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Entre el cielo y el mar: Memorias de una ciudad

Integrado en una ladera de la montaña de Montjuïc, con vistas al mar y a la Ronda Litoral, existe una ciudad muy especial dentro de Barcelona. Con cincuenta y seis hectáreas de silencio y serenidad, el Cementerio de Montjuïc observa tranquilo el paso del tiempo desde su privilegiado balcón. Un espacio donde la vida y la muerte se dan la mano y la paz convive con la actividad incesante del mundo exterior.

Una necesidad histórica

La tradición funeraria de Montjuïc se remonta a la Edad Media cuando la montaña albergaba el gran cementerio judío de Barcelona, origen de su nombre: “montaña de los judíos”, que estaba situado, más o menos, entre el actual Monumento a la Sardana y el Mirador del Alcalde. Pero, después de la persecución antisemita de 1391, la necrópolis desapareció,víctima del expolio y la conversión al cristianismo.

Tumbas familiares en Montjuïc / Fotografía: Rita Santamaría Liroz

Con el paso del tiempo, y ya para el siglo XIX, Barcelona se había convertido en una gran ciudad industrial. Su rápida urbanización trajo consigo un notable incremento de población,lo que puso en evidencia la falta de espacio en los cementerios de barrios como Poblenou,Horta, Sants o Les Corts. Fue entonces cuando Montjuïc se presentó como la solución a este problema.

El proyecto del nuevo cementerio fue encargado al arquitecto municipal Leandre Albareda, quien supo diseñar un espacio perfectamente adaptado al terreno montañoso, superando el gran reto del desnivel. Las obras se llevaron a cabo entre1882 y 1883 y fue necesario expropiar diversas parcelas, algunas de uso agrícola y otras,propiedad del ejército.

Francesc de Paula Rius i Taulat, en su momento alcalde de Barcelona, inauguró el cementerio el 17 de marzo de 1883. El diseño de este espacio se inspiraba en el modelo inglés de “cementerio-jardín”, en el que los panteones, lápidas y nichos se integran armoniosamente en la naturaleza, creando paseos agradables para los visitantes. Además, inusual para la época, se destinaron espacios para entierros no católicos y otros casos, como ateos y suicidas.

Historia enterrada

Montjuïc es un auténtico archivo de la historia de Barcelona y Cataluña, donde descansan personalidades de todos los ámbitos de la vida cultural, política, social y artística de la región. Es un espacio de memoria que conecta épocas,movimientos artísticos y eventos históricos.

En cada rincón te encuentras ante la sepultura de alguien que ha dejado un gran legado. Por ejemplo, en la Vía St. Francesc descansa Joan Miró (1893-1983), uno de los artistas catalanes más reconocidos del mundo, en el panteón familiar adquirido en 1919 por su padre, Miquel Miró. Además, es especial porque en la misma montaña se encuentra la Fundació Joan Miró, creada por él durante sus últimos años de vida. Más adelante, subiendo unas escaleras, está el panteón de Francesc Macià (1849-1911), primer presidente de la Generalitat de Cataluña, que se ubica en medio de la Plaça de la Fe.

Dibujo en homenaje a Joan Miró en su tumba / Fotografía: Rita Santamaría Liroz

El padre del Eixample, el urbanista Ildefons Cerdà (1815-1876), está enterrado en la Plaça de l’Esperança y su tumba es una de las más icónicas, ya que en su losa se reproduce el conocido Pla Cerdà.

La tumba de Ildelfons Cerdà hace homenaje a su famoso Pla Cerdà / Fotografía: Rita Santamaría Liroz

Isaac Albéniz (1860-1909), destacado compositor y pianista, se encuentra en la Vía St. Jaume, justo al lado del memorial a los muertos por Francia en la Primera Guerra Mundial. Sus restos fueron trasladados a este panteón, propiedad de su esposa Rosa Jordana, en 1939. Su amigo, el polifacético artista modernista Santiago Rusiñol (1861-1931), está enterrado en la Vía Sta. Eulàlia, también en el panteón de su esposa, Lluïsa Denís i Reverter (1862-1946), que fue una conocida autora teatral, compositora y pintora.

La lista de figuras ilustres que descansan en el Cementerio de Montjuïc es larguísima, pero
destacan, además de los ya mencionados: Jacint Verdaguer, Àngel Guimerà, Amalia Domingo Soler,
Carlos Godó, Francesc Cambó, Enric Prat de la Riba, Ramon Casas, Josep Carner, Joan Salvat-Papasseit, Joan Gamper, Buenaventura Durruti, Victoria de los Ángeles, Ana María Matute, Salvador Puig Antich
y Carlos Ruiz Zafón.

También alberga memoriales colectivos que rinden homenaje a quienes murieron en conflictos históricos o sufrieron persecución política. El más conocido es el del Fossar de la Pedrera, en memoria de las víctimas de la represión del régimen franquista. A principios del siglo XX, en este lugar eran enterrados los cuerpos de personas sin recursos y de personas no identificadas. Sin embargo, durante la Guerra Civil y posteriormente, se convirtió en una fosa común de fusilados y represaliados por el bando nacional.

El President Lluís Companys (1882-1940), fusilado en el Castillo de Montjuïc, iba a ser enterrado en esta fosa, pero su hermana Ramona llegó a tiempo para pedir que lo inhumaran en un nicho que había alquilado, donde no se pondría ninguna placa con su nombre. Actualmente, el Fossar de la Pedrera acoge también el mausoleo de Companys y este lugar se ha convertido en uno de los más especiales del cementerio.

Tumba Lluís Companys en el cementerio de Montjuïc / Fotografía: ©Isaac Bordas

Cementerios y turismo

Desde hace ya unas décadas, los cementerios han dejado de ser espacios exclusivamente de sepultura para convertirse en lugares de interés turístico. En ciudades como París, el cementerio de Père Lachaise o el de Montparnasse atraen a millones de visitantes al año, que acuden a visitar las tumbas de figuras icónicas como Jim Morrison, Édith Piaf, Oscar Wilde, Jean-Paul Sartre o Simone de Beauvoir.

Montjuïc ha sabido adaptarse bien a esta tendencia y desde hace años ofrece visitas guiadas, tanto diurnas como nocturnas, que permiten a los visitantes descubrir la historia de Barcelona a través de las vidas (y muertes) de quienes están enterrados allí.Las rutas temáticas exploran aspectos como el arte, la historia y personajes locales. Esta actividad también puede realizarse sin necesidad de un guía, ya que en el punto de información se puede solicitar el mapa o descargarlo desde la página web. Las rutas (artística, histórica o combinada) están claramente señalizadas en el recinto, con cartelas explicativas que incluyen una breve descripción y un código QR para ampliar la información a través de la página web.

Ejemplo de una de las muchas cartelas que se pueden encontrar en el cementerio / Fotografía: Rita Santamaría Liroz

El cementerio de Poblenou sigue la misma dinámica, al igual que otros camposantos destacados en el resto del país, como los de La Almudena y San Isidro en Madrid, el Cementerio Inglés de Málaga o La Carriona en Avilés. Todos ellos demuestran que estos espacios sagrados, que quizá no consideramos como una opción turística a primera vista, son perfectos para aprender y reflexionar sobre la historia y la cultura del lugar.

Mapa de la ruta artística del cementerio de Montjuïc / Fotografía: ©Cementiris de Barcelona

Un museo al aire libre

Desde 1883, la singularidad de este cementerio ha atraído a arquitectos y escultores de renombre que han dejado su huella en él. Destacan nombres como Lluís Domènech i Montaner, cuyo modernismo se percibe en los detalles decorativos de ciertos mausoleos, y Josep Puig i Cadafalch, quien supo integrar la arquitectura funeraria de los panteones con los valores estéticos de su época. Enric Sagnier, por su parte, añadió un toque neogótico a varias construcciones.

Detalle del Panteón de la Familia Godó / Fotografía: Rita Santamaría Liroz

Lo curioso es que, al ser un espacio en constante transformación, esta característica también se refleja en el arte que alberga. Gracias al paso del tiempo y a la evolución artística de la ciudad, Montjuïc puede presumir de una riqueza estilística admirable que abarca desde el románico y el neogótico hasta el modernismo catalán.

Detalle Panteón Urrutia Roldán / Fotografía: Rita Santamaría Liroz

En cuanto a las esculturas, las obras de Josep Llimona destacan por su sensibilidad y delicadeza,como se observa en piezas que evocan el recogimiento y la espiritualidad. Otros artistas, como Eusebi Arnau y Rossend Nobas, crearon una conexión entre lo terrenal y lo divino mediante figuras alegóricas que representan ángeles, virtudes o escenas mitológicas. Y Josep Maria Subirachs, más contemporáneo, crea contraste en los rincones más modernos del cementerio.

El paisaje y la naturaleza también juegan un papel fundamental en este museo al aire libre. Entre sus zonas verdes más destacadas se encuentra el Jardín de la Mediterrània, un pequeño bosque frente al mar diseñado para que las familias puedan esparcir las cenizas de sus seres queridos a pocos minutos del Crematorio. Además, toda esta biodiversidad se conecta, de alguna manera, con otros espacios verdes de la montaña, como el Jardín Botánico o los jardines de Laribal y Joan Brossa.

El cementerio de Montjuïc destaca por sus amplias zonas verdes / Fotografía: Rita Santamaría Liroz

Asimismo, en la entrada del cementerio se encuentra un edificio donde es posible visitar gratuitamente la primera y única colección de carrozas fúnebres que existe en Europa. La Colección de Carrozas Fúnebres de Barcelona, inaugurada en 1970, ofrece una visión detallada dela evolución del transporte funerario desde el siglo XIX hasta mediados del siglo XX y está compuesta por trece carrozas fúnebres originales, seis coches de acompañamiento y tres vehículos a motor.

Museo Carrozas Fúnebres situado dentro del cementerio / Fotografía: ©Cementiris de Barcelona
Imagen destacada: Vista aérea del Cementerio de Montjuïc / Fotografía: Rita Santamaría Liroz

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