Sin atención no hay aprendizaje y todos aprendemos de forma distinta

Marta Portero fue la encargada de presentar las conclusiones del congreso.
Marta Portero fue la encargada de presentar las conclusiones del congreso.
Académico
(29/05/2018)

«Solo se puede aprender aquello que se ama y los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego», defendía Rosalba Gautreaux en su intervención en el I Congreso de Neuroeducación. Esta es solo una de las múltiples y diversas conclusiones a las que se llegó en el encuentro, así como que las experiencias cambian nuestro cerebro durante toda la vida y son la base de nuestra memoria, o que sin atención no hay aprendizaje y que todos aprendemos de forma distinta.

El congreso, impulsado por el ICE y el Grupo de Investigación Entorno y Materiales para el Aprendizaje (EMA) de la Universidad de Barcelona, tuvo lugar los pasados 25 y 26 de mayo en Barcelona y a él asistieron cuatrocientas personas. El objetivo era claro: ofrecer un espacio académico y de transferencia y compartir las tendencias neuroeducativas aplicables en el aula. El programa del congreso era innovador, tanto en el contenido como en la forma, e incluía diálogos, actividades ludificadas o espacios de música, así como un congreso en formato de juegos, talleres y una yincana, dirigido específicamente a una treintena de chicos y chicas de 5.º y 6.º de primaria y 1.º y 2.º de ESO. Además, se diseñó un pensamiento visual (visual thinking) de la mano de Lucía López, y las conclusiones se convirtieron en una canción que cantaron los chicos y chicas y el resto de participantes del congreso.

 

Marta Portero fue la encargada de presentar las conclusiones del congreso.
Marta Portero fue la encargada de presentar las conclusiones del congreso.
Académico
29/05/2018

«Solo se puede aprender aquello que se ama y los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego», defendía Rosalba Gautreaux en su intervención en el I Congreso de Neuroeducación. Esta es solo una de las múltiples y diversas conclusiones a las que se llegó en el encuentro, así como que las experiencias cambian nuestro cerebro durante toda la vida y son la base de nuestra memoria, o que sin atención no hay aprendizaje y que todos aprendemos de forma distinta.

El congreso, impulsado por el ICE y el Grupo de Investigación Entorno y Materiales para el Aprendizaje (EMA) de la Universidad de Barcelona, tuvo lugar los pasados 25 y 26 de mayo en Barcelona y a él asistieron cuatrocientas personas. El objetivo era claro: ofrecer un espacio académico y de transferencia y compartir las tendencias neuroeducativas aplicables en el aula. El programa del congreso era innovador, tanto en el contenido como en la forma, e incluía diálogos, actividades ludificadas o espacios de música, así como un congreso en formato de juegos, talleres y una yincana, dirigido específicamente a una treintena de chicos y chicas de 5.º y 6.º de primaria y 1.º y 2.º de ESO. Además, se diseñó un pensamiento visual (visual thinking) de la mano de Lucía López, y las conclusiones se convirtieron en una canción que cantaron los chicos y chicas y el resto de participantes del congreso.

 

Expertos de todo el mundo compartiendo conocimiento

Intervinieron expertos de reconocido prestigio en este ámbito, que pusieron de relieve cuestiones como que el cerebro no finaliza su maduración hasta pasada la adolescencia, que el movimiento es esencial para desarrollar el cerebro y la consolidación de la memoria, y que la mirada, el vínculo y las expectativas del maestro condicionan el aprendizaje de los alumnos. El disparo de salida lo dio Víctor M. Rivera para ejemplificar el valor de vehicular los aprendizajes mediante la música. Por su parte, Anna Forés defendió el placer de aprender y subrayó especialmente la necesidad de «hacer caso a los estudiantes, tanto a los visibles como a los invisibles, poniendo pasión para compartir sentimientos, descubrir talentos, construir vínculos, romper el hielo, armonizar las diferencias, y vibrar, unir e ilusionar juntos». Además, Forés aseguraba que hay sobre la mesa mucho trabajo por hacer, tanto en la formación inicial del profesorado como en la formación permanente.

Entre otros temas, Fabián Román destacaba que se está produciendo una transformación del sistema educativo y describió siete principios básicos de la neuroeducación en el aula, como que la imaginación activa y estimula los sistemas cerebrales o que los sistemas de memoria son interactivos. Por su parte, Mauricio Conejo puso de relieve la necesidad de estimular la atención plena de los alumnos en clase, trabajando cuestiones como la regulación emocional, la respiración o el análisis del propio cuerpo.

«Hay que romper con las falsas creencias y transformar la cultura con evidencias», defendió José Ramón Gamo, que insistió en que es necesario un cambio profundo de paradigma y en que hay que estimular competencias como el sentido crítico, la memoria ejecutiva, la intuición y la creatividad. Un cambio que se resumiría muy bien Marta Portero con una cita de Confucio: «Me lo contaron y lo olvidé, lo vi y lo entendí, lo hice y lo aprendí».

Además, Imma Marín y Esther Hierro animaron a los asistentes a jugar, Rosa Casafont insistió en la conveniencia «de educarnos para poder educar» y Victoria Poenitz compartió propuestas prácticas para aplicar la neuroeducación. Asimismo, Marta Ligioiz explicó por qué es necesaria esta disciplina y David Bueno empleó la papiroflexia para presentar la cerebroflexia como metáfora de la plasticidad del cerebro. Finalmente, los asistentes pudieron compartir experiencias con Jesús Guillén, que presentó la fórmula JEMA (juego + emoción + movimiento + arte, elevado a cooperación = funciones ejecutivas) para aplicar los principios básicos de la neurociencia activando las funciones ejecutivas.