¿Cómo evitar la dispersión de la gambusia en los ecosistemas acuáticos?

La gambusia es un voraz pez exótico que ha sido considerado como una de las cien especies invasoras más peligrosas a nivel global.
La gambusia es un voraz pez exótico que ha sido considerado como una de las cien especies invasoras más peligrosas a nivel global.
Investigación
(24/05/2019)

Evitar los nuevos episodios de introducción de la gambusia y erradicar las poblaciones existentes son las acciones más eficaces para controlar la dispersión de este pez exótico en balsas y estanques, según un estudio publicado en la revista Science of the Total Environment. Ni la presencia de depredadores ni la degradación de la calidad del agua y del hábitat natural ponen en peligro esta especie invasora —originaria de la costa atlántica de América del Norte— que compite y desplaza las especies autóctonas

La gambusia es un voraz pez exótico que ha sido considerado como una de las cien especies invasoras más peligrosas a nivel global.
La gambusia es un voraz pez exótico que ha sido considerado como una de las cien especies invasoras más peligrosas a nivel global.
Investigación
24/05/2019

Evitar los nuevos episodios de introducción de la gambusia y erradicar las poblaciones existentes son las acciones más eficaces para controlar la dispersión de este pez exótico en balsas y estanques, según un estudio publicado en la revista Science of the Total Environment. Ni la presencia de depredadores ni la degradación de la calidad del agua y del hábitat natural ponen en peligro esta especie invasora —originaria de la costa atlántica de América del Norte— que compite y desplaza las especies autóctonas

El nuevo trabajo, llevado a cabo en ecosistemas acuáticos próximos a entornos urbanos de la provincia de Barcelona, está firmado por los expertos Oriol Cano Rocabayera, Adolfo de Sostoa, Lluís Coll y Alberto Maceda, de la Facultad de Biología y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la UB (IRBio).

Una especie exótica que amenaza los peces autóctonos


La gambusia (Gambusia holbrooki) es un voraz pez exótico que ha sido considerado como una de las cien especies invasoras más peligrosas a nivel global según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Fue introducido en España en 1921 para el control biológico de los mosquitos —vectores de enfermedades como la malaria— y en la actualidad está incluido en los catálogos de especies exóticas invasoras del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y de las comunidades autónomas.

Esta especie abunda sobre todo en el este y el sudoeste peninsular, la costa mediterránea y la cuenca del Ebro. En general, se encuentra en hábitats acuáticos con aguas cálidas, con caudal bajo o nulo y poca profundidad —en general, en humedales y en la parte baja de los ríos— y también en zonas de elevada actividad agrícola o áreas periurbanas afectadas por la contaminación. En el ámbito peninsular, es un competitivo depredador que ha desplazado especies nativas como el fartet mediterráneo (Aphanius iberus), el samarugo (Valencia hispanica), el fartet atlántico (Aphanius baeticus) y el espinoso (Gasterosteus aculeatus), además de anfibios e invertebrados.

Gambusia: estrategias para sobrevivir en condiciones adversas

La alta fecundidad, la precocidad sexual, la gran tolerancia a la contaminación ambiental y la superioridad competitiva de la gambusia sobre las especies nativas «son factores que dificultan el control de esta especie si las únicas estrategias para preservar la biodiversidad del ecosistema fluvial se basan en la mejora de la calidad del agua o del hábitat natural», argumenta el investigador Oriol Cano Rocabayera, primer firmante del artículo y miembro del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales.

«En caso de que algunas pocas gambusias puedan introducirse en un hábitat nuevo —o bien cuando quedan pocos ejemplares después de una acción de control para intentar eliminar la población—, esta especie exótica es capaz de incrementar la tasa de fecundidad para compensar el desequilibrio poblacional. En cambio, si la población de gambusia es estable y abundante, baja la fecundidad, pero los recién nacidos nacen más grandes y en teoría con más posibilidades de sobrevivir», explica Cano.

Los cambios en el régimen hídrico —construcción de presas, canalizaciones, etc.— favorecen la presencia de ciertas especies exóticas como la gambusia, que prefieren aguas con poco caudal. En general, la restauración del régimen hidrológico suele ser la mejor estrategia para controlar las especies invasoras.

«Ahora bien —alerta el investigador—, prevenir nuevas introducciones de ejemplares y eliminar las poblaciones de gambusia en los ecosistemas donde sea viable son las acciones de control más efectivas. Sin embargo, su pequeño tamaño, el gran abanico de tolerancias, la amplia dieta y la gran conectividad de los sistemas acuáticos hace muy difícil y costoso controlarlo y aún más erradicarla».

El nuevo estudio revela que los hábitats con vegetación acuática abundante —por ejemplo, balsas naturalizadas— y los entornos mejor preservados potencian la condición física de la gambusia. Así pues, la complejidad del hábitat es un factor que proporciona más abundancia de presas y de refugio contra el ataque de depredadores.

«También es bien conocida la dificultad de supervivencia de la gambusia en aguas con salinidad alta, que son en gran medida el hábitat natural donde se ha quedado restringido el fartet», recuerda Cano Rocabayera.

El peligro de liberar animales exóticos en el medio natural

La distribución mundial de esta especie invasora, que se encuentra en todos los continentes a excepción de la Antártida, se relaciona con las áreas donde fue introducida hace un siglo para el control biológico de los mosquitos transmisores de enfermedades (paludismo, fiebre amarilla etc.). Así pues, los brotes más recientes de enfermedades tropicales transmitidas vía mosquitos —zika, chikungunya o dengue— hacen imprescindible extremar la vigilancia sobre los efectos de la introducción de estos peces exóticos en la fauna autóctona, especialmente en regiones tropicales con una alta biodiversidad.
    
En palabras de los autores del estudio, «habría que aplicar las medidas de control más efectivas a las masas de agua más pequeñas, es decir, en los hábitats donde se podría garantizar la completa destrucción de la población. En paralelo, también habría que concienciar a la población del peligro de liberar animales exóticos en el medio natural».

 

 

Fotografías: Oriol Cano Rocabayera (UB-IRBio)