Objetivo: retirar las redes de pesca perdidas en el mar para proteger los fondos marinos

Las artes de pesca enrocadas en los fondos marinos son auténticas redes «fantasma» que continúan capturando organismos durante muchos meses.
Las artes de pesca enrocadas en los fondos marinos son auténticas redes «fantasma» que continúan capturando organismos durante muchos meses.
Investigación
(11/06/2015)

Retirar las redes y las artes de pesca —tanto deportivas como artesanales— que han quedado perdidas y enrocadas en los fondos marinos y evitar así que causen un grave impacto ambiental sobre los ecosistemas marinos: este es el objetivo principal de la campaña de recuperación de redes de pesca perdidas que se iniciará el próximo viernes, 12 de junio, a las 10 horas, a bordo del barco Freuetó en el puerto de L'Estartit. Se trata de una iniciativa impulsada por un equipo del Departamento de Ecología y del Instituto de Investigación de Biodiversidad de la UB (IRBio) junto con el Parque Natural del Montgrí, las Islas Medas y el Baix Ter.

Las artes de pesca enrocadas en los fondos marinos son auténticas redes «fantasma» que continúan capturando organismos durante muchos meses.
Las artes de pesca enrocadas en los fondos marinos son auténticas redes «fantasma» que continúan capturando organismos durante muchos meses.
Investigación
11/06/2015

Retirar las redes y las artes de pesca —tanto deportivas como artesanales— que han quedado perdidas y enrocadas en los fondos marinos y evitar así que causen un grave impacto ambiental sobre los ecosistemas marinos: este es el objetivo principal de la campaña de recuperación de redes de pesca perdidas que se iniciará el próximo viernes, 12 de junio, a las 10 horas, a bordo del barco Freuetó en el puerto de L'Estartit. Se trata de una iniciativa impulsada por un equipo del Departamento de Ecología y del Instituto de Investigación de Biodiversidad de la UB (IRBio) junto con el Parque Natural del Montgrí, las Islas Medas y el Baix Ter.

Esta primera intervención para detectar y retirar los aparejos de pesca perdidos, en la que participan los expertos de la UB Bernat Hereu, Cristina Linares, Pol Capdevila y Eneko Aspillaga, quiere minimizar los impactos que estos utensilios puedan ocasionar sobre el fondo y las especies atrapadas. Además, también servirá para fomentar la sensibilización de todos los colectivos de usuarios del parque natural sobre la fragilidad de los fondos marinos y los esfuerzos que es necesario hacer para mantener y restaurar el patrimonio natural.

 
Redes «fantasma» que aún atrapan peces

La mayoría de artes utilizadas en la pesca recreativa —una actividad ampliamente practicada que suele ser compatible con la conservación de espacios naturales— y la pesca artesanal —la modalidad profesional más sostenible para explotar los recursos pesqueros— son artes de pesca pasivas (es decir, son aparejos que no son estirados por el motor de las barcas y no se arrastran por los fondos marinos). «No obstante —explica Bernat Hereu, profesor del Departamento de Ecología de la UB y coordinador de la campaña científica—, cuando las diferentes artes de pesca deportivas y artesanales (anzuelos, hilos, plomos, palangres, trasmallo, etc.) se han perdido o han quedado enrocadas en el fondo, pueden causar graves impactos a los ecosistemas marinos».

Las artes de pesca enrocadas en los fondos marinos son auténticas redes «fantasma» que continúan capturando peces durante muchos meses, pero sin ningún rendimiento para las pesquerías. Según los expertos, esta es la causa de un alto porcentaje de las capturas accidentales de especies comerciales y no comerciales en todo el mundo. Además, los peces atrapados en las redes pueden ser una trampa mortal para las aves marinas que pescan (cormoranes, etc.).

 
Una amenaza para la biodiversidad de los fondos marinos

Las redes perdidas, que pueden tener cientos de metros, son arrastradas por el movimiento de las masas de agua (corrientes marinas, temporales, etc.), de modo que se enredan con los organismos sésiles que viven en los fondos marinos y los arrancan.

«Las comunidades que forman estos fondos —sobre todo el coralígeno, en el límite entre el sustrato rocoso y la plataforma sedimentaria— están formadas por una gran cantidad de organismos de crecimiento lento y estructura muy frágil, como algas calcáreas, gorgonias, briozoos, algas arborescentes, etc., que son muy sensibles a cualquier perturbación física, y cuya recuperación es muy lenta», alerta Bernat Hereu.

Las líneas de pesca y anzuelos enrocados y cortados también pueden causar graves desperfectos en el bentos cuando se enredan en organismos sésiles (gorgonias, corales, algas, etc.). Además, cabe añadir que, con el paso del tiempo, los plásticos utilizados en la fabricación de las artes de pesca se degradan y se incorporan a la red trófica de los ecosistemas marinos, lo que supone una nueva amenaza para la conservación de muchas especies que acaban ingiriéndolos de forma accidental.

 
Más seguridad para las actividades de ocio en la costa

Estas redes también pueden suponer un peligro para la seguridad en zonas como la costa catalana, donde hay una gran actividad de ocio y turismo relacionada con los fondos marinos: en concreto, riesgos para la navegación (redes enredadas con las hélices de los barcos, por ejemplo) y para los bañistas y submarinistas. Aparte del impacto medioambiental, los restos perdidos de artes de pesca generan una mala imagen que desincentiva el disfrute de la naturaleza y el turismo.

El protocolo de retirada de redes encalladas en el Parque Natural del Montgrí, Islas Medas y Baix Ter forma parte de un proyecto del Grupo de Investigación MedRecover para poner a punto medidas preventivas y de mitigación de restos perdidos de artes de pesca. Este proyecto, que podría ampliarse a otros puntos del litoral catalán, incluye campañas de sensibilización para el colectivo de pescadores deportivos y artesanales; campañas de detección de estas redes con la colaboración de pescadores, bañistas, submarinistas o navegantes, y la retirada de las redes detectadas con el mínimo impacto posible.

 
 
 
  Fotografías: Bernat Hereu (Dept. Ecología UB-IRBio)