De abuelas va la cosa
Idea
Este proyecto parte de la imagen poética que tenía de mi abuela cuando era más pequeña, en la que ella me decía que era pequeña, pero con un corazón que no me cabía en el pecho. La historia comienza cuando tenía 3 años, el momento cuando dejamos Ecuador y me llevaron a España, como si fuera una semillita que va a florecer lejos del jardín donde nació. Yo dejé a mi abuela allí, sin saber bien qué había pasado.
La distancia me impedía abrazarla, me la imaginaba. Me la inventaba. Y no de cualquier manera: con cartas, con olores, con dibujos, con cosas que veía en la tele y en la calle. Era como una abuela poética, de telenovela, de cuento y de corazón. Con esta historia busco narrar, desde una mirada infantil, como la memoria como la imaginación y el amor pueden construir presencias a pesar de la distancia.
Quiero mostrar cómo la ausencia también construye y también enseña.
En ese relato de identidad, de raíces partidas, pero también de cómo se puede replantar en otro sitio sin olvidar de dónde vienes. Una oda a las abuelas, al olor de las empanadas, al café con voz, y esos abrazos que todavía no llegan, pero ya se sienten.
Perspectiva y narrativa:
Como ya he comentado antes, se trata de una narrativa desde la perspectiva infantil, en la que se va transformando lo real en imaginario con naturalidad. Intentó construir metáforas poéticas a partir de objetos cotidianos (el café, las gafas, el machete), y recurro a recursos como el juego, la carta, la cocina, el dibujo, los cuentos, para traducir este afecto a pesar de la ausencia física.
Referentes:
-Sophie Calle y su obra Exquisite Pain, que trata temas parecidos de algún modo: del dolor calladito, del esperar, del estar lejos. Ella usa objetos y recuerdos personales para contar una historia que no se ve, pero se siente. Al igual que en el cuento Ana, que guarda cartas, olores y frases de su abuela como si fueran tesoros.
-Christian Boltanski, que trabaja con la memoria y la ausencia. Sus fotos y objetos son como fantasmas bonitos, como cuando ves una chaqueta vieja y piensas en quién la llevaba. Esa idea me atrajo bastante: montar una historia desde cosas pequeñas, como un libro de artista hecho con trozos de alma.
-Gabriel García Márquez, es como el padre del realismo mágico. Sus historias están llenas de nostalgia, como niebla caliente. Y eso me inspiró para darle ese tono al relato: poético, pero sin perder ese toque más personal. Imaginando a mi abuela como si fuera un mito familiar, medio real medio inventado. Pura magia.
-El libro “álbum familiar y prácticas artísticas” (VV. A A., diputación de Huesca) también me dio otra perspectiva, más académica pero también muy útil: trata de cómo usar lo íntimo, la autobiografía y los archivos personales (cartas, dibujos, fotos, teléfonos) para crear narrativas con un gran potencial. Como si la vida misma fuera una obra de arte.
-Gregorio Prieto y su “Lorca en color” me llegó al corazón por la forma en que transforma la historia del poeta en imagen viva, con sentimiento. Me inspiró para pensar este proyecto como algo que puede ser visual, no solo escrito.
- “El árbol rojo” de Shaun Tan, que con imágenes y simbolismo crea historias que van directo al corazón. Eso me guio para pensar que este libro podría tener dibujos que digan más que 1000 palabras, sobre todo cuando las palabras no alcanzan.
-Finalmente, Jhumpa Lahiri, hace una reflexión sobre el inicio del proceso de escritura y la relación entre identidad y lenguaje. En su entrevista con The New Yorker, Lahiri habla sobre ese deseo de escribir como una forma de afirmación frente al desarraigo. Su manera de abordar los temas como la extranjería, la distancia familiar y el papel como refugio conecta de manera directa con el origen de este proyecto y busca construir un relato perdurable a lo largo del tiempo a través de lo íntimo y lo imaginado.
2.Recursos y herramientas:
Conceptuales: migración, memoria, infancia, imaginación, ternura.
Materiales: texto poético narrativo dividido en escenas/minicuentos.
Metodológicos: escritura desde el punto de vista infantil, intercalando la imagen sensorial y el lenguaje educador.
Lápices de color negro (reales y metafóricos).
Palabras con ritmo.
Memoria emocional (aunque no sea literal).
Referencias culturales: Ecuador, España, barrio, familia, religión, comida.
3. Formalización producción
Metodología de trabajo:
-Escritura por semanas en forma de pequeños fragmentos o capítulos (minicuentos) conectados temáticamente.
-Cada texto parte de una imagen concreta o símbolo (la finca, las gafas, el café, las empanadas…) que fijan el recuerdo o la imaginación.
-Un total de 10 capítulos.
-Se construye desde la primera persona o una tercera muy próxima a la mirada infantil.
-Uso del lenguaje poético.
-Una vez terminada la parte escrita se procede a la estructura visual del libro.
-Diseño de ilustraciones que aparecerán en cada capítulo.
-Retoques con herramientas como Photoshop para darle más énfasis a las ilustraciones.
-Pruebas de distintas medidas y distintos materiales (cartón duro, folios de 90 g, papel de 300 g...)
-Últimos retoques como el troquelado en cada ilustración.
Fragmentos de cartas originales:
1.Hola Mami,
¿Qué tal están por allá? Aquí la Gabi está en primero de infantil lo que allá es “jardín infantil” ya se acostumbró al colegio porque está con una profesora que se llama Pilar y le tiene mucho cariño, el Jordi todavía no va al colegio y la Vero ya está en primaria lo que allá sería primer grado.
Se les extraña mucho ahí le mando un abrazo y las bendiciones.
Adiós y hasta pronto.
2.Hola mami,
Por acá estamos bien, espero que ustedes también estén bien. La Gabi dice que quiere “lafe” de la abuelita, ya le dije que cuando vayamos tomará mucho café con la abuela.
Les mando un fuerte abrazo y bendiciones. Hasta pronto.
3.Hola mijita,
Saludos a tu esposo y a toda tu familia espero que por allá estén bien, por acá estamos muy bien extrañándolos mucho y deseando que vuelvan ya. Era que le digas a la Gaby que ya le tengo preparado el machete para que coja los plátanos de la Finca.
Ahí me los saluda a todos y que dios me los bendiga.
4.Querida abuelita,
La Vero dice que no te pareces a la abuela Marina y que tienes muchos hijos.
5.Querida Abuelita,
Hoy he conocido a una señora que creo que se parece a ti porque ella también dice que es abuela y tiene gafas de abuela, también tiene una perra que se llama Gordi. ¿Tú tienes un perro?
Te echo mucho de menos, nos vemos pronto y te quiero mucho mucho.
6.Yo: Hola abuelita, mi mami estaba viendo novelas y he visto a la abuela de las telenovelas que dice muchas cosas de las que dices tú
Abuela: Y ¿Qué dise?
Yo: Que los niños se tienen que portar bien, que si no le sale el cuco por la noche y les jala de las patas.
7.Yo: Hola Abuelita, ¿Qué hora es allí? Aquí son las 7 de la tarde
Abuelita: Mijita acá son las 12 de la tarde, ahorita vamos a almorzar unas empanaditas que hise para los muchachos.
8.Yo: Hola abuelita hoy es mi cumpleaños, ya sé que me dijiste que cuando vaya a Ecuador me regalarás un coche, pero yo quiero un perrito.
9.Yo: Abuelita creo que ya queda poco para vernos porque mi mami me ha dicho que igual el año que viene vamos a Ecuador.
Abuela: Ya mijita que bueno escuchar eso, acá ya tenemos ganas de verlos.
Yo: Te voy a llevar una cosa que creo que te va a gustar mucho pero bueno te paso a mi mami que ya se está acabando el tiempo de la moneda.
Abuela: Ya mijita cuídese mucho hágale caso a los papás y que diosito me la cuide y me la bendiga, la bendición: en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo.
Yo: Amén, bueno te paso a mi mami, te quiero mucho mucho, adiós.
Abuela: Yo también mijita nos vemos pronto.
10.
Capítulos del libro:
1.El colegio
En un recóndito rincón de España, donde el sol madruga y las palabras suenan diferente, una niña pequeña de tan solo tres años lleva una mochila más grande que su espalda.
Va al colegio, le dicen “infantil” pero ella lo imagina un jardín,
como el sitio en el que ella alguna vez estuvo y que dejó sin saberlo, como abejas de otro zumbido.
Su maestra Pilar le sonríe como una abuela prestada,
Y en cada juego, en cada dibujo torcido,
ella siente una sombra tibia:
una caricia que nunca recuerda, pero a un late.
Las cartas llegan con tinta de madre,
con noticias sencillas y besos escritos,
y en esas letras, Ana aprende que allí también hay un jardín,
en el cual una parte suya se quedó.
“¿Ahí hay recreo, abuela?”,
Pregunta, con la imagen de su abuela sentada bajo un árbol,
Esperando en silencio, entre historias no contadas
y abrazos que aún no tienen cuerpo.
2.El café
“Lafe”, susurra la pequeña niña,
cuando el vapor sube de la taza y dibuja nubes en el aire.
No sabe bien por qué, pero el café la llama,
como si su aroma viviera un secreto.
Su madre se ríe, y le dice que es por su abuela,
por esas mañanas en el otro lado del mundo donde el café se hacía despacito,
con manos arrugadas y cucharas de madera.
Ana no lo recuerda, pero algo retumba en su interior.
En cada sorbo, una nota dulce le cuenta una historia lejana:
la voz de su abuela diciendo “mijita, ven que el café está calentito”.
Y aunque no recuerda compartir una taza,
el café se convierte en un puente,
un abrazo líquido entre dos tierras.
Su madre le dice “Cuando vayamos, tomarás mucho café”.
Ella sueña que ese día, por fin,
el sabor tendrá nombre
y tendrá buena compañía.
3.La finca
Una carta llegó un día con un cierto olor a tierra.
Ana la tocó y casi sintió la humedad de las hojas.
“La finca”, decía la abuela, “ya tengo listo el machete”.
La niña, con ojos grandes y brillantes,
imaginó un lugar salvaje y dorado.
Su madre le había explicado que el machete era como un gran cuchillo
y se utilizaba para coger plátanos.
Entonces ella imaginó plantas que dan plátanos gigantes.
Veía a su abuela en ese mundo,
con unas botas llenas de barro y unos brazos fuertes,
cortando hojas verdes como si fueran papel.
El machete no daba miedo,
porque era una herramienta de adultos,
con historia y muchos recorridos.
Ana miraba a su alrededor y solo podía ver,
todo lleno de cemento y un poco de árboles,
mientras en su mente bailaban las hojas de banano,
las ramas altas y los frutos pesados como en el libro de la selva.
Ella, pequeña guerrera de ciudad,
soñaba con correr por la finca,
con la abuela a su lado,
y la libertad de tenerla para siempre.
4.El rostro inventado
Ana pregunta por su abuela.
¿Es como la abuela Marina?, le cuestiona a su hermana.
Pero Vero niega con la cabeza:
“no, tiene muchos muchos hijos, pero no se parece”.
Entonces, en la cabeza de la niña se proyectan imágenes:
una mezcla de cuentos y colores,
con pelo medio rizado como olas suaves que llegan a la orilla,
ojos que ríen en arrugas como las marcas de la luna,
y un vestido estampado que se alza cuando baila.
Imagina sus manos mientras lava,
cocinando para un ejército de hijos,
todos con nombres singulares.
¿Tiene trenzas?, ¿lleva flores?,
¿a qué huele su perfume?
No sabe, pero inventa,
porque recordar sin recuerdos es pintar con los dedos.
Y en cada dibujo, la abuela se transforma:
a veces joven, a veces vieja,
pero siempre suya,
aunque nunca visible.
Y así, con lápices de colores,
Ana la guarda en su cuaderno,
una abuela de papel,
pero viva en el corazón.
5. Las gafas.
“Esa señora tiene gafas de abuela”, dice Ana un día.
Sus ojos se iluminan, como si hubiera encontrado una pista.
Las observa desde lejos:
las gafas que agrandan los ojos,
el gesto lento,
el perro a los pies.
¿Tú tienes perro, abuela?, le pregunta en una carta,
porque todos los detalles se acercan.
Las gafas tienen una cierta magia,
no se emplean solo para ver mejor,
sino para mirar más profundo,
para ver lo que está lejos,
como una mirada más desde el cuidado,
desde el amor.
Ella decide que su abuela también las lleva,
que se las pone para leer las cartas que manda,
para coser, para cocinar,
y también para escribirle cartas.
Las gafas son como puentes de vidrio,
ventanas a nuevos mundos,
y Ana sueña que un día se las probará,
para ver cómo ve su abuela:
con un amor que va más allá del océano.
6.El cuco
La televisión parpadea,
y entre telenovelas, Ana oye una frase conocida.
“Si no te portas bien, te sale El Cuco”.
Salta y corre a llamar a su abuela para contárselo,
como si compartieran un secreto que el mundo ignora.
La abuela ríe al otro lado del teléfono:
“¡así es mijita, hay que portarse bien!”.
Y la niña se lo imagina:
un monstruo pequeño, de voz grave y ojos traviesos,
que vive bajo las camas de los niños.
Esos cuentos que asustan,
en realidad, la abraza.
Son más dulces que el azúcar,
porque vienen de su abuela que sin estar cerca
la arropa con su suave voz.
Y cuando la noche cae y tiene miedo,
no piensa en el Cuco,
sino en su abuela,
que, del otro lado del mundo,
también vela su sueño
entre cuentos, fe y ternura.
7. Empanadas.
Una tarde, el olor a empanadas llenó la cocina.
Era su madre quien las hacía,
pero Ana cerró los ojos e imaginó
que estaba en esa finca con su abuela.
En su carta, la abuela escribió:
“ahora vamos a almorzar unas empanaditas
que hice para los muchachos”.
Y aunque el reloj marcaba otra hora,
Ana sintió que las dos estaban saboreando
la misma masa de empanada al mismo tiempo.
Era una receta con memoria,
con queso, cebolla y nostalgia,
con una masa que guardaba promesas.
“Algún día probaré las suyas”,
susurra Ana mientras mastica lento,
como si cada bocado fuera
un paso más cercano a su abuela.
Su madre sonríe,
sabe que en ese aroma viven generaciones,
y que la cocina es un templo
donde la familia y la abuela siempre estarán.
Así, entre empanadas calientes,
Ana traza el camino de regreso,
no con mapas,
sino con el hambre de abrazos que le quedan por dar.
8. ¿Un coche?
“Le he dicho a mi abuela que ya no quiero el coche, que quiero un perrito”,
le contó a sus amigos el día de su cumpleaños.
Todos habían imaginado un automóvil brillante.
Pero Ana recordaba otra cosa:
la risa de su abuela por teléfono,
la palabra “coche” dicha con cariño y confusión.
En Ecuador, el coche gruñe,
come maíz y tiene orejas grandes.
Un cerdo.
No un automóvil.
Y en esa mezcla de palabras cruzadas,
nació un recuerdo gracioso.
Una promesa que cambiaba de forma según el país.
Ana se reía sin entenderlo del todo,
pero sabiendo que cualquier regalo de su abuela,
fuera de cuatro ruedas o de cuatro patas,
sería el más especial.
Porque lo importante no era el coche,
sino que detrás venía un “te quiero”
que no necesitaba traducción.
9. Creer.
Las voces suenan en la cabina,
y al final una voz cálida dice:
“que diosito me la cuide”.
Ana responde con un “amén” firme y ya antes dicho,
como así esa tradición hiciese un poco más
inmortales a los mortales.
La fe de su abuela viaja por cables,
cruza mares,
y la cubre como un manto invisible.
Siempre está presente:
en cada carta, en cada comida,
en cada bendición que empieza igual:
“en el nombre del padre…”
Su madre también la repite,
como un eco que se hereda.
Y Ana, aunque no lo entiende del todo,
sabe que ese Dios es el mismo
que cuida a su abuela al dormir,
qué hace esa espera más apacible y que,
bajo un cielo de estrellas antiguas
se encuentran ambos pensamientos y ansias de encontrarse.
10….
Conclusiones
Autoevaluación del proyecto:
El texto logra transmitir una experiencia íntima y universal: crecer con una parte de la historia familiar ausente físicamente, pero presente emocionalmente. Resalta el poder que tiene la imaginación y el lenguaje. No perder este sentido de ser pequeños y crear mundos nuevos. Se mantiene una voz poética coherente, una estructura que está fragmentada pero que a su vez es armónica, y un tono tierno sin caer en esa nostalgia anestesiada.
Adaptación e imprevistos:
Durante el proceso ha habido varias variaciones como la conversión en formato álbum en lugar de un acordeón. Los textos se han reescrito un total de 3 veces hasta llegar al resultado final. Saber combinar el trabajo con la Universidad ha sido una tarea fundamental de organización para llegar a este punto.
Líneas abiertas y futuros desarrollos:
Ilustración: transformar el texto en un libro álbum con estilo visual que tenga que ver con lo poético.
Audiovisual: adaptación a un formato narrado animado con música suave.
Educativo: uso en contextos escolares para trabajar temas como la migración, la identidad o la familia.
Traducción: posibilidad de traducir a otros idiomas o lenguas originarias.
Extensión: nuevas cartas de la abuela, nuevos objetos o episodios que alimenten el vínculo imaginado. Se podría extender y tener varios tomos, así como un baúl de recuerdos donde se almacenan estos recuerdos.
