Perspectives

Los profesionales del doblaje alzan la voz

Los dobladores de Cataluña reclaman una legislación actual para un sector sumido en la incerteza laboral

El doblaje es una profesión marcada por el misterio. Si está bien hecho, el espectador supera las barreras lingüísticas y entra en el juego de creer que cualquier estrella de Hollywood es capaz de hablar en perfecto castellano. Sin hacerse demasiadas preguntas ni plantearse de dónde emergen esas voces, la sociedad ha hecho de este arte su forma preferida de consumir productos audiovisuales.

El anonimato que caracteriza a la profesión contribuye a la falta de reconocimiento de sus profesionales y esta situación se plasma en la inexistencia de textos que regulen y protejan los derechos de estos trabajadores. El creciente número de producciones, el afán por la inmediatez y la falta de un convenio han contribuido a la precarización de un sector que jamás se ha sentido bien representado.

La llegada de 2019 supuso la caducidad de la legislación, el comúnmente llamado convenio colectivo de 1993, que regulaba el doblaje y la locución en el territorio catalán. La Asociación de Actores y Directores Profesionales de Cataluña (AADPC), que agrupa directores, actores y ayudantes de dirección, presentó un recurso al Tribunal Supremo para prorrogar su vigencia, pero fue desestimado por motivos legales. Desde entonces, los profesionales viven en un perpetuo vacío legal, donde los despidos improcedentes, la especulación y las malas prácticas están a la orden del día.

El nacimiento de Doblaje Unida de Barcelona

Masumi Mutsuda, que lleva prestando su voz a personajes como Anakin Skywalker desde que tenía 8 años, se encontró con un compañero del gremio, Roger Isasi-Isasmendi, en la sala de espera de la AADPC. Allí, hastiados de no sentirse protegidos por la AADPC, sembraron la semilla de su propio sindicato con un claro objetivo: alcanzar un nuevo convenio colectivo que les permitiera vivir dignamente de su profesión.

Masumi Mutsuda treballant // Cedida.

Doblaje Unida de Barcelona (DUB) germinó poco antes de 2020. Mutsuda e Isasi-Isasmendi la fundaron tras realizar una consulta entre profesionales del sector acerca de su generalizada sensación de desamparo. Desde ese momento, la directiva de la asociación, es decir, Mutsuda como vicepresidente y Isasi-Isasmendi como presidente, se reunió periódicamente con los principales estudios de voz de la capital catalana para pedirles que formasen una patronal que les permitiera tener un interlocutor con quién relacionarse. Parecía que las negociaciones iban a llegar a buen puerto, hasta que la tempestad del coronavirus hizo naufragar el barco de la economía y, en el interior, los profesionales del doblaje siguen a la deriva, sin un estatuto al que aferrarse.

Forrest Gump, cuyo hijo fue el primer personaje que dobló Mutsuda, solía decir que «la vida es como una caja de bombones, porque nunca sabes lo que te va a tocar». Los integrantes de DUB consiguieron encontrar la oportunidad en la inesperada adversidad cuando duplicaron su número de asociados durante la pandemia, a base de gestionar ERTE, parones y despidos. Ello les ha conferido una relevancia y una magnitud que les ha dado fuerzas para aumentar su poder negociador y cumplir así su primer año como agrupación, con cerca de 200 afiliados.

Pese a que las reuniones se han retomado y que se están alcanzando pactos privados, el convenio colectivo sigue sin ser una realidad. Aun así, los dobladores sindicados se atreven a fantasear con una quimera recurrente en el gremio: una regularización moderna y actualizada, es decir, acorde con las necesidades del momento como en es la incertidumbre de la pandemia. Sin embargo, los profesionales del doblaje consideran que todavía queda mucho por hacer.

Taula de so utilitzada per fer retocs de veu // Unplash (Tymur Kuchumov).

¿Cuánto cuesta cada take?

El extinto convenio de 1993 convirtió sus tarifas a euros, pero no las adaptó a la inflación del presente. En doblaje, los actores reciben una retribución por convocatoria, como la bajada de bandera de un taxi, y por el número de takes doblados, fracciones de unas cinco líneas en las que se divide el diálogo. El precio medio del take es inferior a cinco euros en Cataluña y la convocatoria no alcanza los 50. Para poder llegar al salario mínimo, un doblador debería trabajar una gran cantidad de horas al mes y tener más de una serie con personaje secundario.

Algunos colegas de Mutsuda se plantean el futuro de un sistema de remuneración basado únicamente en el número de takes. Mutsuda nos explica el ejemplo de Sara Vivas, voz de Bart Simpson, que cobra lo mismo por un resoplido que por desgañitarse con varios «¡multiplícate por cero!». Del mismo modo, un actor de voz de Stranger Things gana lo mismo que el doblador de un reality que nadie ve.

Quienes perciben cantidades muy distintas son los actores de la versión original. Mientras que Tom Hanks recibió 30 millones de dólares por dar voz a Woody en Toy Story 4, Disney le ofreció menos de mil euros a Óscar Barberán, su homólogo español. El catalán inició una huelga contra la casa del ratón, indignado por la abismal diferencia, y mejoraron su oferta tras oír las quejas de la audiencia que ha crecido escuchando su voz.

Model de guió // Pixabay (Jens P. Raak).

Estado de la legislación en otras comunidades autónomas

El intrusismo laboral de los startalents es otro punto que critica la voz de Woody y que rechaza Doblaje Unida de Barcelona. Cada vez son más los rostros conocidos que, sin haber recibido formación y percibiendo una cantidad mucho mayor a la media, deciden probar suerte en esta disciplina a costa de ocupar el lugar de un profesional del ámbito. Es el caso de la recién estrenada Memorias de Idhun. La serie de Netflix, basada en las novelas de Laura Gallego, optó por incluir en su reparto a jóvenes actores que no tenían experiencia en el atril. El resultado fue el negativo impacto mediático de la productora y la indignación de una audiencia que veía a los personajes con unas voces que no se habían imaginado.

Salvador Aldeguer, director de cine y actor del gremio, no le haría una prueba de voz a alguien sin formación, tal como explica Aldeguer en su libro Anécdotakes (2017, Círculo rojo), él no se aventuraría a «operar el corazón a alguien sin tener ni idea de medicina». Aun así, Mutsuda, vicepresidente de la DUB, deja claro que el intrusismo es un aspecto secundario y que «aunque molesta y puede generar desprecio, es solo una inversión en marketing por parte de un cliente que antepone el alcance del producto a su calidad».

Son muchos los esfuerzos que está haciendo el gremio para mejorar la profesión y ahora mismo lo prioritario es que el doblaje en Cataluña, más allá de polémicas y de las particularidades del cliente, se haga bien y con unas condiciones dignas. El colectivo de dobladores insiste en que la unión hace la fuerza y que el camino hacia un futuro laboral decente pasa por el sindicalismo.

Fotografía encabezado: Micrófonos de grabación. Fuente: Jonathan velÁsquez (unsplash)

 

Mireia Puyol Gramunt, estudiant del grau de Comunicació i Indústries Culturals, va ser col·laboradora del programa de ràdio de l’institut: Ones Maristes, on va estudiar el batxillerat social-humanístic. Les seves aptituds socials la van fer voluntària com ajudant de la gent gran i arran d’un treball d’investigació va ser acompanyant del programa Payapupas de Sant Joan de Déu. Joan Orellana, estudiant del grau CIC a la Universitat de Barcelona. El seu interès pel món de la comunicació l'ha portat a participar, com a convidat, en programes com Boom o Via Llibre, i a dissenyar el nou logotip de l'Escola Isabel de Villena. Actualment, treballa en atenció al client i col·labora en el podcast "Breaking Bad News".

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