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Hammudi Al-Rahmoun: el tema racial lo vivo con muchísima responsabilidad

En el mes de octubre, la Revista Angle entrevistó a parte del equipo artístico de la nueva serie de RTVE Play: Dieciocho. Con Maël Rouin-Berrandou y Alícia Falcó encabezando la ficción y dirigida por Hammudi Al-Rahmoun. La serie alcanza temáticas como la inmigración y los tabúes alrededor de los menores extranjeros no acompañados. En esta ocasión os traemos la conversa que mantuvimos con Hammudi Al-Rahmoun, director de la serie Dieciocho.

¿Qué diferencia esta serie del resto de proyectos que has hecho?

La gran diferencia con este proyecto es que aquí, a pesar de que yo había sido showrunner en otras series, pude cuidarlo desde el principio. Como que puedes estar desde la creación para que, de alguna manera, estés supercómodo con él, porque si no siempre hay concesiones que dices: “bueno, esto yo no conectaba”, y así es nuestro trabajo. Esta fue como una peliculita, tú la haces desde pequeñita y entonces conectas mucho con ella.

¿Cuál fue la mayor motivación para crear este proyecto?

Mira, este es un proyecto que a mí me llega como encargo, “queremos hacer un desarrollo de una serie que hable del universo de los menores extranjeros no acompañados”. Yo soy mestizo, mi padre es árabe, musulmán, y mi madre es catalana y católica. El tema racial lo vivo con muchísima responsabilidad, siento que hay un muy pobre retrato de ello y además muy estigmatizado, que se ha hecho con muy poca sensibilidad y que es poco fiel a la realidad.
A mí un tema así me pone muy a la defensiva, en el buen sentido. Yo tengo el filtro con la piel muy fina, si está mal me escuece. Y había algo que me pasaba con la propuesta, precisamente necesitaba encontrar la forma de que no me escociera. Pensaba: ¿qué es lo que me incomoda?, y me incomodaba desde el género. Se planteaba, por ejemplo, un thriller que, por definición, te lleva a oscuridad, tienes policía, crimen, algún asesinato… y estás hablando de un colectivo que está superestigmatizado y constantemente se le relaciona con delincuencia. Entonces, pensábamos: “es que nosotros tenemos que hacer lo opuesto, tenemos que poner luz”. Quería que fuera una representación mucho más naturalista, en realidad se trata de acercar una realidad al espectador que no conoce, tienes que enseñársela, no puedes hacer cosas artificiales que sí las puedes hacer de cosas que ya conocen. Porque todos sabemos que no pasa nada, el instituto de tus hijos no es así, no te preocupes, es una ficción. Pero aquí no, aquí era importante tener verdad, y eso ha llevado a todas las decisiones. Por ejemplo, por qué el casting tiene la edad de los personajes, era importante que el espectador viera un niño en la pantalla para recordarles que estamos hablando de niños cuando hablamos de menores no acompañados, que ya se convierte en una cosa que te olvidas de qué estás hablando.

¿Qué hizo que eligieseis a estos actores para interpretar a los personajes?

Como siempre, el casting es un proceso largo donde ves a mucha gente con mucho talento. Al final es especial porque te enamoras de un actor para un personaje. En el caso de Maël (Moha), encontrar al actor de Moha era una cosa muy complicada. Necesitabas un actor que fuera de origen marroquí, que hablara español, pero aprendido, no que fuera nacido aquí. Casteamos a chavales de aquí que molaban mucho, pero su acento era de Vallecas, porque habían nacido ahí. No quería que fuera artificial, que hiciera ver que no hablaba bien. Era un perfil bien cabrón. Se nos ocurrió abrir a Francia porque la cantera de actores racializados es mucho más grande. Es algo que envidio mucho de esa industria, la presencia del racializado está muy bestia. Maël encajaba perfecto, de pequeño había aprendido español de su padre que había vivido en Chile. Aparte, tenía el carisma y esta fragilidad, tenía ese matiz que le iba perfecto para Moha, alguien que tiene gracia, tiene carisma y es un chaval que lo está logrando, pero ves que es muy frágil, porque es un niño, como seríamos cualquiera en esa edad. Eres muy frágil y eso se puede romper, eso Maël lo daba superbién.
Con Alicia me pasó una cosa muy bestia, siento que tiene una profundidad en la mirada, que es muy extraño en su edad. Cuando te vas haciendo mayor, tu mirada va cogiendo profundidad, porque sumas pérdidas, tristeza… siento que ella, siendo muy joven, tiene eso, como un universo en el que parece que haya vivido muchos más años de los que ha vivido. Le ponías la cámara y era: wow, ¿cómo puede contar tantas cosas?. Con ella fue muy claro. Pero faltaba juntarlos, eso era lo que tenía que funcionar. En la conexión también hay algo de suerte, al final es cómo dos almas se miran, eso no lo puedes generar, y fue muy bonito que pasara.

¿Con qué idea quieres que se quede el espectador?

No sé si es tanto una idea como una sensación. Pienso que, si tú conoces algo que no conocías, ya te va a cambiar un poquito. Yo por ejemplo que he vivido muchos años en México, mi visión de ese universo ya lo vivo de otra manera solo por la experiencia vital que he tenido de conocerlo. Claro, una serie puede aportar, no como yo, que he estado tres años viviendo en un sitio, pero siento que si tú conoces a un personaje que no conocías porque no forma parte de tu entorno, ya te cambia algo dentro y ya te hace más empático, porque lo conoces. Si hay ese pequeño cambio, ya me quedo contento.

Entrevista a Hammudi Al-Rahmoun, director de la serie Dieciocho
Foto destacada: captura vídeo entrevista

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