La realidad virtual ayuda a las personas a confortarse y aceptarse

A. Entorno en el que la participante ve y habla. B. La niña virtual que llora está sentada en una silla virtual colocada en la misma posición que la silla que hay en la habitación real. La participante puede ver su representación corporal en el espejo de la izquierda y su cuerpo virtual cuando mira hacia ella; en esta imagen pueden verse sus manos. C. La participante observa la compasión expresada desde el cuerpo infantil. Es interesante fijarse en el espejo de la derecha. D. Vista que una tercera persona tiene del escenario. Foto: Aitor Rovira (University College de Londres)
A. Entorno en el que la participante ve y habla. B. La niña virtual que llora está sentada en una silla virtual colocada en la misma posición que la silla que hay en la habitación real. La participante puede ver su representación corporal en el espejo de la izquierda y su cuerpo virtual cuando mira hacia ella; en esta imagen pueden verse sus manos. C. La participante observa la compasión expresada desde el cuerpo infantil. Es interesante fijarse en el espejo de la derecha. D. Vista que una tercera persona tiene del escenario. Foto: Aitor Rovira (University College de Londres)
Investigación
(13/11/2014)

Una investigación realizada por un grupo de psicólogos e informáticos de la Universidad de Barcelona, la University College de Londres y la Universidad de Derby ha demostrado que la autocompasión puede aprenderse utilizando avatares en un contexto de inmersión en realidad virtual. Este procedimiento innovador reduce la autocrítica y aumenta la autocompasión y los sentimientos de complacencia en individuos que son muy críticos consigo mismos. Los autores de la investigación, cuyos resultados se han publicado en la revista PLOS ONE, afirman que dicha técnica podría utilizarse para tratar un gran número de trastornos clínicos, incluida la depresión.

 
A. Entorno en el que la participante ve y habla. B. La niña virtual que llora está sentada en una silla virtual colocada en la misma posición que la silla que hay en la habitación real. La participante puede ver su representación corporal en el espejo de la izquierda y su cuerpo virtual cuando mira hacia ella; en esta imagen pueden verse sus manos. C. La participante observa la compasión expresada desde el cuerpo infantil. Es interesante fijarse en el espejo de la derecha. D. Vista que una tercera persona tiene del escenario. Foto: Aitor Rovira (University College de Londres)
A. Entorno en el que la participante ve y habla. B. La niña virtual que llora está sentada en una silla virtual colocada en la misma posición que la silla que hay en la habitación real. La participante puede ver su representación corporal en el espejo de la izquierda y su cuerpo virtual cuando mira hacia ella; en esta imagen pueden verse sus manos. C. La participante observa la compasión expresada desde el cuerpo infantil. Es interesante fijarse en el espejo de la derecha. D. Vista que una tercera persona tiene del escenario. Foto: Aitor Rovira (University College de Londres)
Investigación
13/11/2014

Una investigación realizada por un grupo de psicólogos e informáticos de la Universidad de Barcelona, la University College de Londres y la Universidad de Derby ha demostrado que la autocompasión puede aprenderse utilizando avatares en un contexto de inmersión en realidad virtual. Este procedimiento innovador reduce la autocrítica y aumenta la autocompasión y los sentimientos de complacencia en individuos que son muy críticos consigo mismos. Los autores de la investigación, cuyos resultados se han publicado en la revista PLOS ONE, afirman que dicha técnica podría utilizarse para tratar un gran número de trastornos clínicos, incluida la depresión.

 
El grupo de investigadores ha diseñado un método para mejorar la autocompasión que consiste en crear una situación en la que el sujeto se enfrenta a sí mismo mediante avatares y tecnologías relacionadas con los videojuegos. La realidad virtual ya se ha utilizado en otros casos para tratar trastornos psicológicos como fobias y estrés postraumático; sin embargo, este estudio se centra en su uso como medio para promover el bienestar emocional.
 
Compasión desde una perspectiva virtual infantil
 
En el estudio participaron 43 mujeres con tendencia a la autocrítica. Para ello adoptaron un cuerpo virtual de tamaño real que sustituía al propio y les permitía tener una perspectiva en primera persona a través de los ojos del avatar.
Una vez adoptado el cuerpo virtual, se pidió a las participantes que mostraran su compasión hacia un niño virtual. Mientras hablaban, el niño parecía escucharlas y responder positivamente a su compasión. Después de unos minutos, veintidós de las participantes adoptaron el cuerpo infantil y desde esta perspectiva observaron cómo su cuerpo adulto virtual original expresaba las palabras de compasión que ellas mismas habían pronunciado antes. Las otras veintiuna participantes observaron cómo su cuerpo adulto virtual original expresaba compasión hacia el niño desde una perspectiva de tercera persona. Una serie de pruebas verificadas permitieron registrar datos relacionados con el estado de ánimo, la situación emocional y los rasgos de personalidad antes y después del experimento.
 
El profesor Mel Slater, coautor del estudio y director del Grupo de Investigación Entornos Virtuales en Neurociencias y Tecnología Experimental (EventLab) de la Facultad de Psicología de la UB, explica que «una vez te colocas el aparato en la cabeza, miras hacia abajo y ves un cuerpo virtual que remplaza al tuyo y se mueve como si fuera el proprio y, además, lo ves reflejado en el espejo: tu cerebro interpreta que ese cuerpo es el propio». «En estudios previos —añade Slater, investigador de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA)—, comprobamos que cuando un adulto adopta el cuerpo de un niño, sus percepciones del mundo y de sí mismo se asemejan a las de un niño. En este nuevo estudio, las participantes reciben la compasión que ellas mismas han expresado como adultas».
 
Según el investigador, «la principal ventaja de este procedimiento frente a otros métodos es que se consigue sentir autocompasión de forma indirecta», por lo que «esta técnica puede ayudar a vencer la resistencia observada en aquellos individuos que sienten que no merecen compasión».
 
La doctora Caroline Falconer, primera autora del artículo y profesora del Departamento de Psicología Clínica, Educativa y de la Salud del University College de Londres, afirma: «Las mujeres cuya experiencia en primera persona tuvo lugar a través de los ojos del avatar infantil se sintieron mejor, más seguras y satisfechas; sus sentimientos de autocompasión aumentaron y la tendencia a la autocrítica disminuyó». Estas participantes experimentaron una sensación única en la que se dedicaron palabras amables y autoafirmadoras a sí mismas. Por el contrario, aquellas que solo lo experimentaron en tercera persona únicamente mostraron un descenso de la autocrítica. Como señala la doctora Falconer, «estos resultados subrayan los beneficios que tiene la experimentación en primera persona mediante inmersión en realidad virtual para cultivar la autocompasión».
 
La autocrítica excesiva es uno de los factores más destacados que intervienen en el desarrollo y la persistencia de un gran número de enfermedades mentales, incluida la depresión. Los científicos afirman que las personas que son autocompasivas tienden a mostrar unos niveles más bajos de autocrítica y son capaces de afrontar mejor las experiencias negativas y los problemas; porque la autocompasión actúa como amortiguador, les ayuda a estar de mejor humor y les proporciona una sensación mayor de bienestar.
 
El profesor Chris Brewin, coordinador del estudio y miembro del Departamento de Psicología Clínica, Educativa y de la Salud del University College de Londres, muestra su satisfacción ante los beneficios inmediatos observados en las mujeres que participaron en el estudio. «Ahora, continuaremos trabajando para desarrollar con detalle un estudio clínico que nos permita medir los efectos positivos que este método tiene en la salud de las personas con depresión», afirma. «Queremos averiguar —destaca el investigador— si los beneficios observados en mujeres también se producen en el caso de los hombres diagnosticados con depresión. Si los resultados lo corroboran, esperamos que la terapias basadas en la realidad virtual se conviertan en un tratamiento viable y de bajo coste que las personas puedan utilizar incluso en su propia casa a través de las tecnologías relacionadas con los videojuegos».
Por su parte, el profesor Paul Gilbert, coautor del estudio y experto en terapia focalizada en la compasión de la Universidad de Derby, explica que «la investigación internacional está demostrando que la compasión puede desempeñar un papel muy importante en un gran número de procesos psicológicos y neurofisiológicos». «El reto actual —prosigue— consiste en ayudar a las personas a despertar, generar y sentir compasión con beneficios terapéuticos».
 
Financiado por el Consejo Británico de Investigaciones Médicas, este estudio se ha desarrollado en el University College de Londres a cargo de un grupo de investigadores liderados por los profesores Mel Slater y Chris Brewin. Los investigadores Caroline Falconer, Aitor Rovira, John King, Angus Antley y Paul Gilbert también han participado en el estudio.
 

Las implicaciones de adoptar un cuerpo virtual
 
Este estudio es una de las primeras pruebas que demuestra que la técnica de adoptar un cuerpo virtual puede utilizarse en salud mental para inculcar emociones positivas y reducir las negativas.
 
Estudios previos desarrollados por el Event Lab habían demostrado las consecuencias fisiológicas y psicológicas de este tipo de ilusiones corporales. Así se ha constatado, por ejemplo, que un brazo virtual hasta tres veces más grande que el propio puede sentirse como propio, que las actitudes xenófobas en personas de raza blanca disminuyen al adoptar cuerpos virtuales de personas de raza negra, y que los adultos que adoptan avatares infantiles experimentan cambios en la percepción del tamaño.
 
Vídeo:
 

El vídeo ilustra el experimento realizado. Primero, la participante consuela a la niña virtual que llora. Obtenemos una vista estéreo de lo que la participante ve a través del aparato que lleva en la cabeza. Después de intentar consolar a la niña, la participante adopta el cuerpo del avatar infantil y desde él se ve a sí misma transmitiendo compasión. Además, puede observarse cómo la participante se mira de vez en cuando en un espejo virtual y ve su reflejo.
 
Artículo:
 
C. Falconer, M. Slater, A. Rovira, J. King, P. Gilbert, A. Antley y C. Brewin. «Embodying compassion: a virtual reality paradigm for overcoming excessive self-criticism». PLOS ONE, 12 de noviembre de 2014. Doi:10.1371/journal.pone.0111933