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Leonor López de Córdoba, Vida y traxedias de Leonor López de Córdoua. Memorias. Dictadas en Córdoba entre 1401 y 1404
Al cuidado de María-Milagros Rivera Garretas

Leonor López de Córdoba, Vida y traxedias de Leonor López de Córdoua. Memorias. Dictadas en Córdoba entre 1401 y 1404

Al cuidado de María-Milagros Rivera Garretas



[1r]

Vida y traxedias de Leonor López de Córdoua, copiada de un papel que el año de 1733 se halló en el archiuo del Real Convento de Señor San Pablo, Horden de Predicadores, de la ciudad de Córdoua.

Jesús

En el nombre de Dios Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios verdadero en Trinidad, al qual sea dada gloria a el Padre y a el Hijo y a el Espíritu Santo, assí como era en el comienzo, assí es agora y por el siglo de los siglos. Amen.

En el nombre del qual sobredicho Señor y de la Virgen Santa María, su madre y señora y avogada de los pobres 1 pecadores, y a honrra y ensalsamiento de todos los ánjeles e santos y santas de la corte del zielo. Amen.

Por ende, sepan quantos esta escriptura vieren cómo yo doña Leonor López de Córdoua, fija de mi señor el maestre don Martín López de Córdoua e doña Sancha Carrillo, a quien dé Dios gloria e paraíso, juro por esta significanza de + en que yo adoro, cómo todo esto que aquí es escripto es verdad que lo vi y passó por mí. Y escríuolo a honrra y alabanza de mi señor Jesuchristo e de la Virgen Santa María, su madre que lo parió, por que todas las criaturas que estubieren en tribulazión sean ziertas que yo espero en su misericordia que, si se encomiendan de corazón a la Virgen Santa María, que Ella las consolará y acorrerá 2 como consoló a mí; y por que quien lo oiere sepan la relazión de todos mis hechos, e milagros que la Virgen Santa María me mostró. Y es mi yntenzión que quede por memoria. Y mandelo escreuir assí como vedes.

Y assí que io soi fixa de dicho maestre que fue de Calatraua en el tiempo del señor rey 3 don Pedro. Y el dicho señor rei le hizo merced de darle la encomienda de Alcántara que es en la ciudad de Sevilla, y luego le hizo 4 maestre de Alcántara y, a la postre, de Calatraua. Y el dicho maestre mi padre era dezendiente de la cassa de Aguilar y sobrino de don Juan Manuel, fixo de una sobrina suia, fixa de dos hermanos. E subió a tan grande estado como se allará en las corónicas de España.

E, como dicho tengo, soi fixa de doña Sancha Carrillo, sobrina e criada del señor rey don Alfonso, de mui esclarezida memoria, que Diossanto paraíso, padre del dicho señor rey don Pedro. Y mi madre fallezió mui temprano.

Y assí me cassó mi padre

[1v] de siete años con Rui Gutierres de Henestrossa, fixo de Juan Fernández de Henestrosa, camarero maior del señor rey don Pedro y su chanciller maior de sello de la puridad y maiordomo maior de la reyna doña Blanca, su muxer, el qual cassó con doña María de Haro, señora de Haro y los Cameros. Y a mi marido quedáronle muchos bienes de su padre y muchos lugares; y alcanzava trezientos de a cauallo suios, e quarenta madexas de aljófar a tan gruesso como garuanzos, e quinientos moros e moras y dos mill marcos de plata en vaxilla; y las joias y presseas de su cassa no las pudieran escreuir en dos pliegos de papel. Y esto le cupo del dicho su padre y madre porque otro fixo y heredero non tenían. A mí me dio mi padre veinte mill doblas en casamiento.

Y residíamos en Carmona con las fijas del señor rey don Pedro mi marido y io y mis cuñados, maridos de mis hermanas, y un hermano mío que se llamaua don Lope López de Córdoua Carrillo. Llamáuanse mis cuñados Fernán Rodríguez de Aça, señor de Aça e Villalovos, el otro Ruy Garzía de Aça, el otro Lope Rodríguez de Aça, que eran fijos de Áluaro Rodríguez de Aça e de doña Costanza de Villalovos.

Y fue ansí que cuando el señor rey don Enrique, digo don Pedro, quedó 5 cercado 6 en el castillo de Montiel de su hermano el señor rei don Enrique, mi padre vajó al Andaluzía a lleuar gente para socorrello; y, lleuándola, halló que era muerto a manos de su hermano. Y, vista esta desgrazia, tomó el camino para Carmona, donde estavan las señoras ynfantas, fijas del señor rei don Pedro y parientas tan zercanas de mi marido, y mías por mi madre.

Y el señor rei don Henrique, viéndose rei de Castilla, se uino a Seuilla y puso cerco a Carmona. Y, como es villa tan fuerte, estubo muchos meses zercada. Y a caso auiendo salido mi padre fuera de ella, y sauiéndolo los del real del rei cómo era salido de la 7 dicha villa y que no quedaría tan buen cobro en ella, ofreziéronse doze caualleros a escalar la villa. Y, subidos a ella a la muralla, fueron presos. Y luego fue auisado mi padre del tal echo, y vino luego. Y por el atreuimiento les mandó cortar las cauezas.

Y el señor rei don Enrique, visto este fecho y que no podía por fuerza de armas entrarle a satisfazerse de este echo, mandó a el condestable de Castilla tratase de medios con mi padre. Y los medios que mi padre trató fueron dos: el uno, que las señoras ynfantas las auían de poner libres, a ellas y a sus thesoros,

[2r] en Yngalaterra antes que él entregasse la dicha villa a el rei; y assí fue echo, por que mandó a unos escuderos deudos suios, naturales de Córdoua y de su apellido, que fuesen con ellas y la demás gente que le parezió; el otro capitulo fue que él y sus hijos y valedores y los que auían asistido por su horden en aquella villa fuesen perdonados del rei y dados por leales a ellos y a 8 sus 9 haziendas. Y así se lo dio firmado el dicho condestable en nonbre del rey.

Y echo este partido, entregó la villa a el dicho condestable en nombre del rei. Y de allí fueron él y sus hijos y la demás gente a besar las manos del rei. Y el señor rei don Enrique mandolos prender y poner en las atarazanas de Seuilla. Y el dicho condestable, visto que el señor rei don Enrique no le auía cumplido la palabra que él auía dado en su nombre a el dicho maestre, se salió de su corte y nunca más boluió a ella.

Y el señor rei mandó que le cortasen la caueza a mi padre en la plaza de Sant Francisco de Seuilla y que le fuesen confiscados sus vienes y los de su yerno, valedores y criados. Y iéndole a cortar la caueza, encontró con mossén Beltrán de Clesín 10 , cauallero franzés que fue el cauallero de quien el rei don Pedro se auía fiado d’él que lo ponía en saluo estando cercado en el castillo de Montiel, y no cumpliendo lo que le prometió, antes lo entregó a el rei don Enrique para que lo matassen. Y, como encontró a el maestre, y díxole: “ Señor maestre ¿no os dezía yo que buestras andanzas auían de parar en esto?” Y él le respondió: “Más bale morir como leal, como yo lo he hecho, que no biuir como boz biuís, auiendo sido traidor.”

Y estubimos, los demás que quedamos 11 , presos nuebe años hasta que el señor rei don Enrique fallezió. Y nuestros maridos tenían sesenta libras de jierro cada uno en los pies, y mi hermano don Lope López tenía una cadena [encima de] 12 los hierros en que auía setenta eslauones; él era niño de treze años, la más hermossa criatura que auía en el mundo. E a mi marido en expezial poníanlo en el aljiue de la hambre, e teníanlo seis o siete días que nunca comía ni bebía, porque era primo de las señoras ynfantas, hijas del señor rei don Pedro.

En esto, vino una pestilenzia 13 e murieron todos mis dos hermanos e mis cuñados e treze caualleros de la cassa de mi padre. E Sancho Míñez de Villendra, su camarero maior, dezía a mí y a mis hermanos:

[2v] “Hijos de mi señor, rogad a Dios que os viua yo, que si yo bos viuo nunca moriréis pobres.” E plugo a Dios que murió 14 el terzero día sin abla.

E a todos los sacauan a deserar a el deseradero como moros después de muertos. E el triste de mi hermano don Lope López [pidió al] 15 alcaide de que nos tenían que le dixés a Gonzalo Ruiz Volante, que nos hazía mucha caridad e mucha honrra por amor de Dios: “ Señor alcaide, sea agora vuestra merced que me tirasse estos yerros en antes que salga mi ánima, e que no me sacasen a el desherradero.” Y él díxole: “Como a moro. Si en mí fuesse, yo le faría.” Y, en esto, salió su ánima en mis manos, que auía él un año más que io. E sacáronlo en una tabla a el deserradero como a moro.

E enterráronlo con mis hermanos e con mis hermanas e con mis cuñados en Sant Francisco de Seuilla. E mis cuñados traían sendos collares de oro a la garganta, que eran zinco hermanos; e se pussieron aquellos collares en Santa María de Guadalupe e prometieron de no quitárselos hasta que todos zinco se los tirasen a Santa María; que, por sus pecados, el uno murió en Seuilla y el otro en Lisbona y el otro en Yngalaterra, e assí murieron, derramados, e se mandaron enterrar con sus collares de oro; e los frailes, con su codizia, después de enterrados le quitaron el collar. Y no quedaron en la atarazana, de la cassa de mi señor el maestre, sino mi marido y io.

Y, en esto, murió el mui alto y mui esclarezido señor rei don Enrique, de mui sancta 16 y esclarezida memoria. Y mandó en su testamento que nos sacasen de la prissión e nos tornasen todo lo nuestro. E io quedé en cassa de mi señora tía doña María Garzía Carrillo, e mi marido fue a demandar sus vienes; y los que los tenían, preziáronlo poco, porque no tenía estado ni manera para los poder demandar: e los derechos ya sauéis cómo dependen a los lugares que han con que se demandar. E assí perdiose mi marido e anduvo siete años por el mundo, como desbenturado; e nunca alló pariente ni amigo que bien le hiziesse ni ubiesse piedad d’él.

E a cavo de 17 siete años, estando io en cassa de mi señora 18 mi tía doña María Garzía Carrillo, dixeron a mi marido, que estaua en Badaxós con su tío Lope Fernández de Padilla en la guerra de Portugal, que io estaua mui vien andante, que me auían hecho mucho bien mis parientes. Caualgó enzima de su mula,

[3r] que valía mui pocos dineros, e lo que traía vestido no balía treinta maravedís. Y entrosse por la puerta de la señora mi tía.

E io, como auía sauido que mi 19 marido andaua perdido por el mundo, traté con mi señora mi tía, hermana de mi señora mi madre, que le dezían doña Theresa Fernández Carrillo. Estaua en la Orden de Guadalaxara, que la hizieron mis visagüelos e dotaron prezio para quarenta ricas hembras de su linaxe, que biniesen 20 en aquella Orden. Enbiele a demandar le pluguiesse que io fuesse acoxida en aquella Orden pues, por mis pecados, mi marido e io éramos perdidos. Y ella [y toda la] 21 Orden alcanzáronlo en dicha porque la señora mi madre se auía criado en aquellos monasterios, e de allí la sacó el rei don Pedro e la dio a mi padre que casase con ella porque ella era hermana de Gonzalo Díaz Carrillo e de Diego Carrillo, fixos de don Juan Fernández Carrillo e 22 doña Sancha de Roxas. E porque estos mis tíos auían temor del dicho señor rei don Pedro, que auía muerto y desterrado muchos de este linaxe y a mi agüelo le auía derriuado las cassas e dado quanto tenía a otrie, estos mis tíos fuéronse dende a seruir a el rei don Enrique quando era conde, por este enoxo. Y nazí en Calatayud, en casa del señor 23 rei, que fueron las señoras ynfantas, sus fijas, mis madrinas; y truxéronme con ellas al alcázar de Segouia con mi señora y madre, que ay murió; y quedé io de edad que nunca la conozí.

Y después que mi marido benís, como dicho es 24 , [fuese a casa de mi señora tía, que era en Córdoba 25 ] junto a Sant Ypólito. Y a mí y a mi marido me acoxió 26 allí, en unas cassas junto a las suias. Y, viéndonos con poco descanso, fize una orazión a la Virgen Santa María de Bethlén treinta días: cada noche rezaua trezientas Aues Marías de rodillas para que pussiese en corazón a mi señora que consintiese abrir un postigo a sus cassas. Y dos días antes que acauasse la orazión, demandele a la señora mi tía que me dexasse abrir aquel postigo, por que no viniésemos por la calle a comer a su messa entre tantos caualleros que 27 auía en Córdova. E la su merced me respondió le plazía, y io fui mui consolada.

E quando a otro día quise abrir el postigo, criadas suias le auían buelto su corazón, que no le hiziesse. E fui tan desconsolada que perdí la pazienzia; e la que me hizo más contradizión con la señora mi tía se murió en mis manos comiéndose la lengua.

E otro día que no quedaua mas que un día de acauar mi orazión, sáuado, soñaua passando por San Ypólito tocando el alua: bi en la pared de los corrales un arco mui grande e mui alto, e que entraua io por allí y coxíe flores de la Sierra

[3v] y ueía mui gran zielo. Y, en esto, desperté; e obe esperanza en la Virgen Santa María, que me daría cassa.

En esto, vino un robo de la Judería. Y tomé un niño güérfano, que tenía para que fuese ynstruido en la fee; hízelo baptizar y crié por amor de Dios.

Y un día, viniendo con mi señora tía de misa de Sant Ypólito, bi repartir a los clérigos de San Ypólito aquellos corrales donde soñé yo que auía el arco grande. Y le supliqué a mi señora tía doña Menzía [sic] Carrillo que fuesse seruida de comprar aquel sitio para mí, pues que auía diez y siete años que estaua en su compañía. Y me lo compró por doscientas 28 doblas, con tal condizión que señalaua que se hiziese una capellanía ynpuesta sobre las dichas cassas por el ánima del señor 29 rei don Alfonso, que hizo aquella yglesia a el nombre de san Ypólito porque nazió él a tal día; e tienen estos capellanes otras seis o siete capellanías de don Gonzalo Fernández, marido de la dicha señora mi tía, e don Alfonso Fernández, señor de Aguilar, e del Mariscal, sus fixos. Entonzes, echa esta merced, alcé los ojos a Dios y a la Virgen María, dándole grazias por ello.

Y ende llegó a mí un criado de el maestre mi señor y padre, que viue con Martín Fernández, alcaide de los Donzeles, que allí estaua oiendo missa; y enuiele a pedir con aquel criado suio para que, como pariente, le diesse las grazias a la señora mi tía de la merced que me avía hecho. Y a él pluguiole mucho; y assí le hizo con buena mesura, diziéndole que esta merced rezeuía él por suia.

E, dádame la possesión, abrí una puerta en el sitio y lugar que auía visto el arco que la Virgen María me mostró. A los auades les pesó que me entregassen el dicho solar porque io era de grande linaxe y que 30 mis hijos serían grandes, y ellos eran auades y que no auían menester grandes caualleros caue sí. Y io túbelo por buen prouerbio y díxeles experaua en Dios que assí sería; y conzerteme con ellos de tal manera que abrí la puerta en aquel lugar donde yo quería. E tengo que, por aquella caridad que hize en criar aquel güérfano en la fee de Jesuchristo, Dios me ayudó 31 a darme aquel comienzo de cassa.

E de antes de estos, yo auía ydo treinta días a maitines ante Santa María el Amortezida, que es en la Orden de San Pablo de Córdoba, con aguas y con vientos, dezcalza, e rezáuale sesenta e tres vezes esta orazión que se sigue con sesenta y seis Auemarías, en reuerenzia de los sesenta y seis años que Ella viuió con amargura en este mundo, por que Ella me diesse cassa. E Ella me dio

[4r] cassa y casas, por su misericordia mexores que io las merezía. Comienza la orazión:

Madre Santa María,
de voz gran dolor auía:
vuestro fixo bien criado
vísteslo atormentado.
Con su gran tribulazión
amorteziósebos el corazón;
después de su tribulazión,
púsobos consolazión:
ponedle vos 32 a mí, Señora,
que sauéis mi dolor.

En este tiempo, pluguió a Dios que [con] el aiuda de la señora mi tía, y de lauor de mis manos, hize en aquel corral dos palazios y una güertezuela e otras dos o tres cassas para servizio.

En estte 33 tiempo, vino una pestilenzia mui cruel. Y mi señora no quería salir de la ciudad; e io demandele merced huir con mis hijuelos, que no se me muriessen. Y a ella no le plugo, mas diome lizenzia. E io partime de Córdoba y fuime a Santaella con mis hijos. Y el güérfano que io crié vivía en Santaella; y aposentome en su cassa. Y todos los vezinos de la villa se holgaron mucho de mi ida y reziuiéronme con mucho gasajo porque auían sido criados del señor mi padre; y, así, me dieron la mexor cassa que auía en el lugar, que era la de Fernando Alonso Mediabarva.

Y, estando sin sospecha, entró mi señora tía con sus hijas. E io aparteme a una quadra pequeña. Y sus hijas, mis primas, nunca estauan bien conmigo por el vien que me hazía su madre. Y dende allí passé tantas amarguras que no se podían escreuir.

Y vino allí pestilenzia. E assí se partió mi 34 señora con su jente para Aguilar; y lleuome consigo, aunque [asaz para sus hijas porque su madre 35 ] me quería mucho y hazía grande quenta de mí. E io auía embiado aquel güérfano que crié a Écija. La noche que llegamos a Aguilar, entró de Écija el mozo con dos landres en la garganta y tres carboncos en el rostro, con mui grande calentura. Y que estaua allí don Alfonso Fernández, mi primo, e su muxer e toda su cassa. Y, aunque todas ellas eran mis sobrinas y mis amigas, binieron a mí, en sauiendo que mi criado benía assí. Dixéronme: “Vuestro criado Alonso biene con pestilenzia y, si don Alfonso Fernández lo be, hará maravillas, estando con tal enfermedad.”

Y el dolor que a mi corazón llegó, bien lo podéis entender quien esta historia oiere; que yo venía corrida y amarga. Y, en pensar que por mí auía entrado tan grande dolenzia en aquella casa, fize llamar un criado del señor mi padre el maestre, que se llamaua Miguel de Santaella, e roguele que lleuasse aquel mozo a su cassa. Y el cuitado ubo miedo y dixo: “ Señora ¿cómo lo lleuaré con pestilenzia que me mate?” Y díxele: “ Hijo, no querrá Dios.” Y él, con vergüenza de mí, lleuolo. E, por mis pecados, treze personas que de noche

[4v] lo 36 velauan, todos murieron.

E io fazía una orazión que auía oído que hazía una monxa ante un cruzifixo; pareze que ella era mui deuota de Jesuchristo. E diz que, después que auía oído maitines, beníase ante un cruzifixo y rezaua de rodillas siete mill vezes: “Piadosso fixo de la Virgen, bénzate piedad.” Y que una noche, estando la monxa zerca 37 , donde ella estaua que oió como que le respondió el cruzifixo e dixo: “Piadoso me llamaste, piadoso te seré.”

E io, auiendo grande deuoción en estas palabras, rezaua cada noche esta orazión rogando a Dios me quisiese librar a mí y a mis fijos; y, si alguno ouiesse de lleuar, lleuasseel maior porque era mui doliente. E plugo a Dios que una noche no fallaua quien velasse aquel mozo dolienteporque avían muerto todos los que hasta entonzes le auían velado. E uino a mí aquel mi fixo, que le dezían Juan Fernández de Henestrosa como su agüelo, que era de edad de doze años y quatro meses, e díxome: “ Señora, no ai quien vele a Alonso esta noche.” E díxele: “Veladlo bos, por amor deDios.” Y respondiome: “ Señora, agora que han muerto otros ¿queréis que me mate a mí?” E io díxele: “Por la caridad que io lo hago, Dios abrá piedad de mí.” Y mi hijo, por no salir de mi mandamiento, lo fue a belar; e, por mis pecados, aquella noche [le dio la pestilencia, y otro día le enterré 38 ]. Y el emfermo biuió después, auiendo muerto todos los dichos.

E doña Theresa, muxer de don Alfonso Fernández, mi primo, ubo mui grande enojo porque moría mi fijo por tal ocasión en su cassa; y, la muerte en la boca, lo mandaua sacar de ella. E io estaua tan traspasada de pesar que non podía hablar del corrimiento que aquellos señores me hazían. Y el triste de mi fixo dezía:“ Decid a mi señora doña Theresa que no me haga echar, que agora saldrá mi ánima para el zielo.” Y essa noche falleció. Y se enterró en Santa María la Coronada, fuera de la villa, porque doña Theresa me tenía mala yntenzión, y no sauía por qué, y mandó que no lo soterrasen dentro de la villa.

Y assí, quando lo lleuaban a enterrar, fui io con él. Y quando yba por las calles con mi fixo, las jentes salían dando alaridos, amanzilladas de mí. Y dezían: “Salid, señores, y veréis la más desuenturada, desamparada e más maldita muxer del mundo”, con los gritos que los zielos traspasauan. E como los de aquel lugar, todos eran crianza y hechura del señor mi padre, aunque sauían que les pesaua a sus señores, hizieron grande llanto conmigo, como si fuera su señora.

Esta noche, como bine de soterrar a mi fixo, luego me dixeron que me viniesse a Córdoba. Y io llegué a mi señora tía, por ber si me lo mandaua ella. Ella me dixo 39 : “ Sobrina señora 40 , no puedo dexar de hazer lo que a mi nuera y a mis fixas he prometido, porque son hechas 41 en uno; y en tanto me han aflixido que de 42 mí que os parta”

[5r] “de mí que se lo obe otorgado, y esto no sé qué enojo fezistes 43 a mi nuera doña Teressa que tan mala yntenzión os tiene”. E io le dixe con muchas lágrimas: “ Señora, Dios no me salue si merezí por qué”. Y assí víneme a mis cassas a Córdoba.

1 Falta en E. Tomo de I.

2 "y acorrerá", tachado e interlineado, de otra mano.

3 Interlineada.

4 Sigue "merced de", tachado.

5 "quedó", repite ms.

6 E: "muerto". Tomo de I.

7 Interlineada.

8 Interlineada.

9 Sigue "dezendientes", tachado.

10 I: "Clequín".

11 "que quedamos", interlineado

12 Espacio en blanco; tomo de I.

13 Sigue tachadura.

14 Sigue tachadura.

15 Espacio en blanco; tomo de I.

16 Interlineada.

17 Borrón.

18 "mi señora", interlineado.

19 "mi", repite ms.

20 "niesen", interlineado.

21 Espacio en blanco; tomo de I.

22 Sigue de tachada.

23 Tomo de I.

24 Interlineada.

25 En blanco; tomo de I.

26 "eron", interlineado.

27 "como", tachado; "que", interlineado.

28 "por doscientas", otra mano.

29 Tomo de I.

30 Al margen.

31 Interlineada por otra mano.

32 Interlineada.

33 Sic.

34 Sigue tachadura.

35 Línea en blanco; tomo de I.

36 Al margen.

37 Tachadura.

38 Espacio en blanco; tomo de I.

39 Sigue tachadura.

40 Interlineada, de otra mano.

41 De otra mano.

42 Espacio en blanco.

43 Interlineada.

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