Descubiertas unas ricas comunidades de corales en el cañón submarino de Palamós

Los corales de agua fría potencian la biodiversidad marina dada su asociación con el ciclo vital de muchos organismos marinos.
Los corales de agua fría potencian la biodiversidad marina dada su asociación con el ciclo vital de muchos organismos marinos.
Investigación
(20/05/2016)

Un equipo científico ha descubierto en el cañón de La Fonera —conocido también como el cañón de Palamós— unas ricas comunidades de corales profundos, un ecosistema marino muy vulnerable a la actividad humana. El hallazgo se ha descrito en un artículo publicado en la revista PLOS ONE y firmado por los investigadores Galderic Lastras, Miquel Canals y Anna Sànchez-Vidal, del Grupo de Investigación Consolidado (GRC) de Geociencias Marinas (Facultad de Geología de la Universidad de Barcelona), junto con Enric Ballesteros (Centro de Estudios Avanzados de Blanes, CEAB-CSIC) y Josep-Maria Gili (Instituto de Ciencias del Mar, ICM-CSIC).

Los corales de agua fría potencian la biodiversidad marina dada su asociación con el ciclo vital de muchos organismos marinos.
Los corales de agua fría potencian la biodiversidad marina dada su asociación con el ciclo vital de muchos organismos marinos.
Investigación
20/05/2016

Un equipo científico ha descubierto en el cañón de La Fonera —conocido también como el cañón de Palamós— unas ricas comunidades de corales profundos, un ecosistema marino muy vulnerable a la actividad humana. El hallazgo se ha descrito en un artículo publicado en la revista PLOS ONE y firmado por los investigadores Galderic Lastras, Miquel Canals y Anna Sànchez-Vidal, del Grupo de Investigación Consolidado (GRC) de Geociencias Marinas (Facultad de Geología de la Universidad de Barcelona), junto con Enric Ballesteros (Centro de Estudios Avanzados de Blanes, CEAB-CSIC) y Josep-Maria Gili (Instituto de Ciencias del Mar, ICM-CSIC).

 

Los corales de agua fría, conocidos desde hace siglos por los pescadores noruegos, han sido observados en diferentes latitudes del mundo, y son considerados como los «primos» de agua fría de los arrecifes de coral de las regiones tropicales. Este tipo de corales forman colonias muy frágiles y ramificadas, que potencian la biodiversidad marina dada su asociación con el ciclo vital de muchos organismos marinos.

 

Colonias profundas de corales de agua fría en el Mediterráneo

 

En la península ibérica, las primeras comunidades de corales de agua fría se descubrieron en 2010 en el cañón de Avilés, en el mar Cantábrico. En el Mediterráneo occidental, equipos de la Universidad de Barcelona y el CSIC habían descubierto colonias vivas en el cañón del cabo de Creus, un hallazgo científico que representa uno de los ejemplos mejor documentados de este tipo de ecosistema profundo en todo el Mediterráneo.

 

Se calcula que las nuevas comunidades descubiertas por el equipo de investigación en el cañón de La Fonera —entre 130 y 370 metros de profundidad— ocupan potencialmente una extensión de unos 400.000 metros cuadrados. Las grabaciones de vídeo que testimonian el descubrimiento se obtuvieron mediante un vehículo submarino por control remoto (ROV) no tripulado. En este particular hábitat submarino, las especies más abundantes son los corales Madrepora oculata (coral blanco) y Dendrophyllia cornigera (coral amarillo). «Estos nuevos hábitats extienden la provincia de corales de agua fría en el Mediterráneo noroccidental más al sur de lo que hasta ahora se conocía: anteriormente, se habían observado en el cañón del cabo de Creus y en otros cañones del golfo de León», explica el profesor Galderic Lastras, primer autor del artículo.

 

Proteger un hábitat amenazado por la actividad humana

 

El cañón de La Fonera, aguas afuera de la costa catalana, presenta un relieve muy abrupto, con profundidades muy grandes casi cerca de la línea de la costa. La vertiente norte del cañón, donde se practica habitualmente la pesca de arrastre, presenta un relieve suavizado en comparación con la vertiente sur, mucho más abrupta. Tal como señala el catedrático Miquel Canals, jefe del GRC de Geociencias Marinas de la UB, «la pesca de arrastre modifica el relieve submarino a gran escala, por lo que el paisaje pasa de un relieve en barrancos a otro en forma de terrazas o bancales que siguen las curvas de nivel o isóbatas».

 

Es en las partes más abrigadas de la vertiente norte donde se han encontrado estas comunidades de corales de agua fría, que muestran síntomas claros del impacto de la actividad humana: «Las colonias de corales de dimensiones mayores se encuentran en áreas inaccesibles para la pesca de arrastre, como paredes prácticamente verticales y lugares muy abruptos, donde también se observa Corallium rubrum (coral rojo). A menudo, sin embargo, las colonias de corales están rotas, trituradas, con artes de pesca y plásticos pegados, o parcialmente tapadas por sedimento, en especial las más cercanas a los caladeros donde se practica habitualmente la pesca de arrastre», alerta Galderic Lastras.

 

«En este sentido —continúa—, aunque en los caladeros de arrastre, donde el fondo es dominantemente fangoso, no hay este tipo de comunidades, el removimiento del sedimento por las artes de pesca puede afectar a estos hábitats tan vulnerables que, en definitiva, son el vivero de las especies de interés comercial».

 

 

Imágenes: Grupo de Investigación Consolidado (GRC) de Geociencias Marinas