesos imprescindibles para el mantenimiento del equilibrio y la homeostasis de los diversos sistemas que componen el cuerpo. La homeostasis es la tendencia a mantener la estabilidad interna, que favorece el buen funcionamiento general.

Y… ¿Qué pasa cuando no dormimos bien?