La historiadora de la UB Queralt Solé dirige una investigación para la identificación de cuerpos en el Valle de los Caídos
El Valle de los Caídos, la tumba faraónica construida en los años 40 y 50 por el franquismo, acoge actualmente unos 33.000 cuerpos. La mayoría son de soldados fallecidos durante la Guerra Civil pertenecientes al bando franquista, pero también hay más de 10.000 que corresponden a personas desconocidas, muy probablemente combatientes republicanos procedentes de fosas comunes de todo el Estado. La profesora de Historia de la UB Queralt Solé dirige las tareas de investigación para poner nombre y apellido a estos cuerpos, que ahora son reclamados por sus familiares.
El Valle de los Caídos, la tumba faraónica construida en los años 40 y 50 por el franquismo, acoge actualmente unos 33.000 cuerpos. La mayoría son de soldados fallecidos durante la Guerra Civil pertenecientes al bando franquista, pero también hay más de 10.000 que corresponden a personas desconocidas, muy probablemente combatientes republicanos procedentes de fosas comunes de todo el Estado. La profesora de Historia de la UB Queralt Solé dirige las tareas de investigación para poner nombre y apellido a estos cuerpos, que ahora son reclamados por sus familiares.
La Secretaría de Estado de Memoria Democrática, que depende del Ministerio de la Presidencia, ha iniciado un proyecto para resignificar el monumento del Valle de los Caídos, construido en su momento para ensalzar la dictadura. En este contexto, las familias que lo deseen pueden exhumar los restos de los antepasados que estén enterrados allí.
Hasta ahora lo han solicitado unas sesenta familias, la mayoría de combatientes muertos del bando republicano. No es un proceso fácil, porque «las criptas tienen los huesos mezclados, como si fuera un almacén de cajas de zapatos», explica Queralt Solé.
«El régimen franquista quiso llenar de huesos el Valle de los Caídos una vez lo tuvo construido», explica la profesora Solé. Con ese fin, se pidió a los gobernadores civiles que, con la colaboración de los ayuntamientos, localizaran dónde estaban enterrados los soldados en los pueblos para luego trasladarlos al mausoleo. Si bien, en un principio, el Valle de los Caídos debía ser solo para los muertos del bando franquista, finalmente también se llevaron allí restos de difuntos de las fuerzas republicanas. En este último caso, las familias no supieron que se trasladaban los cuerpos, y si lo llegaron a saber, no tuvieron la opción de oponerse.
Una vez en el Valle de los Caídos, los únicos cuerpos que se enterraron en tumbas individuales fueron el de José Antonio Primo de Rivera y, más tarde, el del dictador Francisco Franco. Los otros se depositaron en cajas de madera anónimas amontonadas dentro de las criptas. Con el tiempo, muchas cajas se han deteriorado, y los huesos de las personas enterradas han acabado mezclándose. Eso dificultará las labores de exhumación que llevará a cabo un equipo dirigido por el forense Francisco Etxeberría.
Investigación para ayudar a las familias
Antes de retirar los cuerpos, Queralt Solé y el investigador de la UB David Tormo han hecho un informe para cada una de las personas que se exhumarán, hasta un total de 65. En cada caso, se reconstruye la trayectoria que siguió el cuerpo hasta que se depositó en el Valle de los Caídos. Para la investigación se han utilizado básicamente archivos provinciales y municipales, así como de la comunidad benedictina situada en el mismo Valle de los Caídos. La finalidad de estos informes es entregarlos a las familias.
«Ha habido casuísticas muy diferentes: desde familias que ya habían investigado por su cuenta y lo único que hemos hecho nosotros es constatar que, efectivamente, según la documentación que aportan, el familiar está enterrado en el Valle de los Caídos, hasta algún caso en el que, tras la labor de investigación, hemos visto que la persona no está en este mausoleo franquista, contrariamente a lo que se pensaba», explica Solé. La historiadora apunta que el régimen trasladó los cuerpos al Valle de los Caídos y los sepultó allí «sin cuidado», incluso en el caso de los muertos del bando franquista. Esto ha llevado a que las familias no tengan información o que esta sea defectuosa.
«Como historiadora, esta labor me ha servido para profundizar en la investigación sobre esta etapa: para ir al detalle y ponerle la lupa», explica. La investigadora dedicó la tesis doctoral a las fosas comunes de la Guerra Civil en Cataluña y tiene como línea de investigación el análisis histórico de los vestigios de la Guerra Civil y la dictadura franquista en el siglo XXI.