Encuentran en Begues cuerpos inhumados según un rito funerario de hace 6.400 años

Los restos que ahora se han descubierto quedaron protegidos gracias a una ligera caída de piedras desde el exterior, cuando los cuerpos estaban aún muy enteros o iniciaban el proceso de descomposición.
Los restos que ahora se han descubierto quedaron protegidos gracias a una ligera caída de piedras desde el exterior, cuando los cuerpos estaban aún muy enteros o iniciaban el proceso de descomposición.
Investigación
(20/11/2013)

 

Las excavaciones en la cueva de Can Sadurní (Begues, Barcelona) han sacado a la luz cuatro esqueletos humanos de hace aproximadamente 6.400 años, inhumados según un modelo funerario que no se había documentado hasta ahora en la península ibérica. Existen muy pocas cuevas con necrópolis pertenecientes al periodo del hallazgo, el Neolítico medio inicial. Este caso, además, tiene la particularidad de que los cuerpos se conservan prácticamente íntegros y en la posición en que fueron inhumados. Precisamente en una campaña anterior en la misma cueva, se localizaron restos de la cerveza más antigua de Europa entre el ajuar funerario de otros cuerpos (no tan bien conservados), pertenecientes a la misma capa sepulcral. Las excavaciones en Can Sadurní están a cargo del Colectivo para la Investigación de la Prehistoria y la Arqueología de Garraf-Ordal (CIPAG), en colaboración con el Seminario de Estudios e Investigaciones Prehistóricas (SERP) de la UB.

 

Los restos que ahora se han descubierto quedaron protegidos gracias a una ligera caída de piedras desde el exterior, cuando los cuerpos estaban aún muy enteros o iniciaban el proceso de descomposición.
Los restos que ahora se han descubierto quedaron protegidos gracias a una ligera caída de piedras desde el exterior, cuando los cuerpos estaban aún muy enteros o iniciaban el proceso de descomposición.
Investigación
20/11/2013

 

Las excavaciones en la cueva de Can Sadurní (Begues, Barcelona) han sacado a la luz cuatro esqueletos humanos de hace aproximadamente 6.400 años, inhumados según un modelo funerario que no se había documentado hasta ahora en la península ibérica. Existen muy pocas cuevas con necrópolis pertenecientes al periodo del hallazgo, el Neolítico medio inicial. Este caso, además, tiene la particularidad de que los cuerpos se conservan prácticamente íntegros y en la posición en que fueron inhumados. Precisamente en una campaña anterior en la misma cueva, se localizaron restos de la cerveza más antigua de Europa entre el ajuar funerario de otros cuerpos (no tan bien conservados), pertenecientes a la misma capa sepulcral. Las excavaciones en Can Sadurní están a cargo del Colectivo para la Investigación de la Prehistoria y la Arqueología de Garraf-Ordal (CIPAG), en colaboración con el Seminario de Estudios e Investigaciones Prehistóricas (SERP) de la UB.

 

Los restos que ahora se han descubierto quedaron protegidos gracias a una ligera caída de piedras desde el exterior, cuando los cuerpos estaban aún muy enteros o iniciaban el proceso de descomposición. Pertenecen a cuatro individuos: un adulto masculino de unos cincuenta años, un subadulto bastante malogrado y dos niños, uno de ellos de entre tres y cuatro años, y el otro de entre cinco y seis. El adulto está acompañado de un ajuar funerario compuesto por un vaso ovoide con dos asas y porciones seleccionadas de dos cabras y un ternero. Debajo del brazo izquierdo del cadáver, a la altura del codo, se ha encontrado un colgante de oso pulido con una perforación para sostenerlo.

 
Los cuerpos se hallaban alineados y en posición fetal. Los individuos reposaban sobre el lado derecho, en posición encogida y con la columna vertebral doblada, de espaldas a la pared norte de la cueva. Los miembros inferiores de los esqueletos están muy flexionados, con las rodillas ante el tórax y las piernas plegadas contra los muslos. Los brazos también están flexionados y ocupan el espacio que hay entre las piernas y la cabeza. El fuerte doblamiento de los individuos indica que los cadáveres debían de estar ligados con cuerdas y envueltos con una mortaja que los ceñía.

Los cuatro cuerpos no fueron enterrados; sino tan solo depositados siguiendo el contorno de la pared norte de la cueva, longitudinalmente y en arco de círculo, y dejando un metro de distancia entre cada uno de ellos. Se calcula que esta práctica funeraria duró unos doscientos años: por encima de los cuerpos inhumados se iban acumulando más sedimentos, y sobre ellos se hacían posteriormente las siguientes inhumaciones. Un nuevo episodio de desprendimiento de bloques, esta vez bastante importante, desplazó y esparció los restos de los últimos cuerpos que se habían depositado en este emplazamiento funerario. Entre estas inhumaciones posteriores y peor conservadas, se localizaron en 1999 un pie y una mano en conexión, junto a un ajuar que incluía el fragmento de una jarra en la que se identificaron oxalatos y fitolitos de cebada. Los investigadores determinaron que eran los restos de fermentación de cerveza más antiguos de Europa.
 
Durante la reciente campaña de excavación, también se ha encontrado una estructura de combustión que por sus características parece ser producto de un solo episodio, concreto y limitado en el tiempo —probablemente unas horas—, pero suficientemente potente como para crear una capa de ceniza. Aunque se cree anterior al episodio funerario estudiado, en otras excavaciones ya se habían identificado, en el mismo lugar, otras estructuras de combustión que sí eran contemporáneas a las inhumaciones. Esto hace pensar en la existencia de una relación entre estas estructuras y los rituales de inhumación. En concreto, se considera la posibilidad de que fueran fuegos de velatorio, que se encendían el día en que se depositaban los muertos en el interior de la cavidad.

El trabajo de investigación en la cueva de Can Sadurní se enmarca en el proyecto del CIPAG La Prehistoria al sudeste del Llobregat. De la costa al macizo de Garraf-Ordal, que tiene el apoyo de la Universidad de Barcelona y cuyos coordinadores son Josep Maria Fullola, catedrático de Prehistoria de la UB, y Manuel Edo, arqueólogo, prehistoriador y presidente del CIPAG. Desde hace 35 años, la dirección de las excavaciones arqueológicas está a cargo de Manuel Edo y de Ferran Antolín. En la tarea de investigación intervienen especialistas y laboratorios de varias universidades catalanas, como el SERP de la UB, los laboratorios de Arqueozoología, Arqueobotánica y Antropología de la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad de Lleida y el CSIC, entre otros.

Las excavaciones de 2013 han sido posibles gracias a una campaña de micromecenazgo organizada por el equipo del CIPAG, así como al patrocinio de Cerveza Artesana Homebrew, el Centro de Estudios Beguetanos y el Ayuntamiento de Begues. Estas fuentes de financiación «han permitido paliar el retraso de las subvenciones concedidas para realizar las campañas de excavación por parte de la Generalitat de Cataluña», señalan los investigadores que realizan las exploraciones arqueológicas. Igualmente, han colaborado en este último descubrimiento del proyecto las antropólogas Concepció Castellana y Remei Bardera, como también las arqueozoólogas Maria Saña y Vanessa Navarrete, que han estudiado los datos esqueléticos tanto de los inhumados como de la fauna que los acompañaba.