Buena acogida del servicio de apoyo psicológico a la comunidad UB

 
 
Institucional
(29/04/2020)

El apoyo psicológico que la Universidad de Barcelona ofrece a su comunidad ante la crisis sanitaria derivada de la COVID-19 está teniendo muy buena aceptación. El servicio de contención que activó la Unidad de Terapia de Conducta (UTC) de la Facultad de Psicología a comienzos de abril registra ya más de una treintena de consultas de los colectivos UB. Del total de las personas que han pedido la atención de estos profesionales, aproximadamente la mitad continúa en seguimiento.

Carmina Saldaña, catedrática de la Facultad de Psicología y directora de la UTC, hace un primer balance positivo del programa: «Cuando lo planteamos como una intervención de choque en momentos de crisis y no como una terapia, pensábamos que tendría mucha demanda y, aunque recibamos solicitudes de apoyo psicológico cada día, es poco a poco, lo que nos permite dar mejor respuesta a todos. Somos una unidad con experiencia en intervención de crisis y estamos preparados para atender todo lo que venga». Por ello, Saldaña anima a no esperar al punto de pánico para pedir ayuda. En principio, estima que este servicio para la comunidad UB, que dan los ocho expertos que ella coordina, continuará funcionando al menos hasta el verano.

 
 
Institucional
29/04/2020

El apoyo psicológico que la Universidad de Barcelona ofrece a su comunidad ante la crisis sanitaria derivada de la COVID-19 está teniendo muy buena aceptación. El servicio de contención que activó la Unidad de Terapia de Conducta (UTC) de la Facultad de Psicología a comienzos de abril registra ya más de una treintena de consultas de los colectivos UB. Del total de las personas que han pedido la atención de estos profesionales, aproximadamente la mitad continúa en seguimiento.

Carmina Saldaña, catedrática de la Facultad de Psicología y directora de la UTC, hace un primer balance positivo del programa: «Cuando lo planteamos como una intervención de choque en momentos de crisis y no como una terapia, pensábamos que tendría mucha demanda y, aunque recibamos solicitudes de apoyo psicológico cada día, es poco a poco, lo que nos permite dar mejor respuesta a todos. Somos una unidad con experiencia en intervención de crisis y estamos preparados para atender todo lo que venga». Por ello, Saldaña anima a no esperar al punto de pánico para pedir ayuda. En principio, estima que este servicio para la comunidad UB, que dan los ocho expertos que ella coordina, continuará funcionando al menos hasta el verano.

Hasta el momento, buena parte de las consultas están relacionadas con el cumplimiento de las tareas académicas (dificultades para planificarlas y concentrarse, cambio de modelo de aprendizaje, cambios en los planes docentes, etc.), pero también se han presentado cuestiones relativas a ansiedad, estrés, insomnio, tristeza, falta de ánimo y duelo, entre otras.

La solicitud de ayuda por parte de mujeres y hombres se ha distribuido de forma muy equitativa: un 60 % frente a un 40 %, respectivamente. En cuanto a los colectivos UB, la mayoría de consultas proviene de los estudiantes, pero no de los más jóvenes: «La media de edad es de 28 años, pero también hemos atendido a estudiantes de hasta 44. Quizás son el colectivo más afectado porque les cuesta estudiar, ya que están confinados con la familia y tienen dificultades de planificación y concentración, y eso les provoca estrés, frustración y mucha ansiedad. Además, se debe tener en cuenta que algunos han tenido pérdidas de familiares cercanos. Por lo tanto, si se mezcla todo eso con el proceso de duelo, y a veces también con problemas económicos, angustia, etc., son situaciones muy complicadas», explica Saldaña. Por otro lado, la experta subraya que «los estudiantes son lo más decididos y los menos estigmatizados a la hora de pedir la ayuda de un psicólogo, al menos en esta situación que vivimos, ya que, curiosamente, durante el curso la UTC sí atiende a más personal del PDI y del PAS». Entre los estudiantes, también destaca la atención a cinco extranjeros: algunos, Erasmus que se han quedado en Barcelona porque no han podido volver a casa, y otros, estudiantes de países asiáticos y latinos que se han marchado y ven cómo su rendimiento ha disminuido y temen perder las becas.

El formato más utilizado para las consultas ha sido el de las sesiones en línea, videoconferencias de 30 a 40 minutos «con el fin de ofrecer un trato más cercano, que difícilmente se puede proporcionar por teléfono o por correo electrónico». No obstante, algunas personas no quieren ese tipo de  por estar confinadas en un lugar sin privacidad o porque hablar con un desconocido por primera vez les cuesta mucho. En esos casos, «no pasa nada, porque los atendemos como estén más cómodos», asegura la catedrática. Además de los dos contactos establecidos en el protocolo de actuación, a todos los consultantes se les dan pautas de ayuda, enviándoles por correo documentos y técnicas de relajación, pautas de planificación específicas, etc. Los profesionales controlan si la persona atendida es capaz de trabajar individualmente y, si lo consideran necesario, derivan el caso a especialistas.

Aunque las consecuencias emocionales derivadas de la crisis sanitaria son ya muy evidentes, Carmina Saldaña está convencida de que «aumentarán cuando al salir del estado de alarma se vea que no es posible continuar como antes, además de que, previsiblemente, también habrá mucha agorafobia, y seguro que crecerá la demanda psicológica cuando termine el confinamiento».

Para acabar, la especialista recomienda sobre todo flexibilidad y dar valor al tiempo: «No estamos en condiciones normales y todos tenemos que tenerlo en cuenta. No debemos tener miedo de expresar y compartir emociones en situaciones de duelo, de pedir ayuda y normalizarlo. Hemos de concienciarnos de que la salida de esta situación no será fácil y de que estaremos obligados a vivir controlados durante mucho tiempo».