La moda reside en la sociedad desde tiempos inmemoriales y siempre ha estado en continuo cambio. Esto produce un alto consumo, ya que las tendencias cambian y la sociedad quiere adquirir las novedades. Las multinacionales producen sin descanso nuevas prendas y accesorios a costa de trabajadores en condiciones deplorables y generando una alta polución.
Es normal ser inconsciente de lo que produce una industria. Mucha gente no se plantea lo que crean las multinacionales y la producción de fast fashion. La industria textil es la segunda más contaminante del mundo, produciendo el 8,1% de CO₂ de la atmósfera, según la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo. Frente a estos datos se comprende por qué la moda futura dependerá de la sostenibilidad. Así lo hace saber la comunicadora y experta en moda sostenible Laura Opazo “La sostenibilidad no es una tendencia o corriente puntual, es el nuevo paradigma hacia donde toda la industria de la moda (y en general, todas las industrias) deben dirigirse.”

En el pasado año el consumo saludable aumentó. Hay varias maneras de ser partícipe de este cambio, la ropa de segunda mano, consumir marcas sostenibles o el upcycling. La ropa de segunda mano como denota el propio nombre, son prendas previamente usadas, se fomenta la segunda vida de estas. Las marcas sostenibles se dedican a crear prendas con materiales orgánicos o que produzcan menos contaminación y gasto, además optan por la producción de proximidad. Por último, el upcycling es el término acuñado para definir la ejecución de una pieza de ropa a partir de otra fuera de temporada o que ya no se utilice. Es decir, ejecutar un patrón y realizarlo con una prenda que ya no se use. Todas estas prácticas fomentan la sostenibilidad.
“Obviamente, lo más sostenible es reutilizar lo que ya existe, lo que ya ha sido producido. Partiendo de esa premisa, la moda de segunda mano es una opción ideal porque implica alargar el ciclo vital de las prendas y honrar los recursos invertidos en ellas” afirma Laura Opazo. La segunda mano ha sido el recurso más usado estos últimos años, según un estudio de Consumer Trends 2022. Siendo la generación Z la más concienciada sobre lo que produce el consumo de la ropa para el medioambiente. Los datos que ofrece dicho documento son los siguientes; el 83% de la generación Z es consciente de que la ropa es temporal, el 33% ha revendido ropa, 6.65 mil millones de piezas de ropa han sido recicladas en mercados de segunda mano, han salvado 390 mil millones de dólares consumiendo ropa de segunda mano, y por último, 116 mil millones de libras de CO₂ han sido desplazadas por la compra de ropa usada en lugar de nueva. Bajo estos datos surgen cuestiones sobre el porqué la generación Z es la que más consume ropa usada, si es por concienciación sobre la sostenibilidad o por su coste más bajo. “Creo que es una mezcla de ambas. Está claro que hoy en día hay mayor educación ambiental y una mayor conciencia sobre la importancia de cuidar el entorno que la que había antaño. Estas nuevas generaciones disponen de más información. De alguna manera ha ido calando hasta el punto de que hoy en día valoran el consumo de segunda mano como la primera opción de compra. Greta Thunberg se ha convertido en un ejemplo inspirador para muchos de ellos. Asimismo, los jóvenes de hoy en día viven una precariedad económica que impulsa a tomar opciones más ajustadas a su bolsillo. Su conciencia ecologista unida a la escasez económica empuja esta alternativa de consumo” añade Laura Opazo.

Berta Òdena una estudiante de 20 años explica cómo dio comienzo a su consumo de ropa de segunda mano “En el 2019 fue la primera vez que compré ropa usada. Primero usé Vinted, ya que buscaba alguna prenda o marca más específica. Después de la pandemia ya empecé a comprar en tiendas como Humana. Compro ropa de segunda mano porque puedo adquirir muchas más prendas por un precio más bajo, además soy consciente de que es una manera de ser sostenible. Y también me gusta llevar prendas únicas para no ir igual que todo el mundo”.
Muchas de las personas se iniciaron en la compra de ropa usada a través de aplicaciones. En los últimos años, las plataformas C2C (consumidor a consumidor) más populares fueron las que se especializan en la venta o reventa de artículos de moda. Vinted, fue una de las plataformas en línea líderes en ropa de segunda mano, según Consumer Trends 2022. Son muchos los jóvenes que además de comprar en tiendas de ropa usada como Humana, acceden vía internet a aplicaciones como Vinted para poder consumir ropa de segunda mano a la carta. Tiene un uso sencillo y permite enviar paquetes a diferentes ciudades, todo el trámite corre a manos de la plataforma, el usuario solo debe enviar el paquete con la etiqueta facilitada. No obstante, este formato es una espada de doble filo, ya que muchas de las prendas que se compran a través de estas plataformas para ser enviadas requieren transporte de larga distancia. Lo que comporta grandes emisiones de dióxido de carbono. Lo más sostenible es recurrir a tiendas que estén cerca de la localidad donde se reside. Pese a que es un camino hacia el cambio.

La variedad de formatos en los que consumir sostenible son una de las principales cuestiones del auge de la moda de segunda mano. Pese a que muchas personas aún arrastran prejuicios frente a la reutilización de prendas, estos se van borrando y un público mayor se va animando a tener un consumo más ético. Lejos de lo que se cree, en estas tiendas, mercados y plataformas en línea se tiene la oportunidad de encontrar prendas de ropa con mejor calidad a menor precio. Además de poder seguir las tendencias, ya que para ello no es esencial consumir fast fashion. Las tiendas de segunda mano permiten seguir las modas. “La moda es cíclica y además se nutre de sí misma, de épocas anteriores. Las tiendas de segunda mano, y especialmente las tiendas vintage, suponen un archivo histórico que permite al consumidor elegir las tendencias a su antojo, se lleven o no en el momento vigente. Permiten además diferenciarse al llevar algo único, diferente y además más auténtico, al pertenecer a la década original” dice Laura Opazo.
Pese a que esta práctica de consumo sostenible puede que no vaya con todo el mundo, siempre hay otras opciones. El Slow Fashion (moda lenta) o Slow Shopping (compras lentas), son dos términos que definen el consumo ético y responsable. Se tiene en cuenta el medioambiente, el procedimiento, los recursos y materiales a la hora de crear prendas de vestir. Lo contrario a la hiperproducción de las multinacionales. La moda lenta tiene como prioridad el uso de materiales de calidad y alargar el ciclo vital. No tienen por qué ser marcas sostenibles, recae en la elección de piezas que vayan a tener un periodo de vida largo y así “honrar los recursos invertidos en ellas” durante el mayor tiempo. Hay una gran variedad de recursos para ser partícipe de un consumo sostenible. Como dijo la diseñadora y activista Vivienne Westwood “Compra menos, escoge bien y hazlo durar”.