David Finkelhor: David Finkelhor: «Entre los distintos segmentos de la población, los niños y los adolescentes son las principales víctimas de la violencia»

Es director del Centro de Investigación de Violencia Infantil, codirector del Laboratorio de Investigación de la Familia y profesor de Sociología en la Universidad de New Hampshire
Es director del Centro de Investigación de Violencia Infantil, codirector del Laboratorio de Investigación de la Familia y profesor de Sociología en la Universidad de New Hampshire
Entrevistas
(17/05/2010)

David Finkelhor es director del Centro de Investigación de Violencia Infantil, codirector del Laboratorio de Investigación de la Familia y profesor de Sociología en la Universidad de New Hampshire. Desde 1977, estudia las consecuencias de las agresiones y los malos tratos en los niños, así como la violencia familiar. Finkelhor es muy conocido por sus trabajos empíricos y conceptuales en materia de abusos sexuales a menores, que se han traducido en publicaciones como Sourcebook on Child Sexual Abuse (Sage, 1986) y Nursery Crimes (Sage, 1988). Ha investigado asimismo sobre homicidios infantiles, niños desaparecidos y raptados, niños expuestos a la violencia doméstica, agresiones entre menores y otras formas de violencia familiar. En su obra más reciente, por ejemplo, su libro Child victimization (Oxford University Press, 2008), ha intentado unificar e integrar los conocimientos sobre las distintas formas de agresión infantil en un campo que él ha denominado victimología del desarrollo. Este libro ha sido galardonado con el premio Daniel Schneider al Libro del Año para el Bienestar Infantil, en su edición de 2009. Finkelhorha escrito y coordinado 12 libros y más de 200 artículos y capítulos de diferentes publicaciones, y le han concedido diferentes becas de investigación, entre las que destacan la del Instituto Nacional de Salud Mental, del Centro Nacional de Abusos y Negligencias a Menores y del Ministerio de Justicia de los Estados Unidos. En 1994, la Sociedad Profesional Americana de Abusos a Menores le concedió la distinción Distinguished Child Abuse Professional Award; en 2004, recibió el galardón Significant Achievement Award de la Asociación para el Tratamiento de Agresores Sexuales; en 2005, junto con sus colaboradores, se hizo con el premio al artículo del año sobre maltrato infantil, y en 2007, la Sociedad de Criminología de los EE. UU. (ASC) le concedió la distinción ASC Fellow.

Es director del Centro de Investigación de Violencia Infantil, codirector del Laboratorio de Investigación de la Familia y profesor de Sociología en la Universidad de New Hampshire
Es director del Centro de Investigación de Violencia Infantil, codirector del Laboratorio de Investigación de la Familia y profesor de Sociología en la Universidad de New Hampshire
Entrevistas
17/05/2010

David Finkelhor es director del Centro de Investigación de Violencia Infantil, codirector del Laboratorio de Investigación de la Familia y profesor de Sociología en la Universidad de New Hampshire. Desde 1977, estudia las consecuencias de las agresiones y los malos tratos en los niños, así como la violencia familiar. Finkelhor es muy conocido por sus trabajos empíricos y conceptuales en materia de abusos sexuales a menores, que se han traducido en publicaciones como Sourcebook on Child Sexual Abuse (Sage, 1986) y Nursery Crimes (Sage, 1988). Ha investigado asimismo sobre homicidios infantiles, niños desaparecidos y raptados, niños expuestos a la violencia doméstica, agresiones entre menores y otras formas de violencia familiar. En su obra más reciente, por ejemplo, su libro Child victimization (Oxford University Press, 2008), ha intentado unificar e integrar los conocimientos sobre las distintas formas de agresión infantil en un campo que él ha denominado victimología del desarrollo. Este libro ha sido galardonado con el premio Daniel Schneider al Libro del Año para el Bienestar Infantil, en su edición de 2009. Finkelhorha escrito y coordinado 12 libros y más de 200 artículos y capítulos de diferentes publicaciones, y le han concedido diferentes becas de investigación, entre las que destacan la del Instituto Nacional de Salud Mental, del Centro Nacional de Abusos y Negligencias a Menores y del Ministerio de Justicia de los Estados Unidos. En 1994, la Sociedad Profesional Americana de Abusos a Menores le concedió la distinción Distinguished Child Abuse Professional Award; en 2004, recibió el galardón Significant Achievement Award de la Asociación para el Tratamiento de Agresores Sexuales; en 2005, junto con sus colaboradores, se hizo con el premio al artículo del año sobre maltrato infantil, y en 2007, la Sociedad de Criminología de los EE. UU. (ASC) le concedió la distinción ASC Fellow.

A grandes rasgos, ¿por qué es tan habitual que los niños sean víctimas de la violencia?

En primer lugar, una obviedad sobre por qué los menores se encuentran en situación de alto riesgo: los niños, en principio, son más pequeños físicamente, más débiles; tienen menos experiencia; dependen de terceras personas para su supervivencia. Además, aún no conocen las estrategias para limitar los conflictos o para mantenerse a salvo; eso se va aprendiendo con la experiencia que te da la vida.
Una segunda razón para la gran victimización de los menores es la ambivalencia de la sociedad en su protección. La sociedad dispone de un potente sistema compuesto por diferentes instituciones, puede proteger a la gente de la victimización. Me refiero a la legislación, a la policía, a la fiscalía y a los jueces.
Una tercera razón para el riesgo de los menores es que algunos se meten en situaciones bastante peligrosas. Ciertos grupos de menores, ya de edades avanzadas, en concreto, tienen más tendencia a incumplir las normas: hurtos, vandalismo, bandas... Los criminólogos han detectado que, a menudo, las víctimas son los propios menores que cometen ese tipo de delitos. No obstante, si bien es cierto que el riesgo aumenta si haces locuras, es una clara exageración afirmar que los menores son víctimas porque son delincuentes.
Y sobre el alto riesgo de victimización de los menores, hay otra razón que ya no es tan obvia y que tiene que ver con las condiciones sociales en que viven, con su modo de vida. No eligen las familias y los barrios donde viven, y no eligen las escuelas donde estudian.
 
Circulan ciertos mitos sobre la violencia infantil. ¿Puede hablarnos de ello?
En lo referente a la violencia infantil, es interesante destacar que somos bastante cortos de miras. Hay cosas que se ven claramente, llaman la atención y se crea una empatía inmediata, pero otras cosas no son tan sencillas de ver.
Se dice, por ejemplo, que a los niños, en cierto modo, les afecta menos la violencia que a los adultos, que son más resistentes, que se recuperan más rápido. Fijémonos en cómo ha evolucionado este supuesto en el caso de los abusos sexuales. La idea de que esos contactos son más traumáticos para un niño que para un adulto ahora se ha generalizado, pero en el campo de la violencia física o el acoso escolar la cosa se complica. En realidad, se cree lo contrario.
Veamos otro supuesto que hace que los adultos no se dediquen a ciertas formas de victimización infantil, sobre todo las que no son sexuales, a pesar de que en adultos el tema revestiría de una gran importancia: la idea de que las victimizaciones y las confrontaciones violentas pueden forjar el carácter de una persona. Es aquello de «tienes que aprender a enfrentarte a los que te acosan», «tienes que aprender a defenderte». Si lo vemos como una experiencia beneficiosa y educativa, difícilmente lo relacionaremos al mismo tiempo con conceptos como víctima, trauma, delito.
Un tercer supuesto interesante sobre la victimización infantil, concretamente en los acosos que se producen entre los propios menores, es que son menos serios y que quedan fuera de la intervención de los adultos porque son agresiones «mutuas».
 
¿Qué intervenciones son necesarias desde el ámbito político y social para cambiar esta situación?
En primer lugar, tenemos que evaluar a los niños teniendo en cuenta un amplio espectro de victimización. En el caso de los abusos sexuales, debemos investigar si hay algo más detrás; y en el caso del acoso escolar, también tenemos que investigar si hay algo más detrás. Hay que visibilizar todas las vulnerabilidades posibles.
En segundo lugar, creo que debemos dar prioridad a las personas que son víctimas por varios frentes. Tenemos que prestarles la atención adecuada. Tenemos que aprender a identificarlas en las escuelas, en los casos asignados a los profesionales del sector, en el sistema judicial de menores. No hay duda de que son niños que merecen una atención prioritaria. Por ello, necesitamos modelos de intervención de multivictimización. Y eso significa que las terapias no deben centrarse sólo en abusos sexuales; deben responder al espectro real de victimización que sufren los menores. Y eso también significa que es preciso ampliar el enfoque de los servicios de protección de menores. Un sistema de intervención que sólo ayuda a los menores a protegerse de las amenazas de los miembros de su propia familia es demasiado limitado. En mi opinión, los trabajadores de los centros de protección de menores deberían estar preparados para tener en cuenta la multivictimización, del mismo modo que la policía baraja siempre la posibilidad de distintos delitos. Hay que dar respuestas pertinentes a las diferentes amenazas a que se enfrentan los menores. Se tiene que poder trabajar con los responsables de aplicar la ley, con los educadores y los profesionales de la psiquiatría y la psicología.