Cinco bibliotecas de Barcelona luchan contra la soledad de la gente mayor, leyéndoles novelas por teléfono una vez a la semana.
Lea Beliaeva Bander
“Diguim?”, saluda a través del teléfono Elvira Buit, una señora de setenta y cuatro años. Ella vive sola, en el distrito de Gràcia. En el fondo se escucha el sonido de su televisión encendida. Por el teléfono, Buit habla lentamente. Puede percibirse un temblor en su voz, distorsionada por la frecuencia mecánica del auricular del teléfono. Buit ya no goza de buena visión y leer le resulta muy dificultoso, es por eso que lleva unos años recibiendo llamadas semanales de voluntarios de A Cau d’Orella. Esta iniciativa nació en la biblioteca de Vila de Gràcia durante la pandemia y está dirigida principalmente a las personas mayores de sesenta y cinco años con movilidad reducida, problemas visuales o que están en confinamiento.

En otra parte de la ciudad coge el teléfono Mar Alastrué, de cincuenta y siete años. Alastrué viene de una familia de lectores y siempre ha disfrutado leer. “En 2010 me quedé ciega. Esto fue un desastre y pensé ‘¿Ahora como leeré?’”, cuenta Alastrué. La Organización Nacional de Ciegos Españoles le recomendó escuchar libros grabados a través de un aparato de CD llamado Daisy. Sin embargo, para ella no es lo ideal: “Cuando escucho un libro grabado, me tengo que concentrar mucho más, y me pierdo cada dos por tres”, explica Alastrué. A Cau d’Orella llegó a su vida mediante la recomendación de la bibliotecaria de Vila de Gràcia, Silvia de la Vega. Antes de la pandemia, Mar Alastrué podía disfrutar de otra oferta que ofrecían las bibliotecas: la lectura presencial a domicilio. “Una vez a la semana venía una mujer muy interesante y culta a mi casa y me leía, pero cuando empezó la pandemia, esto quedó parado. Ahora una voluntaria, Mireia, me llama una vez a la semana”, cuenta Alastrué.
“Desde las bibliotecas, ha sido importante mantener el contacto con las personas mayores y las que tienen la movilidad reducida que ya no pueden salir”, explica Silvia de la Vega, cuya voz logra transmitir una sonrisa a pesar de estar del otro lado del teléfono. Mont Sureda i Romero, directora de la biblioteca Font Pienc, añade que el propósito “no solo es lectura, también es acompañamiento, una manera de socializar y de preguntar a las personas cómo están”. Cuando empezó A Cau d’Orella, las bibliotecas colaboraron con Radars: un proyecto comunitario de los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Barcelona. Radars se encarga de vigilar a las personas mayores que están solas o en una situación de riesgo. “Radars nos facilitó información sobre las personas que necesitaban el servicio, las llamábamos, les preguntábamos qué querían leer y quedábamos una vez a la semana para leer por teléfono”, explica el bibliotecario Francesc Llaverias de la Biblioteca Juan Marsé, en el barrio del Carmel. Allí también se ofrece el servicio A Cau d’Orella. Cada semana, desde diciembre de 2020, el bibliotecario sube a un despacho de la biblioteca que tiene vistas panorámicas sobre Barcelona. Desde allí, llama a una señora que ya no puede salir de casa y le lee novelas elegidas por ambos durante unos treinta minutos.

Mar Alastrué se siente afortunada de formar parte de A Cau d’Orella. “Estoy contenta, porque la voluntaria Mireia no leía nada antes y me ha dicho ’Ahora leo más que nunca gracias a ti’”, dice Alastrué y añade: “Más allá de leer también creas un vínculo, hablas de tu vida con la otra persona. En esta época en que se habla cada vez menos y todo está informatizado me parece bien tener una iniciativa como esta”.
La iniciativa no solo aporta alegría al beneficiario sino también al voluntario. Como en el caso de Marta Jové de cincuenta y nueve años quien forma parte de A Cau d’Orella desde hace un año. “Es muy diferente leer sola y leer en voz alta a otra persona”, explica Jové. “Cuando lees en voz alta, tienes que esforzarte en vocalizar y cambiar los tonos de voz según el personaje del libro, y eso aporta una dimensión a la lectura, que no tiene cuando leemos por nosotros mismos”. Antes de empezar en A Cau d’Orella, Jové buscaba hacer un voluntariado de acompañamiento que fuera, según ella, optimista y vital. “La lectura es una realidad alegre y a mí siempre me ha gustado mucho leer”, explica Jové. Curiosamente, la persona a quien le lee una vez por semana, Elvira Buit, nunca se había considerado una gran lectora. “Cuando trabajaba no leía mucho. No tenía el tiempo”, explica Buit, “Ahora leo más y me gusta mucho, también porque tengo el tiempo”. Elvira Buit conoció A Cau d’Orella gracias a su hija. La propuesta captó su atención de inmediato y sin dudarlo dos veces se apuntó.
Según la Estrategia municipal contra la soledad 2020-2023 publicada por el Ayuntamiento de Barcelona, una de las principales causas de soledad involuntaria en las personas adultas y mayores se debe a la carencia de relaciones de amistad y la reducción de las actividades sociales. Las iniciativas como A Cau d’Orella son sumamente necesarias para empezar a combatir esta problemática. Se espera que sirva como una inspiración para que otros continúen creando nuevas propuestas que ayuden a los adultos mayores a sentirse menos solos.