Trinidad Donoso, delegada del rector para la Igualdad de Género: «Una sociedad que convierte la diferencia sexual en desigualdad social es una sociedad enfermiza»

Trinidad Donoso ocupa el cargo de delegada del rector para la Igualdad de Género desde octubre de 2014.
Trinidad Donoso ocupa el cargo de delegada del rector para la Igualdad de Género desde octubre de 2014.
Entrevistas
(13/07/2016)

Lograr la igualdad entre todas las personas que forman la comunidad universitaria: con este objetivo, la Universidad de Barcelona puso en marcha, hace ocho años, la Unidad de Igualdad. Al frente de este organismo está Trinidad Donoso, que desde octubre de 2014 ocupa el cargo de delegada del rector para la Igualdad de Género. Doctora en Ciencias de la Educación, compatibiliza este nombramiento con la docencia: es profesora titular del Departamento de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación. Con una cartera llena de ideas, desde la Unidad pone en marcha proyectos «grandes y pequeños, pero todos importantes», que poco a poco se van convirtiendo en realidad. «La Universidad tiene un compromiso social con la consecución de la igualdad de género», afirma rotunda. Hablamos con ella sobre cuál es la realidad respecto a este tema en la Universidad de Barcelona y hacia dónde se trabaja para prevenir y erradicar las relaciones abusivas en las aulas y en los campus.

 

Trinidad Donoso ocupa el cargo de delegada del rector para la Igualdad de Género desde octubre de 2014.
Trinidad Donoso ocupa el cargo de delegada del rector para la Igualdad de Género desde octubre de 2014.
Entrevistas
13/07/2016

Lograr la igualdad entre todas las personas que forman la comunidad universitaria: con este objetivo, la Universidad de Barcelona puso en marcha, hace ocho años, la Unidad de Igualdad. Al frente de este organismo está Trinidad Donoso, que desde octubre de 2014 ocupa el cargo de delegada del rector para la Igualdad de Género. Doctora en Ciencias de la Educación, compatibiliza este nombramiento con la docencia: es profesora titular del Departamento de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación. Con una cartera llena de ideas, desde la Unidad pone en marcha proyectos «grandes y pequeños, pero todos importantes», que poco a poco se van convirtiendo en realidad. «La Universidad tiene un compromiso social con la consecución de la igualdad de género», afirma rotunda. Hablamos con ella sobre cuál es la realidad respecto a este tema en la Universidad de Barcelona y hacia dónde se trabaja para prevenir y erradicar las relaciones abusivas en las aulas y en los campus.

 

¿Qué es la Unidad de Igualdad y qué labor realiza?

La Unidad de Igualdad de la Universidad de Barcelona se creó en febrero de 2008 y su finalidad principal es dirigir, supervisar y evaluar todas las políticas de igualdad de género que se desarrollan en la Universidad.

El caso de la Universidad de Barcelona es, además, único. Cada facultad tiene su propia comisión de igualdad (formada por PDI, PAS y estudiantes), y la presidencia de cada una de estas comisiones conforma la Comisión de Igualdad de la UB. Se trata de la única universidad que tiene esta estructura. Eso tiene sus ventajas y sus inconvenientes. La ventaja es que así puedes llegar a todas las facultades, en el sentido de que, en cada centro, tienes una comisión que vigila cómo se despliegan las políticas de igualdad y que coordina las acciones que se llevan a cabo en un tema como este, que todavía está muy atrasado. El inconveniente es que hay que velar mucho para que haya una comunicación continua entre las comisiones y la Unidad de Igualdad, que es la responsable de elaborar y desarrollar las políticas de igualdad. Ahora bien: para mí, son valiosísimas las comisiones, y durante este tiempo han sido mi grupo de apoyo.

Hay quien podría pensar que en la universidad, donde prima el conocimiento, el tema de la desigualdad de género está superado.

Eso es una creencia, un mito que está muy arraigado y que se ha de desbancar. Porque la universidad es un reflejo de lo que pasa en la sociedad. La universidad la formamos personas, y cada uno de nosotros llevamos encima la mochila de nuestra educación, de nuestro ámbito social, de nuestra familia, de nuestra formación... Esta mochila viene cargada con creencias, roles y estereotipos presentes en la sociedad. Es decir, no entramos o no trabajamos en la universidad y dejamos fuera todo nuestro pensamiento, nuestro imaginario... No. Lo transportamos hasta aquí.

¿Qué casos llegan a la Unidad y de qué forma se actúa?

Tenemos un promedio de diez casos al año, y la mayoría nos llegan del alumnado. Se trata de quejas de discriminación por razón de sexo o de género: anuncios publicitarios que se cuelgan en los centros, o bien comentarios sexistas dentro de espacios UB. También nos hemos encontrado, a veces, con publicaciones o pintadas hechas por alumnado que contienen discursos o mensajes discriminatorios. En estas situaciones, desde la Unidad estudiamos, primero, qué podemos hacer. Normalmente hablamos con las personas implicadas y con ello suele ser suficiente. Por otra parte, también hemos tenido casos de acoso entre alumnos que han tenido una relación afectiva, pero son pocos.

Teniendo en cuenta el elevado número de miembros que forman la comunidad UB (más de 61.000 personas en el curso 2015-2016), diez casos al año puede parecer una cifra reducida.

Puede que haya más casos, pero es complicado detectarlos, porque la discriminación y las violencias de género están naturalizadas en nuestra cultura. Además, la mayoría de la comunidad universitaria no conoce los recursos que tenemos en la Universidad para hacerles frente. Por ejemplo, no se tiene suficiente conocimiento del protocolo y la posibilidad de tramitar una queja y, por tanto, no llegan tantas quejas como casos pueda haber.

¿Qué se puede hacer desde la universidad para cambiar esta situación?

La universidad tiene tres misiones: docencia, investigación y transferencia de conocimiento, y las políticas de igualdad deben entrar en todos estos ámbitos. No puede haber calidad dentro de una institución de enseñanza superior si no se considera que las políticas de igualdad son un eje central del gobierno de la universidad.

En este contexto, desde la Unidad de Igualdad debemos trabajar y aplicar unas políticas que sean reactivas y proactivas. Políticas reactivas son las que implican actuar cuando se dan casos de discriminación o de acoso por razón de sexo, de género o de orientación sexual. Por políticas proactivas me refiero a trabajar para crear un ambiente propicio en el que no se den estas situaciones y modificar los elementos estructurales que no permiten que el saber y la experiencia de las mujeres estén presentes en el mundo universitario. ¿Cómo hacerlo? Transversalizando la perspectiva de género en la docencia y la investigación. Es decir, enseñando al alumnado a tener una mirada crítica hacia las discriminaciones. Esa ya es una forma de actuar proactivamente. Si solo aplicamos políticas reactivas, nos estamos equivocando. Por eso es clave la colaboración del profesorado, del alumnado y también del PAS.

¿Cuál es la realidad que se vive en la Universidad de Barcelona respecto a la igualdad de género?

Acabamos de impartir en todas las facultades la charla «El camino de la Universidad hacia la igualdad», dirigida a todos los miembros de la comunidad universitaria. Allí explicábamos de dónde vienen las discriminaciones, cómo desde que nacemos se va configurando, de alguna forma, una diferencia entre mujeres y hombres que constituye desigualdad.

Pues bien, esta diferencia que hay en toda la sociedad entre hombres y mujeres entra también en la universidad y la atraviesa. Me explico. En estos momentos, en la Universidad de Barcelona hay más mujeres que hombres estudiando (en el curso 2015-2016, el 61,6 % de los estudiantes de grado y de ciclos eran mujeres). Pero a partir de cierto momento, cuando leen la tesis doctoral, se produce un descenso considerable de mujeres. ¿Por qué? Piensa que posiblemente ese momento coincide con el de formar una pareja, tener hijos... Hay varios factores que lo explican. Hace diez años que se analiza esta situación y, en este tiempo, no ha cambiado nada. Y esto sucede en toda Europa. Deberíamos hacer algo, ¿no? Nosotros debemos actuar proactivamente para ver cómo podemos trabajar todos estos aspectos.

En este tiempo, ¿qué proyectos se han llevado a cabo desde la Unidad de Igualdad?

Han sido diversos. Hemos hecho la evaluación del II Plan de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres de la Universidad de Barcelona para poder salir adelante y empezar a elaborar el III Plan. Por otra parte, hemos organizado un curso sobre cómo y por qué llevar a cabo investigación con perspectiva de género (lo hicimos a través del Instituto de Ciencias de la Educación y fue un éxito: el primer día se agotaron las plazas, y ya estamos preparando la segunda edición). También tenemos en marcha el premio al mejor trabajo de final de grado con perspectiva de género, en colaboración con el Instituto Catalán de las Mujeres. En cuanto a la comunicación, hemos abierto cuentas de Twitter y Facebook, y hemos creado el Butlletí UB+ para difundir todo lo que se hace en temas de género en la Universidad y también fuera, en Europa. Después, como iniciativas mayores, se ha llevado a cabo el proyecto «La UB contra la violencia machista: ¡Únete de verdad!», que tuvo un gran eco entre la comunidad universitaria, y hemos firmado un convenio con la asociación Conexus para desarrollar un programa de atención dirigido específicamente al alumnado que sufra violencia de género.

Con este convenio, la Universidad de Barcelona se ha convertido en la primera universidad catalana que implementa el Programa para las universidades contra la violencia machista, un ambicioso proyecto de prevención, detección y atención de relaciones abusivas y violencias machistas en el entorno universitario, desarrollado por Conexus. ¿Qué es exactamente y a quién se dirige?

Conexus es una entidad que hace muchos años que trabaja en el tema de la violencia de género, en el que son especialistas. Trabajan con mujeres y hombres, con unos servicios muy bien organizados. Ellos nos ofrecieron este proyecto, que tiene el apoyo del Instituto Catalán de las Mujeres y la Obra Social La Caixa, y que posee unas características determinadas: va dirigido a alumnas que sufren violencia o la han sufrido y necesitan un refuerzo psicológico para salir de esa experiencia (porque las secuelas de la violencia son dolorosas), y a hombres que creen tener actitudes machistas y quieren superarlas. Hablamos de situaciones afectivas que, o bien están en marcha, o ya están cerradas. En el 93 % de los casos, este tipo de violencia en las relaciones afectivas la padecen las mujeres.

Este servicio nos permite poner al alcance de nuestro alumnado un espacio de atención psicológica que hasta ahora no les podíamos ofrecer. También nos permite dar respuesta a casos en que el agresor es personal externo a la Universidad. La violencia en las relaciones afectivas deja a la mujer rota en todos los sentidos: con una autoestima bajísima, sexualmente mal... Y Conexus les da ese asesoramiento, apoyo y seguimiento, de forma totalmente confidencial y privada.

¿Tiene algún otro proyecto en marcha para los próximos meses?

Entre los proyectos más inmediatos, está el Protocolo de cambio de nombre de uso común de personas transexuales y transgénero. También empezamos a preparar ahora la segunda edición del proyecto «La UB contra la violencia machista», que este año estará enfocado en «Cómo construir relaciones socioafectivas sanas: Cuídate, cuida». Y ya de cara a septiembre, organizaremos una jornada interna para elaborar el reglamento de la Unidad y de todas las comisiones. Esto servirá también para fortalecer las comisiones dentro de cada facultad y para crear una red más estrecha entre los propios centros. Se trata de un proyecto más interno, que no tendrá tanto impacto, pero que puede dar muchísimo de sí para aplicar las políticas de igualdad en la Universidad de Barcelona.

Yo siempre digo: una sociedad que convierte la diferencia sexual en desigualdad social no es una sociedad que esté bien. Tiene algo enfermizo. Si no aplicamos medidas correctoras, al alumnado que sale de la universidad le damos dos certificados. Uno es el certificado de graduado en un ámbito de conocimiento, pero también le damos otro invisible: el de reproductor o reproductora de roles y estereotipos de género. Porque si no hemos hecho nada, seguirán perpetuando lo que han vivido, lo que hay en la sociedad. Lo que está claro es que la igualdad por sí sola y naturalmente no se logrará. Quedan muchas cosas por hacer. Yo creo que, en eso, la universidad tiene una responsabilidad muy grande.