Para resolver esta y otras cuestiones, María José Robles nos adentra en el mundo de la creatividad a través de la cocina, cocinando a la piedra, donde los ingredientes se cuecen a fuego lento. La sesión de Sabor a neuro fue un espacio de construcción de conocimiento en el que se exploró cómo, igual que al cocinar, se requieren ingredientes esenciales para desarrollar procesos creativos.

Empezamos eligiendo un ambiente adecuado, pues el entorno es fundamental para la creatividad. Cada participante, como un chef, presentó su propio plato simbólico con ingredientes representativos del proceso creativo: curiosidad, humor, conocimiento, aburrimiento, seguridad, juego, flexibilidad y respeto hacia uno mismo. Estos elementos se combinan como un buen aroma en una olla de hierro a fuego lento, representando la perseverancia y la mentalidad de crecimiento que se autoevalúa y mejora constantemente.

María José destacó una tríada esencial que converge en los estudios de pedagogía, psicología y neurociencia: emoción, conocimiento e inteligencia. La emoción es una fuerza que nos impulsa a ser curiosos y nos llena de pasión. El conocimiento nos permite conectar ideas aparentemente inconexas, generando pensamientos innovadores. La inteligencia, por su parte, dirige y moviliza estos recursos, permitiéndonos reflexionar sobre el proceso creativo.

El entorno como espacio para cultivar la curiosidad y el pensamiento creativo

El entorno es crucial para fomentar hábitos mentales creativos, como la curiosidad y la autorreflexión. Crear un clima seguro y de aceptación es fundamental para que los estudiantes se sientan libres de tomar riesgos y generar ideas no convencionales sin miedo al juicio. De esta forma, se aumenta el compromiso y el sentido de pertenencia, ya que al ser parte del proceso creativo, lo creado se convierte en una extensión de uno mismo.

La creatividad, como el arte de cocinar, lleva tiempo y requiere pasión como motor principal. Además, se subrayó la importancia del descanso y la valentía. Saber cuándo parar es valioso, porque al hacerlo se activan diferentes redes neuronales, como la red neuronal por defecto, que contribuye a los procesos creativos. La valentía es necesaria para arriesgarnos y cambiar, permitiendo una metamorfosis personal.

En conclusión, los ingredientes y el entorno forman parte del proceso creativo, como cada plato diferente en una cocina. Al combinarse, se metamorfosean y, al final, la creatividad no solo nos acompaña, sino que se convierte en parte de nuestra esencia.