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La estética del dolor: la representación de la tristeza en el cine

Estamos constantemente rodeadas de imágenes que nos muestran cómo las mujeres deberían sentirse y percibir el mundo. Una de las imágenes más recurrentes en el cine es la tristeza, especialmente cuando se trata de la tristeza de personajes femeninos. Sin embargo, existen diferentes miradas para representarla, la tristeza no siempre es neutra. En muchos casos, la tristeza está estigmatizada, romantizada o, incluso, se plantea como un elemento decorativo dentro de una narrativa centrada en el deseo masculino.

La romantización del sufrimiento femenino tiene implicaciones tanto culturales como emocionales profundas. Al convertir el dolor como algo bonito, se banaliza el peso que tiene realmente. Además, en muchas películas, el sufrimiento de las mujeres en cine no tiene una narrativa propia, sino que es un complemento para el desarrollo del personaje masculino principal; la mujer no tiene protagonismo realmente —un ejemplo es (500) Days of Summer (2009) o Her (2013)—.

Fig. 1: Saoirse Ronan en Lady Bird (2017) / Fuente: IMDb

Sin embargo, en los últimos años este esquema ha comenzado a romperse. La mirada femenina ha tomado fuerzas y se ha creado un camino propio a través de directoras y guionistas que consiguen tratar el dolor y la tristeza desde la complejidad. Lady Bird (2017), Portrait of a Lady on Fire (2019) o The Worst Person in the World (2021), nos presentan personajes femeninos tristes, pero no pasivos ni idealizados. Sus emociones no se idealizan: se muestran tal y como son. Consigue mostrar sus contradicciones, sin necesidad de justificar cada uno de sus actos y no tienen tampoco la necesidad de ser agradables.

Estos films no solo cambian lo que se cuenta, sino también cómo se cuenta: con encuadres más íntimos, diálogos menos explicativos, silencios, contradicciones cuerpos reales. Consiguen construir una historia real con la que muchas chicas se identifican.

The Virgin Suicides (1999) es un caso especialmente interesante. Para algunas, la película representa a unas chicas que quieren ser vistas y salvadas por los chicos, porque ellos son los únicos que pueden mirar más allá del encierro. Sin embargo, otras piensan que este es especialmente el punto de la película: todo está contado desde la perspectiva de los chicos, desde su fantasía, desde una necesidad de otorgar sentido a un dolor que no comprenden. La tristeza femenina se convierte en una proyección romántica de los deseos masculinos y esa distancia entre lo que pasó y lo que los chicos creen que pasó es una crítica frontal a cómo la tristeza de las mujeres ha sido consumida como objeto de deseo.

Fig. 2: Hanna Hall en The Virgin Suicides (1999) / Fuente: IMDb

Durante décadas, el cine siempre ha romantizado la tristeza femenina, pero también ha conseguido producir un cambio. La representación de la tristeza femenina ha dejado de ser una imagen bonita y pasiva, para convertirse en una experiencia más, en una contradicción, lo que proporciona una historia más humana. Este sentimiento de las mujeres en cine ha sido representado durante mucho tiempo como algo visual y estético, más que como una experiencia interna.

Imagen destacada: Kirsten Dunst en The Virgin Suicides (1999) / Fuente: IMDb

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