Descubren los indicios de terremotos que han afectado a las costas de Chile durante los últimos 9.000 años

El nuevo estudio es un primer avance para mejorar la evaluación del riesgo sísmico en regiones andinas.
El nuevo estudio es un primer avance para mejorar la evaluación del riesgo sísmico en regiones andinas.
Investigación
(07/03/2018)

Un equipo científico ha descubierto la huella geológica de los terremotos y tsunamis que han afectado a la región de Aysén (Chile) desde hace más de 9.000 años. La nueva investigación contribuirá a mejorar la evaluación del riesgo sísmico en una amplia zona del continente americano afectada por sismos de distinta intensidad, y ha sido dirigida por los expertos Galderic Lastras, profesor de la Facultad de Ciencias de la Tierra y miembro del Grupo de Investigación Consolidado Geociencias Marinas de la Universidad de Barcelona, y Maarten van Daele y Katleen Wils, del Centro Renard de Geología Marina, del Departamento de Geología de la Universidad de Gante (Bélgica).

El nuevo estudio es un primer avance para mejorar la evaluación del riesgo sísmico en regiones andinas.
El nuevo estudio es un primer avance para mejorar la evaluación del riesgo sísmico en regiones andinas.
Investigación
07/03/2018

Un equipo científico ha descubierto la huella geológica de los terremotos y tsunamis que han afectado a la región de Aysén (Chile) desde hace más de 9.000 años. La nueva investigación contribuirá a mejorar la evaluación del riesgo sísmico en una amplia zona del continente americano afectada por sismos de distinta intensidad, y ha sido dirigida por los expertos Galderic Lastras, profesor de la Facultad de Ciencias de la Tierra y miembro del Grupo de Investigación Consolidado Geociencias Marinas de la Universidad de Barcelona, y Maarten van Daele y Katleen Wils, del Centro Renard de Geología Marina, del Departamento de Geología de la Universidad de Gante (Bélgica).

 

Publicado en la revista Journal of Geophysical Research: Solid Earth, el trabajo ha permitido elaborar el primer registro paleosismológico de la zona de falla de Liquiñe-Ofqui (LOFZ), una megaestructura geológica de gran complejidad que atraviesa el sur de Chile y que está relacionada con la actividad sísmica en el país andino.

LOFZ: una cicatriz geológica de más de 1.000 kilómetros

La zona de fractura LOFZ, que se extiende a lo largo de más de 1.000 kilómetros en dirección norte-sur en Chile, es una megaestructura geológica implicada en el vulcanismo activo y la formación del relieve en este país andino. Es una región de peligro sísmico, con volcanes activos —como el Macá, el Hudson y el Mentolat— y relieves escarpados que pueden amplificar los efectos de los fenómenos geológicos más violentos.

En esta zona, el fiordo de Aysén es un modelo de referencia para estudiar procesos geológicos —sismos, tsunamis, etc.— que pueden ser una amenaza para la población local. Tal como explica Galderic Lastras, «el fiordo de Aysén está atravesado por este gran sistema de fallas (LOFZ) que da lugar a terremotos locales de magnitud moderada, como la crisis sísmica de 2007». El sismo principal de esta crisis —de magnitud 6,2— causó decenas de deslizamientos y un tsunami local, con víctimas mortales y daños importantes en piscifactorías.
«Este fiordo, además, esta relativamente cerca del límite de convergencia entre las placas tectónicas Sudamericana y de Nazca, una zona de subducción sísmicamente muy activa que genera terremotos de gran magnitud», indica Lastras, experto en cartografía submarina y jefe de la campaña oceanográfica DETSUFA que cartografió la huella geológica de los deslizamientos submarinos en Aysén.

El fiordo de Aysén: sismos y tsunamis en un laboratorio natural


Cuando se produce un terremoto —moderado o intenso— los taludes de las montañas que rodean el fiordo de Aysén pueden desestabilizarse. Las masas de tierra y piedras pueden desprenderse y resbalar por las pendientes hasta llegar al fiordo, causando tsunamis locales con un gran riesgo asociado para la población, ya que el tiempo para enviar una alerta es extremadamente corto. La huella geológica de los desprendimientos —acumulados en el fondo del fiordo y separados por sedimentos fluviales— es visible hoy en día en el registro sedimentario.

Según explica Maarten van Daele, investigador posdoctoral experto en depósitos sedimentarios generados por corrientes de turbidez, «la fuerte sacudida sísmica activa los desprendimientos terrestres y subacuáticos. Estos materiales quedan enterrados en el fiordo y los podemos localizar utilizando métodos geofísicos. En el estudio, también hemos recuperado testigos de sedimento, que nos permiten datar los desprendimientos mediante el análisis de radiocarbono en la materia orgánica contenida en el sedimento».

En combinación con otras técnicas geofísicas —sísmica de reflexión, geoquímica de cenizas volcánicas, etc.—, el equipo científico ha elaborado el primer registro paleosísmico de la zona de falla de Liquiñe-Ofqui. «Por primera vez —detalla Van Daele— tenemos una idea aproximada de las tasas de recurrencia de terremotos a lo largo de esta falla. Aunque sería necesario realizar más estudios similares a lo largo de la falla, este es un avance importante para mejorar la evaluación del riesgo sísmico en la región».

Tras la pista de los episodios sísmicos más violentos


Los terremotos pueden desestabilizar los taludes y generar desprendimientos de tierra y rocas, pero en ellos participan otros factores —por ejemplo, una estación lluviosa— que pueden favorecer la inestabilidad del suelo. Por ello, aunque los expertos han podido identificar la señal de diez terremotos en el fiordo de Aysén —incluido el más reciente, de 2007—, el número de episodios violentos es seguramente superior, ya que no todos los terremotos causan un deslizamiento significativo.

Según explica Katleen Wils, investigadora predoctoral de la Universidad de Gante y primera autora del estudio, «sabemos que estos desprendimientos se produjeron por un desencadenante común: un terremoto. En la región de Aysén, la principal fuente de riesgo sísmico proviene de la falla LOFZ —más que de la zona de subducción— y hemos podido constatar episodios de intensidades similares a la de 2007 —de nivel IX en una escala I-XII— que corresponden a episodios violentos y daños considerables».

Según los datos, seis de los episodios analizados tuvieron lugar en el fiordo durante los últimos 9.000 años, mientras que los cuatro restantes son aún más antiguos. «Todo esto indica que existe un peligro sísmico significativo en la región, que está causado tanto por la zona de subducción como por la LOFZ», apunta Wils, experta en geofísica y en el estudio de la estabilidad de los fondos oceánicos.

No obstante, si bien la sucesión temporal de los terremotos registrados en el fiordo de Aysén está clara, «no es posible tener una idea demasiado precisa de su magnitud», advierte Galderic Lastras. «Sin embargo, uno de los eventos identificados —como mínimo— tiene una edad similar (1.900-2.100 años antes del presente) a la de un depósito de tsunami descrito en el lago costero de Huelde, en la isla de Chiloé, y a la de una turbiditas del lago Riñihue. Poder identificar señales de un episodio en puntos relativamente alejados es un indicio de un posible terremoto de gran magnitud, que probablemente se ha originado en la zona de subducción».

Tal y como apuntan los autores, las conclusiones revelan que la LOFZ es un sistema de fallas activo que debería ser caracterizado con más detalle en futuras investigaciones, para poder ampliar los resultados obtenidos en el laboratorio natural del fiordo de Aysén.

Paleosismología: la historia no escrita de los grandes terremotos


El registro paleosismológico de más de 9.000 años en el fiordo de Aysén es un testimonio excepcional de la historia geológica de la región. Comprender en qué momento se han producido los terremotos en el pasado es imprescindible para hacer un pronóstico de la tasa futura de ocurrencia de sismos. En una región como la de Aysén —deshabitada hasta mediados del siglo XIX pero sísmicamente activa por su configuración geológica— el registro histórico es inexistente.

Ante la incertidumbre, la investigación geológica es una herramienta imprescindible para contar la historia no escrita de los episodios más violentos que sacudieron la región. «Es importante conocer tanto como sea posible la actividad paleosísmica de la región. Esto implica, por tanto, aplicar la tecnología y los conocimientos científicos más indicados para mejorar las valoraciones del riesgo sísmico y mitigar los efectos de las catástrofes naturales en beneficio directo de toda la sociedad», apuntan los autores.



Referencia del artículo:

Wils, K.; Van Daele, M.; Lastras, G.; Kissel, C.; Lamy, F.; Siani, G. «Holocene event record of Aysén fjord (Chilean Patagonia): an interplay of volcanic eruptions and crustal and megathrust earthquakes». Journal of Geophysical Research: Solid Earth, enero de 2018.  Doi: 10.1002/2017JB014573