Autora de una importante obra de creación, profesora en la Universidad de Ginebra, traductora de textos filosóficos y literarios, conferenciante, directora de la sección de Filosofía de la UNESCO de 1966 a 1968, Jeanne Hersch se presentaba a sí misma como alguien que «responde, más que construir de forma autónoma»; como «una presencia en mi tiempo más que autora de una obra”.

Para ella, el terreno de la filosofía no corresponde a un campo temático determinado, sino a una actitud que descubrió, nos dice, “escuchando a Jaspers”: la enseñanza de quien será su maestro la condujo, mediante un trabajo de profundización, al reconocimiento de la presencia, en la raíz de todo saber, de algo inaccesible, inagotable e innombrable, con lo que el ser humano puede establecer una relación en virtud de lo que en él mismo es irreductible al mundo físico de la causalidad y representa, por tanto, un centro de libertad en él. En el pensar se daría así cierta experiencia de verdad y libertad que, según enseñaba Jaspers, lo llevaría a una clarificación de la existencia personal. La aportación de Hersch se inscribe, en consecuencia, en la filosofía de la existencia; su filosofar, una tarea caracterizada por la voluntad de entender, vincula la investigación teórica a un compromiso ético-político que tiene como núcleo el proyecto de esclarecer la condición humana.

El nudo paradójico de la condición humana deriva del hecho de que los seres humanos “constituyen una excepción en el mundo en el que viven” por su condición de seres que pueden ser libres: vivir humanamente es actualizar esta posibilidad, encarnarla mediante la acción, que consiste en “dar forma a una materia”. La libertad no es, pues, autonomía respecto al medio material al que pertenecemos, sino capacidad de modificarlo, atendiendo a cuanto nos rodea.

Probablemente la nota más característica de Jeanne Hersch se encuentre en su empeño por situar su pensamiento en el paso al plano de la acción. Es éste un lugar fronterizo, en el que no se admiten sistematizaciones rígidas ni respuestas definitivas; pero en la forma en la que esta autora toma ahí posición podemos ver cómo su esfuerzo de clarificación apunta a propuestas, relativamente concretas, en muy diversos campos: de la ontología a la política, pasando por la estética y la historia del pensamiento.