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¿Fuimos alguna vez esas chicas? La nueva representación adolescente en el cine.

La adolescencia femenina es una de las etapas más estereotipadas de la oferta audiovisual. Las películas tienden a ignorar la pluralidad de realidades y en su lugar proyectan un estándar de deseos y aspiraciones. Sin embargo, una oleada de cineastas presenta un nuevo paradigma para la representación adolescente.

Bajo los modos de representación femenina, básicos y reduccionistas, la industria del cine ha ideado un modelo de mujer que está sometido a la mirada masculina. Gran parte de la vida de las mujeres se ha basado en intentar alcanzar un cuerpo canonizado, más delgado y con menos pelo, además de perseguir unos deseos que no nos pertenecían y restar importancia a todos los malestares. El objetivo estaba claro: llegar a ser la mujer ideal, pero ¿para quién?

El debate sobre la representación de colectivos alejados de la heteronormatividad está más vivo que nunca. Este mes de diciembre Jeanne Dielman, 23quai du Commerce, 1080 Bruxelles (1975) dirigida por la cineasta belga Chantal Akerman ha sido elegida mejor película de la historia por la revista de cine Sight & Sound del British Film Institute. Esta lista se actualiza cada década y acostumbra a tener entre el primer puesto clásicos como Citizien Kane o Vértigo. Este metraje es considerado una revolución en el canon de representación femenina porque por primera vez en la historia del cine se dedicó el espacio y el tiempo en las imágenes a la vida rutinaria de una mujer y se puso en valor lo que antes había sido ignorado.

Película “Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce 1080 Bruxelles” de Chantal Akerman. / Fuente: Criterion.com

La academia, consciente de que se estaba quedando atrás, ha empezado a dar cabida a la perspectiva de género y de raza y la nueva, la lista británica es una muestra de ello. Gran parte de la sociedad, sobre todo las generaciones más jóvenes, es capaz de oponerse ahora a personajes que plasman un tipo de mujer subordinada. El gran ejemplo es el debate que suscitó Blonde basada en la vida de Marlyn Monroe de Netflix, donde la actriz se presenta como un sujeto que busca validación masculina, sin autonomía y débil.

Ya no se puede renunciar al prisma feminista que nos sacude por dentro cada vez que las series o películas presentan figuras que encarnan valores y estereotipos tradicionales, pero no siempre ha sido así. La conciencia de género no la llevamos pegada a la piel, y pasamos la infancia y adolescencia pensando que estamos mal hechas y que somos raras, pero por encima de todo, pasamos esa etapa solas y en silencio. No somos capaces de hablar, ni tan siquiera de reconocer nuestras inseguridades o cambios, porque en la industria del cine y de la televisión e incluso la literatura juvenil, no hay personajes que pasen por problemas similares.

No se ven a adolescentes hablar sobre regla o los pelos que empiezan a salir ni de granos. Tampoco a nadie cuestionar su sexualidad ni hablar de experiencias, pensamientos o preocupaciones relacionadas con el sexo. Tampoco se citan realidades trans. Ni se habla de racismo, ni de procesos migratorios. La falta de referentes diversos hace que no podamos conectar con nosotras, nosotros, nosotres, porque nuestra realidad nos parece ajena y difusa.

Recogiendo el panorama sembrado, desde hace varios años se está gestando la voluntad de retratar e indagar sobre temas que tradicionalmente quedaban fuera de campo.

Todas estas piezas merecen especial atención porque subvierten los modos de representación comunes y otorgan el poder de la mirada y los mandos de la historia a los tradicionalmente dejados en segundo plano, en este caso a las niñas y adolescentes. Se deja de lado la adultofilia, el gusto por narrar historias que solo ocurren en la edad adulta, y se exploran edades que, a pesar de haber vivido, sentimos que desconocemos.

El cine de Céline Sciamma es uno de los grandes referentes de esta tendencia. La directora francesa se centra en las etapas de la infancia, la pubertad y la juventud, poniendo como sujeto principal a las mujeres. En la trilogía Naissance de Pieuvres (2007), Tomboy (2011) y Bande de Filles (2014), los personajes de Sciamma son absolutamente poliédricos. Eso se consigue gracias a una trama principal que les permite gozar del espacio y el tiempo para discutir y conversar, para contradecirse y para madurar, para poder expresar sus deseos, su autonomía y también sus complejos.

Película “Naissance de Pieuvres” de la directora francesa Céline Sciamma. / Fuente: Película “Naissance de Pieuvres”

En España, también ha crecido esta ola. Cineastas como Pilar Palomero en la película Las niñas (2020) exploran, a través de una trama sencilla de una madre joven y su hija Celia, de 11 años en los años 90, la etapa de transición entre la infancia y la adolescencia. Es un retrato de una edad concreta donde salen a la luz los deseos de ser mayor y los conflictos y la vergüenza que se siente sobre el cuerpo propio.

La película Eighth Grade (2018) del director y cómico Bo Burnham cuenta la vida de una niña en EE. UU. que está a punto de pasar al instituto. El director consigue transmitir a la perfección esta sensación de incomodidad de hacerse oír cuando tu voz no es muy alta, hay largas escenas de monólogos de la protagonista hablando sobre aceptación y sobre ser ella misma, y el sufrimiento por encajar en un grupo y encontrar espacios seguros.

Película “Eighth Grade” del director y cómico Bo Burnham. / Fuente: Película “Eighth Grade”

La ausencia de referentes reales en la adolescencia hace que nos conozcamos poco y que nos conozcamos mal. Estas piezas audiovisuales exploran el crecimiento irregular y desequilibrado de las mujeres y ponen en plano principal sus dudas y cuestiones, en muchas ocasiones ignoradas por el arte, pero también por el entorno.

Hay escenas de estas cintas donde una no puede dejar de sentirse identificada, y van acompañadas de una sensación de alivio, porque permite resintonizar con el yo adolescente que tenemos dentro y ayuda a desarrollar una mayor sensibilidad con esta edad puente. Sin embargo, no es suficiente con reconocernos en los personajes que se exponen, porque estas piezas no están dirigidas en su mayoría al público adolescente. Lo interesante sería también ofrecer nuevas series, películas y sagas de libros dirigidos hacia jóvenes y adolescentes que mantuvieran la consciencia de representación y que no se basaran en estereotipos clásicos y vacíos, para dejar de vivir años de nuestra vida calladas, enmudecidas, sin poder hablar sobre lo que nos pasa porque no sabemos qué nos pasa.

imagen destacada: Película “Las niñas” escrita y dirigida por Pilar Palomero. / Fuente: Espinof.com

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