Barcelona ante el futuro

Último kilómetro: una alternativa sostenible

Las startups lideran procesos de transformación. (Fuente: Geever).

Los problemas de carga y descarga han sido un reto para Barcelona. La estrategia denominada Último Kilómetro (o Última milla en Estados Unidos) puede ser la alternativa que dé respuesta al problema. Esta es una propuesta de urbanismo táctico que reúne esfuerzos de startups, el Estado y las grandes empresas distribuidoras y que ha venido implementándose en la ciudad.

Las cadenas logísticas de distribución de carga y descarga que las compras por internet habían dinamizado y aumentado exponencialmente, se vieron incrementadas a niveles nunca antes visto durante el confinamiento y la pandemia, donde las personas compraron más cosas vía web. Las furgonetas de distribución de las grandes compañías logísticas colapsan a diario las grandes metrópolis y generan factores de contaminación innecesarios por entregas que en ocasiones se reducen a paquetes pequeños o un sobre de correspondencia.

Con el objetivo de resolver esta problemática surgió la estrategia de Último kilómetro que busca optimizar las entregas de la última fase de la cadena de distribución a cargo de startups, empresas innovadoras y generalmente locales que asumen su tarea en bicicletas de carga, optimizando tiempo, espacio y disminuyendo el nivel de contaminación que antes desarrollaban las furgonetas.

Los startups como alternativa sostenible en materia de transporte de carga. (Fuente: Cargobici)

Barcelona ha logrado avances importantes en esta materia. Ello se debe a una combinación interesante de iniciativas privadas, innovación y apoyo estatal. Así, en los últimos cinco años han surgido propuestas como la de Cargobici, un startup que asume estos procesos de distribución de Último Kilómetro. Nació en 2012 y progresivamente pasó de ser un negocio de bicicletas hasta transformarse en una empresa de logística enfocado al último eslabón de la cadena de distribución, siguiendo modelos como KoMoDo en Alemania o el Plan Piloto DHL en Dinamarca.

“Lo que estamos consiguiendo es que furgonetas que normalmente entraban antes y hacían entre 50 y 60 kilómetros diarios por el interior de la ciudad, ahora solo entran, dejen la mercancía y vuelvan a salir. Estamos ahorrando importantes cifras en niveles de CO2” afirma Antonio Domínguez, CEO y uno de sus fundadores.

Pero Domínguez va más allá y habla de proyectos como el de Sant Martí, un distrito en el cuál se vienen explorando mediciones para determinar el impacto positivo de Cargobici en la comunidad: “Estamos determinando el impacto socio-económico, pero también tenemos acceso al impacto real de nuestras rutas a través de sonometría, de dióxido de nitrógeno, de impacto donde reside la población vulnerable (mayores de 65, los menores de 15, con lo cual, también permite medir el impacto que tienen nuestras rutas en los entornos escolares)” afirma.

En la misma medida se puede mencionar a Geever, que se autodenomina como “una red capilar dentro de la ciudad” y que funciona con pequeños micro almacenes de distribución que operan en un radio de 750 mt de cada punto a la redonda. Además, Geever permita que directamente los clientes acudan a esos micro almacenes a recoger su paquetería a cualquier hora en sus lockers inteligentes.

Las bicicletas de carga son el eje de esta propuesta alternativa (Fuente: Bicicargo).

El Ayuntamiento de Barcelona que es consciente de estos problemas que genera la carga y descarga en ciertos sectores de la ciudad también ha hecho su aporte. Ha adelantado la habilitación del microhub en un local cerca a la Estación de França. Prevé la habilitación de uno por Distrito en los próximos años que permitan que la estrategia de Último Kilómetro se aplique integralmente en toda la ciudad.

En este sentido de perspectivas de crecimiento, Cargobici, por ejemplo, tiene sus propios proyectos y prevé la habilitación de un segundo hub en Plaza Espanya, ampliando la cobertura de la zona centro (L’Eixample parte de la Vila de Gràcia y el Gotic), además de expandirse a Madrid, según ha informado Domínguez.

Lo anterior no significa aún que las furgonetas tradicionales de carga y descarga ya no se desplacen por las calles de Barcelona. De hecho, aún generan parte de los colapsos que se reclaman en zonas de alta complejidad por su diseño urbanístico como el Raval, o de alto tráfico como L’Eixample. Y ello se debe a que no existe ninguna restricción normativa que lo impida. Aunque es cierto que el mercado de los startups continúa creciendo y ocupan un lugar que antes tenían las grandes compañías y sus furgonetas, se requiere un proceso de concientización mayor que incida en las compañías que contratan estos servicios, en los clientes individuales y una mayor difusión de las ventajas que para el urbanismo táctico representan estas iniciativas.

El Raval: uno de los epicentros del problema de transporte de carga. (Foto: Luis Fernando Pacheco G.)

El caso del distrito de Sant Martí

 El distrito barcelonés de Sant Martí es el piloto de un plan de medición por parte de Cargobici. La empresa ha logrado establecer un diagnóstico preliminar completo que incluye la calidad ambiental del distrito (que tiene niveles elevados de contaminación), la concentración de tráfico, sonometría, contaminación y poblaciones focos de vulnerabilidad (mayores de 65 y menores de 15).

A partir de ese estudio preliminar, Cargobici busca que su operatividad en el distrito pueda evidenciar un antes y un después en los niveles señalados: calidad del aire, concentración de tráfico, contaminación auditiva e impacto en poblaciones vulnerables. El diseño de la operatividad se ha basado en esta dinámica, de tal manera que las bicicletas de Cargobici se desplazan por aquellos núcleos urbanos de mayor tránsito, pero con mayor rapidez, sin generar contaminación ambiental o acústica y con el objetivo de medir el impacto positivo de este tipo de compañías.

 

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