Cualquiera diría que las ciencias y las artes son las puntas de dos extremos opuestos. Para Beatriz Barco (Barcelona, 48) ambas se necesitan entre sí. Licenciada en Biología por la Universidad de Barcelona y con un Máster en Comunicación Científica por la Universidad Pompeu Fabra, ha formado parte de la cultura desde la divulgación científica. Como guionista, redactora, editora, locutora y documentalista ha desarrollado diferentes proyectos, entre ellos REDES en TVE, el programa infantil LEONART y Que Animal!. Actualmente, es profesora de neurobiología y comunicación en Elisava y de comunicación científica en la UB.
¿Crees que la cultura y la ciencia están conectadas de alguna manera?
Yo creo que la cultura y la ciencia en el fondo son casi lo mismo. Cualquier producto cultural ya sea la literatura, el derecho, la filosofía, la tecnología forma parte del cerebro de una persona. Nuestra biología, la manera en la que pensamos, sentimos y procesamos todo lo que hay dentro de la cabeza está estrechamente relacionado con lo que después nosotros aportamos al mundo como seres humanos.
Actualmente, ya que hace 10 años que “REDES” no se emite por televisión, “Ahora o nunca” (otro programa) también ha dejado de emitirse este septiembre, ¿de qué manera llega la divulgación científica a la población?
Ahora mismo estamos en un momento en que la divulgación científica llega por un montón de canales distintos. Sobre todo, han aparecido canales nuevos como los podcasts o los influencers que hablan de divulgación científica. No hay como había antes, tres o cuatro fuentes fiables que todo el mundo seguía y que de alguna manera uniformizaban esta divulgación para que todo el mundo recibiese la misma calidad a nivel informativo. Muchas veces no sabemos de dónde surgen sus fuentes primigenias y creo que eso nos crea cierta confusión. Supongo que en el futuro eso cambiará y, como pasa con la selección natural, que los mejores o más preparados son los que sobreviven, de aquí unos años tendremos más claro donde va la divulgación con los nuevos medios.
¿Tienen alguna responsabilidad las productoras culturales en la divulgación científica? ¿Por qué se cancelan ciertos programas y otros no?
El problema es que yo creo que los medios están en manos de personas que solamente piensan a corto plazo: aquello que da dinero, aquello que da audiencia, aquello que ahora está de moda entre los jóvenes… Antes las cosas no se hacían así, se hacían pensando a largo plazo, en la cultura y la educación de la gente. Ese es un cambio de paradigma que se tiene que hacer otra vez para volver a recuperar la idea de que si queremos dar información de calidad. Así generar una sociedad con conocimiento que pueda tomar decisiones basadas en realidades y no en eslóganes fáciles de consumir y fácilmente olvidables. A parte de generar dinero, se tiene que buscar generar una sociedad mejor. Eso debería ser
más importante.
¿Es más fácil llegar a la audiencia infantil o adulta con la información científica?
Creo que los niños tienen una curiosidad innata por el mundo. Eso hace que sea más fácil explicarle cosas a ellos. Es una pena que los adultos muchas veces pierdan esta curiosidad innata por el mundo. Me gustaría pensar que en un futuro vamos a ser capaces de mantener la curiosidad a medida que nos hacemos adultos. Pienso que es más fácil comunicar a los niños: tienen menos prejuicios, están menos quemados, frustrados, eso siempre va bien para comunicar.
¿Qué proyecto cultural te gustaría hacer para divulgar la ciencia?
A mí lo que me gusta es escribir. Ahora estoy escribiendo un libro sobre la inteligencia de los pájaros. Me parecen unas criaturas fascinantes, casi como extraterrestres muy listos, especialmente los córvidos o los papagayos. Me gusta mucho la divulgación que se hace a partir de los libros. Creo que la lectura nos permite profundizar mucho. Es una forma de comunicar maravillosa que puede conjugar la profundidad con el humor, con el storytelling,… Escribir este libro y otros sobre los temas que más me interesan: la evolución, los animales y el cerebro, de personas y animales.
¿Es obligatorio en las ciencias entender que la comunicación forma parte de ellas?
Los científicos en los últimos veinte años están haciendo un esfuerzo por comunicar de forma más efectiva el trabajo que ellos hacen. Parte de mi trabajo consiste en formar a científicos para que sean buenos comunicadores. Yo creo que hay una conciencia real por parte de los científicos de que deben comunicar. En este sentido soy bastante optimista.
¿Cómo ven otros científicos que hacen una divulgación más clásica de la ciencia que también se pueda aplicar en proyectos culturales u otros?
Yo creo que a muchos científicos les interesan proyectos relacionados con el arte y la cultura. Cada vez más. Esa idea de que por una parte estaban la gente que hacía letras y por otra los que hacían ciencias, como si fueran mundos antagónicos, afortunadamente está desapareciendo. Cada vez hay más proyectos que vinculan ambas cosas. Al menos, desde mi experiencia profesional, las instituciones científicas muchas veces hacen colaboraciones con instituciones culturales, museos, artistas… para comunicar la ciencia con una perspectiva artística. También las Instituciones culturales tienen más claro que la ciencia forma parte de la cultura. Hay exposiciones de arte en las que se habla de ciencia. Continuamente se lleva más esto, afortunadamente, y está más integrada en la cultura. Cada vez hay más divulgación, pese a que tenemos más canales de divulgación y está todo más difuso y perdido, las instituciones culturales están más abiertas a este tipo de conocimiento.
¿Qué crees que debe tener un divulgador científico español para ser referente?
En habla inglesa hay mayor tradición por lo que tienen una base mucho más sólida. Aquí también tenemos grandes divulgadores, pienso en el paleontólogo Juan Luis Arsuaga. En general lo que necesitamos es gente que tenga mucho conocimiento, mucha capacidad de síntesis y que tenga mucha empatía porque comunicar quiere decir transmitir tus emociones, la pasión por lo que haces y conoces sin ser arrogantes. Por lo que los grandes divulgadores deben tener humildad.
¿Y de eso en España no hay?
Supongo que sí…