Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales 
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9796]
Nº 152, 19 de abril de 1999 
 

500 AÑOS DEL NOMBRE DE VENEZUELA

Alberto J. Rodríguez Díaz y Francisco Escamilla Vera 


El presente es un repertorio bibliográfico preparado con ocasión de cumplirse 500 años de haber sido bautizado por Alonso de Ojeda, el golfo localizado entre las penínsulas de Paraguaná y de la Guajira, con el nombre de golfo de Venezuela, nombre éste que envolvió luego todos los espacios del Estado venezolano.

Muchos conquistadores, misioneros, historiadores, enciclopedistas, geógrafos, ingenieros, marinos y escritores en general han descrito o registrado información acerca de la configuración geográfica del área de la cuenca hidrográfica del lago de Maracaibo, que además del lago comprende también el estrecho de Maracaibo, la bahía de El Tablazo y el golfo de Venezuela. El presente artículo no constituye sino una breve investigación geohistórica acerca de una amplia región que, desde muchos puntos de vista, especialmente desde la perspectiva histórica y económica, ha sido y continúa siendo fundamental para Venezuela.

Dividiremos el presente artículo en tres partes que corresponden a los siguientes temas:

1. Descripción del área.
2. Aspectos geohistóricos.
3. Proyectos y obras de canalización.

Una gran cantidad de temas igualmente vitales para Venezuela quedarán por fuerza fuera de la presente reseña, con el fin de circunscribirnos a las partes que se han indicado.

Entre los temas que no se van a tratar en detalle podríamos citar los que se refieren a la delimitación de áreas con Colombia, tanto terrestres como marinas y submarinas, los problemas de utilización de los ríos que provienen de territorio colombiano, el origen vario de la contaminación de las aguas y las alternativas de solución a este problema, la erosión en la bahía de Calabozo, los problemas geopolíticos del área, la navegación, la vialidad, la explotación racional de los recursos no renovables (principalmente petróleo, y en menor grado, el carbón), los efectos ecológicos y hasta geomorfológicos de esta explotación (la costa oriental del lago de Maracaibo, en el área donde se encuentra Lagunillas, se ha venido hundiendo como consecuencia de la enorme cantidad de petróleo que se ha extraído), el uso racional de los recursos naturales renovables (el estado Zulia es el de mayor producción agropecuaria de Venezuela en cuanto al valor de la misma), el impacto ecológico de la Planta Petroquímica de El Tablazo, el proyecto siderocarbonífero del Zulia y la industrialización en general, el turismo y la recreación y, en suma, el desarrollo social y económico de la población de esta amplia región, incluyendo especialmente a los grupos indígenas de la Guajira y de Perijá.

Todos estos temas, y muchos más, siguen abiertos a nuevas investigaciones, y lo mismo podemos decir de los que se presentan a continuación, por lo que la presente reseña sólo puede ser un recuento, por fuerza inacabado, de las huellas que la naturaleza y los seres humanos han ido dejando en un territorio que, con el tiempo, ha dado origen a la formación del Estado venezolano. Así pues, nuestro propósito con esta reseña bibliográfica no es tan ambicioso y exhaustivo como sería de desear y nos sentiríamos satisfechos si pudiera ser una especie de punto de partida para la realización de estudios y proyectos mucho más amplios dirigidos fundamentalmente hacia el logro de una adecuada planificación para el desarrollo, aprovechamiento y conservación de la cuenca de Maracaibo, considerada como un todo. 

1. Descripción del área

La cuenca hidrográfica del lago de Maracaibo está situada en la parte norte de América del Sur y, además de la superficie en tierra firme, incluye el golfo de Venezuela, el estuario de Maracaibo, integrado por El Tablazo y el brazo de Maracaibo y el propio lago de Maracaibo. Está limitada al oeste por la divisoria de aguas en la península de la Guajira, los Montes de Oca, la Serranía de Valledupar y la Serranía de los Motilones, al sur y sureste por el ramal venezolano de la cordillera de los Andes, al este por la cordillera de Buena Vista, la sierra de San Luis y la línea divisoria de las aguas en el istmo y península de Paraguaná y al norte por la línea recta de entrada al golfo de Venezuela que une a Punta Espada en la península de la Guajira con Punta Macolla en la península de Paraguaná. La extensión total de la cuenca es de 130.940 km2, de los cuales 97.442 km2 corresponden a tierra firme.

El lago de Maracaibo tiene una superficie de 12.013 km2, con una profundidad media de 26 m. (cerca de 85 pies) llegando, en algunos sitios, hasta los 34 m. (110 pies). El 87 por ciento del área del Lago (10.500 km2) presenta una profundidad de 10 o más metros (32,8 pies).

El brazo o estrecho de Maracaibo conecta al lago con El Tablazo; tiene una longitud de 40 km., un ancho de 6 km. en su extremo norte y un máximo de 17 km. en su extremo sur, con un área de 480 km2, aproximadamente. A todo lo largo del brazo corre un canal natural, cuya anchura media es de 1.000 m. aproximadamente, con 12 m. (38 pies) de profundidad mínima y 18 (58 pies) de profundidad máxima.

El Tablazo, que también se ha llamado bahía de El Tablazo, tiene forma trapezoidal y en general es de poca profundidad. Limita al sur con el brazo de Maracaibo y se comunica con el golfo de Venezuela por el canal de la barra de Maracaibo y las bocas llamadas de Cañonera y Cañonerita. Tiene una longitud de cerca de 24 km. en sentido norte-sur. En sentido este-oeste tiene un promedio de 27 km., siendo su superficie de 610 km2.

Es en El Tablazo donde se mezclan, con mayor intensidad, las aguas más o menos dulces que vienen del lago, por el sur, con las saladas que vienen del golfo de Venezuela por el norte. El canal natural de la salida del lago serpenteaba por la parte central de El Tablazo y tenía una profundidad mínima de 12 pies. Varias bocas cambiantes unen las aguas del golfo con las del estuario. El origen de El Tablazo se encuentra, precisamente, en la interacción fluctuante entre las aguas marinas y las lacustres y podría considerarse como una zona de transición o como una especie de laguna intermedia entre ellas. En castellano antiguo, tablazo significa un sector marino extenso y de escaso fondo (Rodríguez Díaz, 1999). Una de las primeras cartas de navegación en las que aparece el nombre de El Tablazo es la de Thomas Jefferys (1794).

El golfo de Venezuela es un cuerpo de aguas que tiene como entradas geográficas naturales (donde la escotadura deja de tener la configuración de una bahía): Punta de Espada en la península de la Guajira y Punta Macolla en la península de Paraguaná; se comunica con el lago de Maracaibo a través de El Tablazo y el brazo de Maracaibo.

La costa sur del golfo de Venezuela estaba en constante variación, especialmente en la parte correspondiente a la Barra de Maracaibo (Vila, P., 1960, cap. XVII), debido al encuentro allí de la corriente litoral de arenas, cuya dirección es hacia el oeste, con las corrientes originadas por la salida de aguas del lago y por las mareas, de rumbo hacia el norte y hacia el sur, respectivamente. El canal natural de El Tablazo pasaba frente a la isla de San Carlos para conectarse con el golfo después de cruzar la barra exterior.

La profundidad bastante uniforme del lago de Maracaibo y su forma casi perfecta de una cubeta se debe a la subsidencia explicada por su constitución geológica. En efecto, la extensa región que le dio nombre a Venezuela constituye un área única en el mundo desde los puntos de vista de la geología, de la geografía física (en especial de la climatología) y de la geografía humana y económica, a los cuales nos referiremos brevemente:

La constitución geológica de la región y sus características.

La cuenca del lago de Maracaibo y golfo de Venezuela, así como las cordilleras circundantes, han sido objeto de numerosos estudios geológicos, debido fundamentalmente al interés que ha existido, durante todo el siglo XX, por el estudio de los recursos petroleros y minerales en general, con miras a su aprovechamiento económico. Un estudio interesante que nos puede servir de introducción en este tema es el titulado Imagen de Venezuela. Una visión espacial (Pedevesa, 1992) que incluye dos capítulos, "Sistema Coriano. Las puertas de la historia" y "El lago de Maracaibo. Del palafito a la torre petrolera", ambos relacionados con el área a la cual nos estamos refiriendo.

El amplio estudio de Clemente González de Juana también resulta una referencia obligada en todo lo que se refiere a la geología de Venezuela en general y de la región del lago de Maracaibo en particular (González de Juana y colaboradores, 1980). Los numerosos estudios geomorfológicos, estratigráficos, sedimentológicos, oceanográficos, cartográficos, geodésicos y de otras disciplinas que se integran en las numerosas Ciencias de la Tierra también merecerían estudios bibliográficos particulares. Las empresas petroleras transnacionales como la Standard Oil Company (a través de la antigua Creole Petroleum Corporation), la Royal Dutch Shell (a través de la Compañía Shell de Venezuela) y muchas otras, hicieron numerosas investigaciones de los recursos geológicos de Venezuela (también referidos de manera especial a la región del lago de Maracaibo) muchas de las cuales se publicaron tanto en inglés como en castellano. Menciones especiales merecen las revistas El Farol, de la antigua Creole Petroleum Corporation, que incluía numerosos artículos de interés geohistórico referidos a Venezuela y la Revista Shell, que editaba la Compañía Shell de Venezuela. El antiguo Ministerio de Minas e Hidrocarburos, que en la actualidad se denomina de Energía y Minas, también ha realizado numerosos estudios que se refieren a la geología de la depresión zuliana (denominada así por el estado Zulia) los cuales, junto con otros de diversas fuentes, pueden consultarse en la propia biblioteca del Ministerio, y cuya relación, por motivos obvios de espacio, queda fuera de la presente reseña.

Más recientemente, la teoría de la Tectónica de Placas ha dado origen a una nueva interpretación del origen geológico del área a la cual nos estamos refiriendo: todo parece indicar que la subsidencia de la cuenca de Maracaibo se ha venido produciendo por la separación de la cordillera de los Andes en el llamado Nudo de Pamplona, en territorio colombiano, en los dos ramales constituidos por el sistema de Perijá al oeste y los Andes venezolanos propiamente dichos al este (decimos esto porque también el sistema de Perijá forma parte de la gran cordillera de los Andes, aunque en Venezuela tiene un significado aparte, por el hecho de que ambos ramales se encuentran completamente separados en territorio venezolano por la profunda cuenca sedimentaria del lago de Maracaibo). Y esta separación parece haber sido ocasionada por la inserción de una parte de la placa del Caribe, como una cuña y en forma de plano inclinado, en dirección N.E.-S.O.

En cierto modo, puede decirse que el levantamiento de los Andes y el hundimiento de la depresión zuliana (la depresión del lago de Maracaibo) son equivalentes. Esto significa que el hundimiento de la depresión se ha venido produciendo paralelamente y casi en la misma proporción que el levantamiento de las dos cordilleras andinas (Perijá y cordillera de Mérida). Mientras que el levantamiento de los Andes ha elevado rocas ígneas de origen profundo hasta los picos más altos (5.007 metros en el pico Bolívar, 3.750 en el pico Tetari o Tetaria, en la cordillera de los Motilones, del sistema de Perijá), las rocas sedimentarias que se formaron en la superficie de la depresión hace casi 200 millones de años, se encuentran ahora también a casi 5.000 metros, pero de profundidad (Escamilla, 1999 b).

El hundimiento lento y continuado del área de la depresión es responsable, no solo de la uniformidad en la concavidad del fondo lacustre, sino también de la mayor estabilidad de dicha área, cuando la comparamos con la sismicidad de los relieves andinos: a este hecho se han referido varios autores y puede comprobarse con la simple lectura de los mapas sísmico y tectónico del área (M.A.R.N.R, Dirección de Cartografía Nacional, 1971, 1979; Pedevesa, 1992).

La diversidad climática de la "Tierra del sol amada"

Maracaibo se conoce como "la tierra del sol amada", lo cual presenta la ambigüedad de significado en la que las dos alternativas son ciertas: una tierra amada por el sol (es proverbial el calor de Maracaibo) y por sus habitantes. Sin embargo, hay que aclarar que el calor de las latitudes subtropicales es mucho mayor en verano que en las intertropicales en cualquier época del año, y en Maracaibo sólo se alcanzan temperaturas verdaderamente calurosas, de 33 a 36 grados centígrados, en las primeras horas de la tarde, y es entonces cuando la brisa refrescante del mar sopla con mayor intensidad.

En el territorio que abarca la amplia cuenca del lago de Maracaibo y del golfo de Venezuela se encuentran todos los climas y ambientes posibles en la zona intertropical (consideramos que esta denominación es mucho más apropiada que la de zona tropical), por lo que el estado Zulia se suele considerar como una síntesis de todo el territorio venezolano. Por ejemplo, desde la península de la Guajira hasta el piedemonte de la serranía de Perijá, a lo largo tan solo de unos 260 km. se dan todas las gradaciones de lluviosidad imaginables, desde unos 250 mm. anuales al norte hasta más de 4.000 mm. en la misión de El Tukuko al sur. A diferencia de la región de los Llanos y la de la Guayana venezolana, donde sólo hay un período lluvioso (mayo a octubre, con un máximo en julio), en la región de Maracaibo, así como en los valles septentrionales de los Andes, se presentan dos períodos de lluvia, con los máximos en mayo/junio y octubre/noviembre, separados por un breve período de menor lluviosidad, lo cual se debe a una combinación de efectos entre el movimiento anual hacia el norte de la C.I.T. (Convergencia intertropical) y la presencia de los relieves montañosos, los cuales hacen más intensas las lluvias al principio y al final de la época de lluvias. Los tipos climáticos de la zona intertropical a los que hacíamos referencia son, por debajo de los 600 metros, seco (BW y BS en la nomenclatura de Köppen), de sabana (Aw) y de selva (Af) y por encima de dicha altura, cinco pisos térmicos o climáticos: el piso intermedio o subtropical (aunque esta última denominación no parece muy apropiada), templado, frío, de páramo y helado (a partir de los 600, 1.500, 2.200, 3.000 y 4.700 m. aproximada y respectivamente).

Un fenómeno meteorológico muy curioso e interesante es el llamado "Relámpago del Catatumbo" o "Faro de Maracaibo", especie de resplandor nocturno e incesante producido por tormentas eléctricas por el ascenso de las masas de aire procedentes del noreste (los vientos alisios), ascenso debido al efecto orográfico de las dos cordilleras andinas que forman un ángulo dirigido, precisamente, hacia el noreste, la dirección de los vientos dominantes. La intensidad de los vientos dominantes (los alisios) explica muy bien dicho fenómeno: aunque en el golfo de Venezuela, en horas de la tarde, las brisas del noreste llegan a alcanzar velocidades considerables, al sur del lago de Maracaibo, en las mismas horas, los vientos suelen ser mucho más débiles y esta diferencia de velocidad se debe, naturalmente, al ascenso de las masas de aire húmedo el cual explicará, a su vez, las tormentas eléctricas nocturnas al irse acumulando en una amplia zona de la que no pueden salir.

Uno de los primeros testimonios del Faro de Maracaibo o Relámpago del Catatumbo se conserva en el Archivo de Indias de Sevilla y corresponde a las Relaciones de la Real Audiencia de Panamá, de 1597, cuyo autor fue el pirata Francis Drake. En este material se basó Lope de Vega para escribir las octavas 44-46 del Canto IV, de su obra La Dragontea (Zavrotsky, 1991).

Este fenómeno ha sido descrito de manera bastante detallada por Pablo Vila, quien se basa en parte en el estudio realizado en 1911 por Centeno Grau (Vila, P., 1960, Centeno Grau, 1911, 1945). Sin embargo, Centeno Grau señala en otro estudio que "cada vez que ocurre un terremoto en la cordillera andina, principalmente en la región de Mérida, perturbaciones que agrandan y hacen más intensas las centellas de dicho fenómeno eléctrico (El Relámpago del Catatumbo o Faro de Maracaibo), están indicando la relación que existe entre ambos fenómenos" (Besson, 1943, T. I, p. 208), lo cual no tiene bases científicas, y tampoco las tiene el que este fenómeno eléctrico fuese originado por una supuesta radiactividad de la zona, como también sugirió en el mismo estudio.

La influencia que tuvo dicho fenómeno sobre la navegación nocturna en aguas del Lago debió ser muy importante durante toda la época colonial y resulta un tema interesante de investigación. A esta influencia se refiere la segunda estrofa del Himno del Estado Zulia, cuya letra es de Udón Pérez: "La luz con que el relámpago / tenaz del Catatumbo / del nauta fija el rumbo / cual límpido farol". También algunas "gaitas" (canciones y bailes populares del folklore zuliano que se han extendido a toda Venezuela y que celebran las fiestas navideñas) y muchas otras canciones se refieren a este fenómeno: "Una gaita por el mundo / es un mensaje de amor / y el rayo del Catatumbo / le da luz con su fulgor" (estrofa de "Una gaita", de Luis Oquendo Delgado). No es cierto que sea una descarga eléctrica silenciosa, sin truenos, como han señalado varios autores, y como sería el fenómeno conocido como fuego de San Telmo. Lo que sucede es que, aunque el resplandor es tan intenso que ilumina toda la cuenca de Maracaibo, las grandes distancias impiden que los truenos puedan escucharse.

El fenómeno del Faro de Maracaibo o Relámpago del Catatumbo es único en el mundo ya que no existe ninguna otra región en la que el relieve y la dirección de los vientos constantes del N.E. (los alisios) tengan una configuración o trazado semejante. Es un fenómeno fácilmente explicable desde un punto de vista científico, aunque la mayoría de trabajos que hemos consultado al respecto, tratan de darle una imagen misteriosa o esotérica que parece deberse, en algunos casos, al asombro que todos sentimos ante lo maravilloso, que muchas veces "parece" inexplicable. Desde las estribaciones de la cordillera andina que miran hacia la cuenca de Maracaibo hemos tomado fotografías a las dos de la madrugada, hacia la región sur del lago y el resplandor era tan intenso que permitía ver, de manera clara y como si fuera la luz del crepúsculo, el paisaje a grandes distancias. Las descargas eléctricas duran varios segundos pero son tan frecuentes que se superponen unas a otras, por lo que ese resplandor, aunque fluctuante en intensidad, suele aparecer como continuo en el tiempo. En todo caso, este sería un tema que debería requerir una investigación mucho más extensa de lo que aquí podemos desarrollar.

No fue casualidad que los puertos en el lago de Maracaibo, como el de San Antonio de Gibraltar, a cuya fundación en 1592 se hace referencia en un artículo anterior (Escamilla, 1999 a), tuvieran tanta importancia en la exportación hacia Europa de los productos obtenidos en los Andes (incluso de la Nueva Granada, en lo que hoy es el territorio colombiano) ya que estaban ubicados en un lago de fácil navegación diurna y nocturna y en un área que se suponía relativamente resguardada de los ataques de piratas, aunque ello no resultó ser así.

Las copiosas precipitaciones que se registran al sureste de la depresión zuliana, en las laderas meridionales del Sistema de Perijá y en la cordillera de los Andes Venezolanos, han dado origen al elevado caudal de los ríos procedentes del suroeste y, en consecuencia, al avance del delta del Catatumbo hacia el interior del lago, en los lugares donde la acumulación de sedimentos traídos por éste y otros ríos se produce a un ritmo más rápido que la propia subsidencia de la cuenca lacustre.

En las tierras deltaicas ubicadas entre los ríos Santa Ana y Catatumbo se ha creado recientemente (1991) el Parque Nacional de las Ciénagas de Juan Manuel de Aguas Claras, con 250.000 ha. (El Nacional; 1998). Las aguas de los ríos del suroeste (Catatumbo, Chama, Escalante, etc.), así como de los ríos Palmar, Apón y Santa Ana, que vienen del sistema de Perijá, (donde se creó el magnífico Parque Nacional de Sierra de Perijá en 1978, con 295.000 ha.), son las principales responsables de que siempre haya sido un lago y de que no se hayan salinizado sus aguas.

Ha sido en años recientes cuando el dragado del canal de navegación para exportar el petróleo de la cuenca del lago de Maracaibo ha ocasionado la creciente salinidad (además de la contaminación) de las aguas lacustres, al introducirse las aguas marinas como una cuña a través de dicho canal, bastante hacia el sur de la propia salida en la barra de Maracaibo.

Sin embargo, todavía no se le puede considerar como un lago de agua salada, especialmente al alejarnos unos cuantos km. hacia el sur del estrecho de Maracaibo (donde está construido el Puente sobre el Lago, de 9 km. de longitud), por lo que la información que aparece en algunas obras acerca del lago de Maracaibo como "el lago de agua salada más grande de Sur América" (M.A.R.N.R., 1995, p. 143) podría considerarse como una exageración: hacia el sur, la desembocadura de ríos caudalosos hace que, aún hoy, podríamos calificar a las aguas del lago como potables (al menos, con algún tipo de tratamiento, para evitar los problemas de contaminación producidos por las industrias y las ciudades de la zona).

En síntesis, la creciente salinidad del lago, así como su contaminación, son problemas que afectan principalmente al área próxima a la desembocadura del mismo frente a las ciudades de Cabimas y Maracaibo pero, como es lógico, existe actualmente una creciente preocupación ecológica por el rescate integral del lago y por impedir la progresiva salinización y contaminación de sus aguas en toda su extensión.

El poblamiento de la región y las características demográficas actuales.

A la extraordinaria diversidad de la cuenca del lago de Maracaibo y del golfo de Venezuela desde el punto de vista físico, hay que añadir la complejidad de su geografía humana, como nos lo indica la propia historia de la región: al ser la salida natural de un extenso territorio que comparten actualmente Venezuela y Colombia, esta región tuvo una posición estratégica muy importante durante toda la época colonial, compartida con el resto del territorio venezolano, lo cual explicó el hecho de que Venezuela tenga más fortificaciones militares de dicha época que México o Perú (Corpoven, 1986).

Durante la época colonial, los intereses comerciales de Maracaibo mantuvieron a esta provincia relativamente unida a España, unión que permaneció, incluso, después de la firma del Acta de Independencia del 5 de julio de 1811, lo que podría ser considerado como una explicación de que la provincia de Maracaibo no figure entre las siete ciudades o provincias que firmaron dicha Acta (las cuales están simbolizadas con siete estrellas en la bandera nacional: Caracas, Cumaná, Margarita, Barinas, Barcelona, Mérida y Trujillo) y que la Corona española le concediera a Maracaibo en 1813 el título de "Muy noble y leal", que aún ostenta en el escudo de armas de la ciudad (Socorro, 1998).

El relativo aislamiento de la cuenca de Maracaibo desde el punto de vista de la Geografía Física contribuyó a la diferenciación regional del área durante la época colonial, cuando los hechos físicos ejercían una influencia mucho mayor sobre la definición de los territorios y regiones, tal como señala, entre otros autores, John V. Lombardi (Lombardi, 1985).

Esta diferenciación regional resultó acentuada por los lazos comerciales con España y, debido también a la importancia del comercio, por la coexistencia de grupos de origen diverso (españoles, africanos traídos como esclavos, indígenas), todo lo cual contribuyó a la configuración de un territorio con una personalidad muy bien definida, puesta de manifiesto en el folklore y en su sentido de identificación con la patria chica y con todos sus habitantes (Urdaneta Bravo, 1988). Volviendo al tema del folklore zuliano, que en sí solo justificaría un estudio más detallado y realizado por expertos en el tema, una gaita de Nolberto Pirela titulada "Sentir zuliano" nos expresa, con gran sentido del humor, esa diferenciación regional a la que nos referimos: "Yo no soy regionalista / pero a mi Zulia lo quiero / porque sé que es lo primero / de Venezuela en la lista". Las gaitas, como se ha dicho, son canciones corales navideñas bailables originadas en los villancicos, o "aguinaldos", como se denominan en Venezuela, pero que, con el tiempo, aunque cuentan con un instrumento musical típico de la Navidad (el "furro" o "furruco", equivalente a la zambomba española) se han convertido en expresiones populares mucho más amplias que ponían de manifiesto, en un principio, el regionalismo y el sentimiento de protesta o de crítica contra todo lo que podríamos considerar como "ajeno" al sentir zuliano y que ahora abarcan a todo el territorio nacional. La misma gaita de Nolberto Pirela nos dice: "Es la tierra del zuliano / un paraíso pequeño / donde todos son hermanos / del guajiro al costeño". Una gaita famosa de Ricardo Aguirre ("La grey zuliana", una invocación a la Virgen de la Chiquinquirá, Patrona de Maracaibo) se refiere al mismo tema: "Madre mía, si el gobierno / no ayuda al pueblo zuliano / tendréis que meter la mano / y mandarlo pa'l infierno". Con respecto a la estrofa anterior hay que señalar que el habla zuliana mantiene un tipo de voseo de la época colonial ("tendréis") muy curioso y que resulta único en el idioma castellano en el sentido de que, en una misma frase pueden aparecer, mezclados, el tuteo y el voseo: "Te vais a casar".

En resumen, el regionalismo zuliano resulta un fenómeno muy interesante que debe ser estudiado por personas de mayor experiencia en el tema: aquí sólo nos hemos limitado, como debe ser en un estudio general, a introducir algunos comentarios acerca del mismo debido a que constituye un aspecto fundamental en una región que le dio nombre al país pero, que por razones históricas perfectamente explicables, se separó a escala local de ese nombre original, paradoja a la que ya se refería fray Pedro de Aguado en 1581: "Y pareçiendoles, como he dicho, a los españoles que por habitar estos yndios deste lago en el agua de la forma que e contado, eran en alguna manera semejantes a los moradores de Veneçia, pusieron por nombre a la provinçia Venençuela" "y asi hasta este nuestro tiempo comunmente aquella Gobernaçion se a llamado y llama la provinçia y gobernaçion de Venençuela". "Y tambien es de saber que este lago no tomo ni tiene la nombradia de la provinçia de Venençuela, que del o por el fue nombrada asi, mas llamada la laguna de Maracaybo. Maracaybo era nombre propio de un señor muy poderoso que en este lago rresidia o bivia" (Aguado, 1581).

La razón de que el lago de Maracaibo no tomara el nombre de Venezuela se debe al proceso histórico que determinó el que la capital de la provincia de Venezuela fuera originalmente la ciudad de Coro. El lago de Maracaibo y las poblaciones de palafitos que existían y todavía existen en la bahía de El Tablazo, en la laguna de Sinamaica y en otras partes, fueron conocidas por los europeos en 1499, pero los españoles no fundaron ninguna ciudad en la cuenca de Maracaibo hasta la segunda mitad del siglo XVI (1571 - 1574). Este hecho reafirma la idea expresada en un artículo ya citado (Escamilla, 1999 a) de que son las ciudades las que dan origen a las provincias y no al contrario. La ciudad de Coro dio origen a la provincia de Venezuela y la de Maracaibo, a la provincia de Maracaibo. Y el que la ciudad de Coro fuese la primera capital de la provincia de Venezuela se debe a su localización en el actual istmo de Médanos, junto al golfete de Coro, que no es sino una bahía del propio golfo de Venezuela. El hecho de que las siguientes ciudades (El Tocuyo, Barquisimeto, Valencia del Rey y Caracas, ciudad esta última adonde se mudó la capitalidad de la provincia a fines del siglo XVI) se fundaran hacia la parte oriental del territorio antes de la fundación de Maracaibo, y del largo trayecto entre Coro y el lago de Maracaibo (más de 250 km. de un terreno semidesértico) contribuyeron a la separación del territorio venezolano del área que le dio su nombre, y también a la acentuación posterior del aislamiento de la región de Maracaibo como provincia distinta de la de Venezuela.

Este aislamiento, en términos de distancias reales, se puso de manifiesto en la segunda mitad del siglo XVII y, sobre todo, en la primera mitad del XVIII. Los mapas holandeses anteriores a esta época (Hondius, 1625; Blaeuw, 1634), por ejemplo, presentaban la línea costera con muy pocos errores, excepto en el área del golfo de Venezuela, ya que situaban a Coro y Maracaibo unos 200 km. más próximas entre sí de lo que en realidad se encuentran.

La población indígena actual del estado Zulia se reparte entre tres grupos importantes: los guajiros o wayuu, en la península de la Guajira (a ambos lados de la frontera colombo-venezolana, frontera que para ellos no tiene mucha significación desde el punto de vista histórico e incluso legal), los yucpa y los bari, estos dos últimos, pertenecientes al grupo de los motilones, habitantes de las estribaciones meridionales de la Serranía de Los Motilones, que pertenece al Sistema de Perijá. Como ya hemos visto, la Guajira es un área muy seca y, sin embargo, el modo de vida de los guajiros se ha adaptado bastante bien a un ambiente francamente hostil. Casi resulta asombrosa su supervivencia como un grupo étnico muy bien definido desde el punto de vista cultural, en las proximidades de una ciudad tan grande y cosmopolita como Maracaibo, con casi dos millones de habitantes. El orgullo del pueblo guajiro y su sentido de "pertenencia" a la etnia "wayuu", se ponen de manifiesto en la indumentaria típica, sobre todo de las mujeres, quienes, a diferencia de lo que sucede con los demás grupos indígenas americanos, han sido las principales responsables de esa supervivencia cultural. Como señala Juan Liscano refiriéndose a algunas características de los guajiros: "En toda la Goajira los indios bailan la Chichamaya, danza de cortejo amoroso que antiguamente se realizaba en determinadas oportunidades solemnes del individuo o de la colectividad. Se trata de una danza de cultura matriarcal pues es la mujer la que teje su requiebro en torno del hombre hasta derribarlo con una zancadilla. En todas las (demás) danzas populares de nuestro folklore es el hombre quien lleva la iniciativa" (Liscano, 1950).

Los guajiros son buenos comerciantes y artesanos y tienen a la ganadería caprina como un complemento en su economía. La introducción de palmeras datileras, como se hizo hace tiempo en la isla de Margarita, podría ser un excelente factor de desarrollo de la Guajira, donde las condiciones son óptimas para dicha planta: sol y pocas lluvias, oscilaciones térmicas diarias bastante grandes (unos 15 grados aproximadamente) y un manto freático bastante próximo a la superficie, como resultado de la existencia de algunos relieves de rocas calcáreas del sistema de Perijá, paralelos a los Montes de Oca, que dirigen a los ríos Guasare, Socuy y algunos menores hacia el norte, es decir, hacia el área de clima seco de la Guajira: las lagunas de Gran Eneal, Sinamaica y otras son verdaderas albuferas que se originaron por este hecho. También las costas del golfo de Venezuela, en el estado Falcón, podrían desarrollar algunas plantaciones de palmas datileras, si se realizaran ciertas obras de infraestructura, aunque las mejores áreas para este tipo de cultivo se encuentran en la cuenca del río Hüeque, también en el estado Falcón, tal vez con la derivación de aguas del río Tocuyo hacia dicha cuenca. Y la limitación de los suelos de estas áreas, que tienen cierto grado de salinidad, resulta casi una ventaja por la gran tolerancia de dicha planta a los suelos salinos.

No es la palma datilera, sino el cocotero (coco nucifera), el árbol emblemático del estado Zulia. Una bebida popular es el coco frío, o más bien, el agua de coco, distinta a la leche de coco, como es conocida en los países de las zonas templadas, donde sólo se logran cocos ya maduros (el agua de coco se obtiene de frutos nuevos que no han desarrollado la pulpa). Y uno de los platos que identifican la gastronomía zuliana es, precisamente, el chivo en coco (con la pulpa del coco, en este caso). Es probable que la salinidad de los suelos de la Guajira le de un sabor especial a la carne de chivo, de la misma manera que en las costas occidentales de Francia se desarrolla el "mouton pre-salée" alimentando a los corderos con las plantas que crecen en los terrenos invadidos diariamente por las mareas. Los zumos (en Venezuela, jugos) naturales de frutas son, al igual que en el resto del país, ampliamente empleados como bebidas refrescantes, destacándose en el Zulia, además del agua de coco y la cocada, los jugos de parchita (la "Passion Fruit" en inglés, que es el fruto de una pasifloracea muy abundante en el Zulia), de guayaba, de guanábana y muchos otros. En la gastronomía, lo mismo que en muchas otras manifestaciones culturales, también el estado Zulia presenta unas características peculiares, en especial, en lo que se refiere a la confección de algunos postres que utilizan elementos abundantes en la región: huevos chimbos, torta de plátano maduro y dulce de hicacos, entre otros (Lovera, 1999).

En síntesis, la cuenca de Maracaibo y del golfo de Venezuela presenta una personalidad muy acentuada como una región nítidamente delimitada por la geografía física, y definida por la historia y la demografía: la población que en ella ha vivido desde hace miles de años y la intensa transculturación que se ha producido entre grupos humanos de muy diverso origen explican los principales rasgos que definen la geografía humana de la región actualmente. El Estado Zulia, o Zulía, como se indica en la magnífica obra de Juan Besson (1943) es el de mayor población en Venezuela en la actualidad (más de tres millones de habitantes), el de mayor población indígena (el grupo wayuu, o guajiro, reúne unos 190.000 habitantes, más del 60 por ciento de toda la población indígena venezolana), el de mayor producción petrolera, agrícola (en especial, leche y derivados, plátanos, nísperos americanos y otras frutas) y económica en general y, en suma, el más representativo, desde el punto de vista físico, de todo el territorio venezolano.

2. Aspectos geohistóricos y descripciones geográficas.

Siglos XV y XVI

El primer europeo que recorrió las costas del Golfo de Venezuela y de la Bahía de El Tablazo fue Alonso de Ojeda en 1499. Con él viajaban Américo Vespucio y el cartógrafo Juan de la Cosa. Algunos historiadores señalan que no llegaron a atravesar la barra de arena que se forma entre el golfo y el estuario de Maracaibo. Sin embargo, no hay palafitos en mar abierto, aunque las olas del golfo nunca son de mucha altura. Lo mismo en el siglo XV que ahora, los poblados lacustres se encuentran en las costas occidentales de la bahía de El Tablazo como El Moján (Besson, 1943) y en algunas lagunas así como también en el lago de Maracaibo. Según Röhl, y de acuerdo con las cartas de Vespucio a los Medici, penetraron por la barra de Maracaibo el 24 de agosto de 1499, día de San Bartolomé, por lo que bautizaron con el nombre de San Bartolomé a dicho lago de Maracaibo, el cual recorrieron durante nueve días (Röhl, 1990). Juan de la Cosa fue el autor, en 1500, de la primera carta de las regiones recién descubiertas, en las que aparece por primera vez el nombre de Venezuela. Martín Fernández de Enciso, en su obra "Suma de Geografía", de 1519, hace una descripción minuciosa de las costas de todo el territorio venezolano, aunque señala que en el lugar que se llama Veneciuela, las casas de los indios estaban construidas sobre "una roca muy grande y de cima chata" (Fernández de Enciso, 1519, 1948). Sin embargo, ya antes, las propias declaraciones de Alonso de Ojeda y Américo Vespucio habían aclarado la naturaleza de las viviendas indígenas construidas sobre el agua: "encontramos una población fundada sobre el agua, como Venecia; eran cerca de 44 habitaciones grandes, en forma de cabañas, sostenidas sobre palos muy gruesos, con sus puertas de entrada a manera de puentes levadizos, y de una casa se podía ir a todas, pues los puentes levadizos se tendían de casa en casa" (Vespucio, 1505, 1507. In: Röhl: 1990). Seguramente, el error de Fernández de Enciso se debe a que, desde un principio, se suponía que las bases de los palafitos indígenas se sostenían sobre una roca plana y no sobre el lodo y las arenas del fondo. El cosmógrafo - cronista Juan López de Velasco señala: Llamóse esta provincia Venezuela por la similitud que tiene con Venecia una población que está en medio del Lago de Maracaibo, puesta sobre el agua, encima de una peña llana" (Besson, 1943, p. 20, subrayado nuestro).

Los Reyes Católicos firmaron con Alonso de Ojeda y con Vicente Yáñez Pinzón, sendas capitulaciones que establecían lo que se esperaba a través de su cumplimiento. Con ellas la Corona española se planteó responder tres problemas: la comprobación del valor de las nuevas tierras, la necesidad de desconcentrar de las manos de Colón unas extensiones de tierra cada vez mayores y que no podían ser detentadas por una sola persona y la búsqueda del paso hacia las especias asiáticas, objetivo inicial de los viajes atlánticos (Donís, 1997).

En 1527 se funda la ciudad de Coro por Juan de Ampíes, en el Istmo de Médanos, el cual une a la península de Paraguaná con el continente y separa las aguas del golfo de Venezuela de las del mar abierto. Coro, poblada con españoles e indios caquetíos, vino a ser la población que dio origen a la provincia de Venezuela.

En 1528, el monarca español Carlos I (Carlos V de Alemania) cedió en una capitulación los derechos de explotación de las tierras de Venezuela a los Welseres. Los límites de esta capitulación abarcaban desde el cabo de Maracapana en el oriente hasta el cabo de la Vela, en las costas occidentales de la península de la Guajira.

En 1529, Ambrosio Alfinger recorrió la zona comprendida entre la ciudad de Coro y el Lago de Maracaibo, en cuyas orillas estableció una ranchería, que a la muerte de Alfinger en el valle andino de Chinácota (del río Pamplona, perteneciente a la cuenca de Maracaibo, en territorio colombiano actualmente), fue abandonada y destruida. Estos lugares no volvieron a poblarse hasta 1569 ó 1571, cuando Alonso Pacheco fundó la "Ciudad Rodrigo de Maracaibo", que también fue abandonada. En 1574, Pedro Maldonado volvió a levantar la ciudad, esta vez con el nombre de "Nueva Zamora de la Laguna de Maracaibo", que hoy llamamos Maracaibo, y es la capital del Estado Zulia. Ambrosio Alfinger era factor de la casa de los Welseres en Santo Domingo y fue el iniciador del dominio de dicha casa en la gobernación de Venezuela (1529-1546). Este nombre de Venezuela tuvo su consagración papal cuando en la bula de Clemente VII de 1531 se crea el obispado de Coro (Oxford University Press, 1999).

Sobre la obra de los Welseres al frente de la provincia de Venezuela existen dos versiones: una positiva y favorable para el juicio posterior de la historia alemana (Panhorst, 1928) y otra negativa, en la que se critica el interés de los Welseres puramente dirigido a la búsqueda de metales preciosos (el mito de El Dorado) sin que se hubieran preocupado por poblar y fundar ciudades (Aguado, 1581; Besson, 1943). Seguramente, una interpretación histórica más objetiva se ubicaría en un término intermedio. Con respecto a la intención apologética de la obra de los Welseres, lo que más llama la atención no es el que deje afuera los aspectos negativos, sino los motivos de esa apología, como sucede con la biografía del último gobernante alemán Felipe von Hutten (o von Hutt) escrita por Federico Ratzel (Escamilla, 1998). La gobernación de Venezuela por parte de los Welseres constituye un capítulo de la historia alemana que se trató de resaltar en una época relativamente reciente (1871-1914), cuando Alemania buscaba la formación de un imperio germánico en varios continentes y, específicamente, en Venezuela, como señala Holger H. Herwig (Herwig, 1991).

También la Conquista española en Venezuela y en el resto de América ha sido vista desde dos puntos extremos que han sido denominados "leyenda dorada" y "leyenda negra". Con motivo del quinto centenario del descubrimiento de América se han propuesto denominaciones alternativas, como las de "Encuentro de dos culturas", "Invasión de América por los europeos", etc., sin tener en cuenta que los procesos históricos deben verse desde una perspectiva integral o global y de que nada ganamos con visiones parciales de la realidad. No podemos ahora, pese a la importancia que tuvo el proceso de fundación de ciudades en la Historia de América (Escamilla, 1999 a), cambiar la denominación del conquistador español por la de poblador y al proceso de Conquista por el de Poblamiento, porque el concepto histórico de Conquistador es mucho más global que el de poblador ya que, a la vez, incluye aspectos tanto negativos como positivos. Tampoco tenemos que buscar nuevas denominaciones para no herir susceptibilidades después de cinco siglos: fue un Descubrimiento desde el punto de vista de los europeos pero no desde la perspectiva de los indígenas americanos para quienes, en cambio, el proceso de Conquista fue una verdadera invasión. La obra de Girolamo Benzoni (Benzoni, 1565, 1572, 1857), que tuvo una amplia difusión fuera de España, puede considerarse como un buen ejemplo de la "leyenda negra" acerca de la actuación española en América a comienzos del siglo XVI, y también como ejemplo de una versión de los sucesos históricos sesgada exclusivamente hacia un lado.

Una de las descripciones más antiguas del lago de Maracaibo es la hecha en junio de 1579 por Rodrigo de Argüelles y Gaspar de Párraga, comisionados para ello por el cabildo de Nueva Zamora y por instrucciones del gobernador de Venezuela Don Juan de Pimentel. Por ella conocemos, entre otras cosas, lo siguiente:

- El nombre de la provincia laguna de Maracaibo procede del cacique Mara, quien vivió en la región, o más precisamente en una isla frente a Maracaibo.

- Los pueblos de indios de esta provincia estaban hechos sobre el agua"pueblos fundados sobre el agua, hechos sobre el agua y sobre ellos fundadas las casas"

- La provincia se sustentaba de agua de la laguna.

- En las afueras de la ciudad había una fuente de "mene" que manaba como agua a borbollones e hirviendo, formando una laguna. Esta brea se usaba para calafatear los buques y también para algunas curas y para hacer velas. En la provincia habían 4 de estas fuentes.

- En la comarca de la ciudad había mucha madera: mangle, vera, guayacán, brasil, cedros colorados y blancos, árboles frutales.

- En la provincia había mucho ganado vacuno, cabruno y ovejuno.

- Cerca de la ciudad habían varias salinas donde se recogía mucha sal.

- La laguna es mansa y buena de navegar y no hay tormentas en ella.

- Habían varios puertos, uno para ir a Trujillo, otro a Mérida, el puerto de la ciudad de Pamplona, otro en la angostura de la laguna para ir y venir por tierra a Coro.

- La barra era de 3 a 4 brazas, limpia y segura, sin topaderos.

- Los puertos de la laguna estaban bien abastecidos de agua "porque la laguna es dulce hasta la barra".

- En la boca de la laguna había una isla que partía a la laguna en dos bocas, llamada isla de Tua (Toas). Habían otras dos islas, la de Maracaibo y la de los Pájaros (Argüelles y Párraga, 1579).

En 1581, fray Pedro de Aguado, uno de los más autorizados historiadores primitivos de Indias, en su Primera parte del descubrimiento, pacificación y población del Nuevo Rreyno de Granada de las Indias nos informa:

- "Junto a esta provinçia y poblazon de Coro esta un lago"

- "la entrada que la mar tiene en este lago"

- "Este lago a partes hondable en tanta manera que pueden navegar en el naos de cualquier grandor, y en otras es muy terreno y de poca hondura. Toda o la mayor parte de esta laguna esta poblada de muchos naturales que habitan y biven asi en el agua como en tierra"

- "Este lago no es todo dulce ni todo salado. Quando el biento se ensoberbeçe corre en el el mesmo genero de tormenta que en la mar"

- "Es rredondo, algo prolongado hazia la culata, que es por donde entran los rios y aguas"...

- "Tiene la boca algo angosta por espacio de dos leguas y algunos la hacen por dos bocas, la una mayor que la otra. Tiene peligrosa entrada" (Aguado, 1581).

Como vemos, las dos descripciones coinciden en muchos aspectos, con la excepción de los "vendavales" que supuestamente se presentan en el lago. En realidad, quienes tienen la razón en este punto son Argüelles y Párraga. Los cumulonimbos que se forman en la depresión zuliana durante la época de lluvias pueden dar origen a fuertes vientos que los anteceden, pero que no alteran mucho la superficie del lago porque ocupan un espacio reducido y duran muy poco tiempo (apenas uno o dos minutos). Como ya se ha visto, el ascenso de las masas de aire origina una disminución progresiva de la velocidad de los vientos alisios hasta casi anularse en la zona sur del lago de Maracaibo.

Siglo XVII. Los ataques de los corsarios.

A fines del siglo XVI y comienzos del siglo XVII, la provincia de Maracaibo era una de las más ricas de la costa, lo cual atrajo la codicia de los piratas, quienes se ensañaron con la provincia durante algo más de un siglo. Los ataques de los piratas se iniciaron con el ataque de William Jackson, corsario inglés que con 11 buques saqueó a Maracaibo en la navidad de 1642. Los ataques piratas no se limitaron a saquear a Maracaibo sino también a Gibraltar, cuyo comercio rivalizaba con el de Maracaibo, gracias a que era puerto de salida de la provincia de Mérida y La Grita y que contaba con fincas de ganado y plantaciones de tabaco. Juan David Nau, el "Olonnais" (francés) sometió a Maracaibo y Gibraltar a un saqueo que duró más de dos meses en 1665. Al año siguiente, Miguel (Maristegui) El Vascongado (francés), tomó por sorpresa a Maracaibo saqueándolo nuevamente. En 1669, Henry Morgan (inglés) volvió a saquear las ciudades de Maracaibo y Gibraltar. Y en 1680 el capitán Granmont, francés, se hizo dueño de toda la provincia durante unos seis meses (Rodríguez Díaz y Pérez, 1972; Urdaneta, R., 1981, 1997). Una obra de Mario Briceño Iragorry (1947) desarrolla una visión general de las acciones de los piratas en Venezuela durante la época colonial.

La frecuencia de los ataques piratas es lo que explica la construcción de numerosas fortificaciones en todo el territorio venezolano durante el siglo XVII y, sobre todo, el XVIII.

Para proteger la entrada al lago de Maracaibo de las incursiones de los filibusteros, los españoles construyeron varias fortificaciones, siendo las principales: el Castillo de San Carlos, construido en 1682 y ampliado un siglo más tarde por el ingeniero militar Casimiro Isava; el Reducto de Santa Cruz de Paijana, a la entrada del caño de ese nombre; el Castillo de Nuestra Señora del Carmen y Santa Rosa de Zapara y los castillos de Barboza y Bajo Seco en las islas de estos nombres, hoy desaparecidas estas últimas.

La labor de los ingenieros militares y la construcción y restauración de fortificaciones en Venezuela en general y en la región de Maracaibo en particular ha sido investigada desde diversos puntos de vista durante las últimas cuatro décadas (Arcila Farías, 1961; López Rivero, 1968; Rodríguez Díaz y Pérez, 1972; Duarte, 1972; Gasparini, 1985; Fundación Polar, 1988).

Siglo XVIII. Las misiones.

"A principios de 1694 llegaron a Maracaibo los Capuchinos Fray Buenaventura de Vistabella, Fray Antonio de Ollería y el Hermano Lego Fray Gregorio de Ibi, con el fin, de acuerdo con el Gobernador, de ocuparse en la conversión de los indios Arotomos, que se hallaban en las serranías" (Besson, 1943, Tomo I, 154). Así comienza la labor misionera en la depresión zuliana de los Capuchinos valencianos, cuya Misión de Santa Marta abarcaba también a la provincia de Maracaibo. La labor misionera en la provincia de Maracaibo tuvo un éxito relativo en la península de la Guajira y en la zona meridional de la depresión de Maracaibo, pero chocaron con la belicosidad de los indios del sur de Perijá, los que permanecieron irreductibles hasta hace apenas unas décadas. El propio fray Gregorio de Ibi fue muerto por los indígenas y los otros también murieron por enfermedades al poco tiempo. En años posteriores llegaron nuevos misioneros, que se establecieron en diversas partes de la provincia de Maracaibo fundando diversos pueblos de misión y ciudades, hasta que por Real Cédula de 1749, se dividió esta amplia provincia misionera en dos partes: la de Santa Marta, al frente de la cual iban a continuar los Capuchinos valencianos, quienes siguieron realizando su labor en la península de la Guajira, y la de Maracaibo, que se iba a destinar a los Capuchinos procedentes de Cantabria y Navarra. La obra de Lodares y otras, se refieren a la labor realizada por los misioneros, a sus fundaciones y a su trabajo evangelizador y educativo (Lodares, 1929; Besson, 1943; Armellada, 1960; Röhl, 1990). El problema de la Real Cédula de 1749 se encuentra en el hecho de que, lo mismo que sucedió con otras Leyes de Indias, las inexactitudes en las delimitaciones entre provincias y territorios contiguos originaron ciertos problemas a largo plazo, sobre todo, en la aplicación, después de la Guerra de la Independencia, del principio del "uti possidetis juris". Lo mismo que sucedió con el establecimiento de la fronteras entre Venezuela y Colombia en la península de la Guajira, sucedió con la separación de las provincias misioneras de Santa Marta y Maracaibo: en ambas ocasiones no se tomó en cuenta que la población indígena ocupaba territorios a ambos lados de las fronteras que se estaban estableciendo.

Acerca de la labor misionera en Venezuela, la bibliografía es tan amplia e interesante que requeriría de una investigación o estudio particular. En la cuenca de Maracaibo, las principales órdenes que realizaron su labor misionera fueron las de los capuchinos, los agustinos y los jesuitas, principalmente. Las obras de Carrocera (1964), Cassani (1967), Rionegro (1918) Turrado (1950) y Vegamian (1950) pueden servir para fundamentar una investigación en este sentido.

Oviedo y Baños, en su Historia de la Conquista y Población de Venezuela dice, refiriéndose al lago:

- "Navegan de ordinario por este golfo de aguas dulces muchas balandras, fragatas, barcos y otras embarcaciones pequeñas y pudieran surcarlo galeones de alto bordo según es fondeable, si lo permitiera la barra de su entrada; pero es tan baja por los de arena, que forma la resaca que solo da capacidad para el paso de medianos buques" (Oviedo, 1723).

Y Antonio de Alcedo, en su Diccionario geográfico - histórico (MDCCLXXXVI-MDCCLXXXIX) refiriéndose al Lago y a la ciudad de Maracaibo o Nueva Zamora, teniendo seguramente como fuente de información a la obra de Oviedo y Baños, dice lo siguiente:

- "Navegan este golfo (refiriéndose al lago) de agua dulce muchas fragatas, balandras y otras embarcaciones, y aun las más grandes pudieran surcarlo por su fondo, si lo permitiera la barra que hay a su entrada que tiene media legua de ancho, y en ella hay dos isletas llamadas la una de las Palomas y la otra de la Vigía, en las mareas crecientes entra el agua del golfo de Venezuela y entonces son algo salobres sus aguas"

A finales del siglo XVIII se consideraba a Maracaibo como una de las ciudades y provincias más ricas de la costa. El Obispo Martí hace un amplio inventario de Maracaibo y señala que la ciudad contaba, en 1774, con 606 casas y 834 familias, con más de 10.000 habitantes (Vila, M. A., 1978). Y Depons indica que en 1801 reunía 22.000 habitantes (Depons, 1804. In: Vila, M. A., 1978). En la provincia se destacaba la cría en hatos de ganado mayor y menor y existían haciendas de cacao y de caña de azúcar.

En 1777, con la Real Cédula de Carlos III del 8 de septiembre, se crea la Capitanía General de Venezuela, base fundamental, desde el punto de vista territorial, de la nación venezolana. Esta Capitanía General estaba integrada por las provincias de Venezuela o Caracas, Maracaibo, Guayana, Cumaná, Margarita y Trinidad. En 1786, mediante otra Real Cédula, se creó la provincia de Barinas.

Hacia los últimos años de la época colonial, durante el período de 1793 a 1802, la Segunda División de Bergantines "Empresa y Alerta", al mando del Brigadier de la Armada Española don Joaquín Francisco Fidalgo, efectuó un notable trabajo hidrográfico que se extendió desde la isla de Trinidad hasta el Golfo de Darién en la Colombia actual. Dicho trabajo se publicó en Madrid en forma de 4 hojas geográficas, las primeras dos en el año 1816 y las otras dos en 1817. En la tercera hoja que va desde la península de Paraguaná y la isla de Aruba hasta la boca del Magdalena aparecen el golfo de Venezuela y la entrada al lago de Maracaibo pero, desafortunadamente, por órdenes superiores, no fue reconocida por la expedición la costa entre Punta Arenas en la costa de la provincia de Coro y Punta Espada, límite de la provincia de Maracaibo, en la península de la Guajira.

Siglos XIX y XX

En 1810, la Dirección española de Hidrografía publicó, en el Derrotero de las islas Antillas, de las costas de Tierra Firme y de las del Seno Mejicano, una descripción del golfo de Venezuela. En ella se dice que Punta Macolla y Punta Espada forman la entrada al golfo de Venezuela o de Maracaibo: "en este Golfo y en lo más al Sur de él desemboca la gran laguna de Maracaibo por una delta, que solo ofrece una boca navegable capaz de embarcaciones de trece pies de calado porque forma barra en que no hay más de 15 pies de agua" (Dirección de Hidrografía de España, 1810).

En 1811 se consagra el nombre de Venezuela con la Constitución de ese año. Poco después se inicia la guerra de la Independencia que fue, como han señalado algunos historiadores, una guerra civil, sobre todo en sus primeros años.

Hemos visto que la vida colonial de Venezuela comienza por el lago de Maracaibo y el golfo de Venezuela. Y lo curioso del devenir histórico es que en el mismo lugar también terminó la dominación española, con la batalla naval del lago de Maracaibo del 24 de julio de 1823, en la que la escuadra realista fue derrotada por la patriota, comandada por el contralmirante José Prudencio Padilla (Eljuri-Yunez, 1973). Desde luego, la batalla de Carabobo el 24 de junio de 1821 tuvo mayor importancia, porque constituyó una confrontación final en la que ambos bandos se jugaban el todo por el todo. Y en honor a la verdad, el último reducto español en territorio venezolano fue Puerto Cabello, ocupado finalmente por los patriotas el 24 de noviembre (también de 1823), pero la batalla naval del lago selló definitivamente la guerra de la Independencia para el territorio venezolano de la Gran Colombia, ya que la plaza de Puerto Cabello tan solo era un reducto español completamente aislado que iba a tener que capitular tarde o temprano.

En 1830, fecha en la que se separa de la Gran Colombia, el nombre oficial del país queda identificado con el de República de Venezuela. Su primera capital fue Valencia y su primer presidente, José Antonio Páez. En 1864, con el triunfo del federalismo, el nombre oficial del país pasó a ser el de Estados Unidos de Venezuela, que permaneció hasta 1953, año en el que volvió a tomar el de República de Venezuela, que ha conservado hasta nuestros días.

Durante el siglo XIX, varias obras cartográficas y de Geografía fueron avanzando en el conocimiento de la región del golfo de Venezuela y lago de Maracaibo. Las obras de Montenegro (1833-37) y Codazzi (1840), entre otras, se referían a la Geografía de Venezuela en general y a dicha región en particular. Codazzi, en su obra Resumen de la Geografía de Venezuela señala que: "Hasta Punta de Palmas, es decir, 4 leguas de Bajo Seco, toda es agua salada: de allí a Maracaibo es algo salobre, pero de ningún modo mala en calidad, excepto durante los vientos fuertes del norte en los meses de febrero, marzo y abril. Aquellos revuelven de tal modo las aguas que no se pueden beber y entonces los habitantes se sirven de pozos de bastante profundidad, cuyas aguas no son muy sanas. Los ricos tienen cisternas que recogen las aguas pluviales. En mayo vuelven a ser dulces las aguas, porque empiezan las avenidas de los ríos del interior, que desaguan al lago". Como vemos, los meses de sequía coinciden con la época de vientos fuertes del noreste en la cual se acentúa la salinización del lago, más por la disminución del caudal de los ríos de la cuenca lacustre, que por la propia acción de los vientos. Ello se debe, como hemos dicho, a la Convergencia Intertropical (C.I.T.): cuando ella se desplaza en la época de lluvias hasta las latitudes del Lago de Maracaibo, frena la velocidad de los vientos alisios y aumentan las precipitaciones, algo que no ocurre durante la época de sequía, cuando la C.I.T. se encuentra en las latitudes subecuatoriales del hemisferio Sur. Entonces, los vientos alisios actúan como vientos secos porque están originados por masas de aire que se van calentando a medida que avanzan hacia el suroeste, con lo que su humedad relativa siempre se mantiene por debajo del nivel de condensación. Sólo cuando estos vientos se ven obligados a elevarse por las cordilleras andinas se producen lluvias de tipo orográfico, aunque no son tan intensas como durante la época que va de mayo a noviembre.

En 1864, Jaime D. Pocaterra, Capitán de Navío de la Armada Venezolana, publicó una carta hidrográfica del Golfo de Venezuela y unas instrucciones para dirigirse a la barra y advertencia para su remontada (Landaeta Rosales, 1889).

Y para fines de siglo, en especial por el desarrollo de la navegación a vapor y del diseño de barcos cada vez mayores y de mayor calado, comenzó a estudiarse firmemente la posibilidad de profundizar el canal natural creado por la salida de las aguas lacustres.

Esta canalización, como ya se ha dicho, se llevó a cabo a mediados del siglo XX para tanqueros de gran capacidad, con lo que otro tipo de problemas vino a añadirse al creciente proceso de salinización del Lago: uno de esos tanqueros derribó, en horas nocturnas, una parte del puente sobre el Lago poco después de su construcción. En este accidente hubo numerosos muertos debido a la caída, durante la noche, de muchos vehículos (incluyendo un autobús) a la superficie del Lago desde una altura aproximada de 50 metros. Y también se han producido serios derrames petroleros de tanqueros que han encallado o de derrames producidos en los propios pozos petroleros del Lago.

Una excelente obra bio-bibliográfica de la Fundación Polar, titulada Diccionario de historia de Venezuela, constituye un recurso inapreciable para la investigación de los temas relacionados, no sólo con la historia, sino también con la geografía histórica de Venezuela (Fundación Polar, 1988). Esta obra de carácter general podría servir para ampliar muchos de los aspectos históricos, cronológicos y geohistóricos que someramente se han tratado en este segundo punto.

3. Proyectos y obras de canalización (1873 - 1976)

Estudios y proyectos iniciales (1873 - 1947)

A partir de 1873 se efectuaron diversos estudios y se presentaron distintas proposiciones y proyectos para la canalización de la barra de Maracaibo. En este año, el ingeniero Carlos W Bally, quien había sido nombrado ingeniero del estado Zulia, concibió un proyecto para canalizar la barra de Maracaibo hasta una profundidad de 3,6 metros (12 pies) y se ofreció para dirigir los trabajos.

En 1894, el ingeniero Jesús Muñoz Tébar, habiendo sido nombrado Presidente del estado Zulia, solicitó permiso para tapar provisionalmente los caños Paijana y Oribor, como preliminares de un estudio práctico que se proponía hacer para la profundización de la barra y, aunque obtuvo ese permiso desistió de proceder por carecer de recursos económicos y por no poder llevarlos a cabo bajo su inspección personal.

Entre 1910 y 1912, el contratista C. Norman Clark presentó al Gobierno de Venezuela tres proyectos para la canalización de la barra, pero los tres fueron rechazados por el Ministerio de Obras Públicas.

En 1914, el periódico El Fonógrafo organizó un certamen acerca de la canalización de la barra de Maracaibo, en el cual se presentaron 6 trabajos que fueron publicados en distintos números de dicha publicación. En ese mismo año se descubrió petróleo en escala comercial en Mene Grande y en 1925 se inicia el transporte de petróleo en gran escala con barcos pequeños.

En 1924 la firma Siemens Baunion de Berlín, representada en Venezuela por la firma H. Rodríguez Ceballos y Cía. presentó dos proyectos, uno que seguía el canal natural existente y el otro en línea recta cortando la isla de Zapara.

En 1925, el ingeniero Germán Jiménez publicó en la revista del Colegio de Ingenieros de Venezuela un artículo en el que se recogían las opiniones, estudios y anteproyectos de que se tenía noticia hasta esa fecha.

En enero de 1936, el Ministerio de Obras Públicas creó por decreto la Comisión Técnica para el estudio de la canalización de la barra, integrada por los Dres. Mnuel Cipriano Pérez y J. M. Ibarra Cerezo y el geólogo Pedro I. Aguerrevere.

Entre 1935 y 1938, por encargo de las compañías petroleras, el laboratorio del U. S. Waterways Experimental Station del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos, en Vicksburg, Mississippi, efectuó estudios sobre un modelo hidráulico con el fin de conocer el comportamiento de la barra y determinar las obras que convenía ejecutar para mejorar las condiciones para la navegación.

La Comisión de Estudios de la barra de Maracaibo inició sus labores con la información que le suministraron las compañías petroleras para la construcción de un canal de 30 pies de calado. En febrero de 1938, el General (ret.) C. W. Kutz, del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos, cuyos servicios había contratado el Gobierno de Venezuela a través de su Embajada en Washington, presentó un informe en el que se recomendaba:

1) Construcción de un canal recto que cruzara la barra en la boca de San Carlos.

2) Protección del Canal mediante un malecón de piedras en el lado Este.

3) Construcción de un malecón del lado Oeste, si fuera necesario.

4) Cierre de los canales secundarios para concentrar el flujo a través del canal principal..

5) Efectuar un levantamiento integral para obtener la información necesaria para lograr un proyecto definitivo y para estimar los costos.

Entre 1938 y 1940, el ingeniero Coronel E. F. Robinson, asistido por los ingenieros venezolanos José Antonio Díaz S., Carlos Daboín, M. A. Casanova, E. Mande, H. Irwin y el geólogo Manuel Rivero Palacios, efectuaron el levantamiento recomendado por el General Kutz.

En octubre de 1938 se iniciaron los trabajos de dragado por el canal llamado Zaparita, utilizando un tanquero convertido en draga de tolvas y en 1940, el Coronel E. F. Robinson presentó un proyecto de canal de 21 pies de profundidad.

En 1943, el ingeniero J. M. Ibarra Cerezo publicó en la revista del Colegio de Ingenieros de Venezuela una síntesis del proyecto Robinson y recopiló los trabajos efectuados por la Comisión de Estudios de la Barra de Maracaibo.

En 1945, en el II Congreso Venezolano de Ingeniería que tuvo lugar en Maracaibo, P. J. e hijos presentaron un estudio titulado Proyecto de Canalización de la Barra de Maracaibo, que contiene una valiosa descripción histórica.

En 1947, el Cnel. Robinson, contratado nuevamente por el Gobierno venezolano, preparó un informe complementario al de 1940 proponiendo la construcción de un canal de 35 pies, el cual fue revisado por una comisión de expertos que dictaminó a favor del mismo, sugiriendo algunas modificaciones, en base a las cuales, el propio Cnel. Robinson preparó el informe definitivo de fecha 31 de julio de 1947, que sirvió de base para las primeras obras de canalización. Este proyecto consistía en el dragado de un canal con una profundidad de 10,5 metros (35 pies) referido al nivel de mareas bajas medias a través de la barra exterior y la bahía de El Tablazo. Este canal quedaba naturalmente dividido en una parte interior de 22,5 km. de longitud y 183 m. (600 pies) de anchura y una parte exterior hacia el norte de la isla de Zapara de 12,5 km. de longitud y 305 m. (1.000 pies) de ancho. Para la protección del canal exterior se recomendaba la construcción de dos malecones de piedra, uno al Este partiendo de la isla de Zapara y otro al Oeste, partiendo de la isla de San Carlos. Este canal se había diseñado para el uso de tanqueros del tipo T - 2, de 18.000 toneladas de peso muerto, capaces de cargar 114.000 barriles.

Construcción de obras de canalización (1952 - 1956).

En 1952 se creó, por Resolución del Ministerio de Minas e Hidrocarburos, una Comisión Ejecutiva de tres miembros, integrada por el Capitán de Navío Remigio Elías Pérez, el geólogo Pedro I. Aguerreverre y el ingeniero José Sanabria, la cual tuvo a su cargo los trabajos iniciales de la apertura y construcción de la barra de Maracaibo. En junio del mismo año se creó, adscrito al Ministerio de Minas e Hidrocarburos, el Instituto Nacional de Canalizaciones con la finalidad de ocuparse, primordialmente, de la construcción del canal que comunica el lago de Maracaibo con el golfo de Venezuela, obra de servicio público de vital importancia para el país.

La construcción del tramo interior se inició el 20 de abril de 1953 y la obra fue inaugurada el 7 de diciembre de 1953. Se extrajeron 30.650.000 m3 de material en 586 días. Los trabajos de dragado del tramo exterior se iniciaron el 28 de noviembre de 1954 y la obra se inauguró el 8 de diciembre de 1956. El volumen removido en los dos años y diez días que duró la ejecución de los trabajos fue de 20 millones de metros cúbicos. El dragado de este tramo fue particularmente difícil debido a lo agitado del mar y por el tipo de material encontrado.

El malecón del Este se comenzó a construir el 19 de febrero de 1954 y se terminó el 14 de junio de 1956. En su construcción se emplearon 1.100.000 toneladas de piedra caliza proveniente de la isla de Toas. La construcción del malecón Oeste fue suspendida por existir serias dudas acerca de su necesidad.

El 8 de diciembre de 1956, fecha de conclusión de los trabajos de dragado del tramo exterior del Canal de Maracaibo, constituye la fecha oficial de terminación del período de construcción del canal con 35 pies de profundidad y el comienzo de la etapa de mantenimiento y mejoras del mismo.

Profundidades y anchuras del Canal de Maracaibo (1957 - 1976)

Después de inauguradas las obras, el Instituto Nacional de Canalizaciones comenzó a efectuar varias mejoras: en primer lugar cambió el nivel de referencia de mareas medias bajas por el de mareas mínimas mensuales, con lo cual hubo que profundizar e canal en 0,45 metros (1,5 pies) de modo de poder garantizar los 10,5 metros (35 pies) en todo momento. En segundo lugar, para mayor seguridad de la navegación, resolvió ensanchar el tramo interior del canal de 183 a 240 metros (600 a 800 pies). Finalmente se llegó a la conclusión de que era necesario aumentar la profundidad del canal a 13,5 metros (45 pies) debido al incremento en las dimensiones de los tanqueros. Esta profundización representó una extensión de 65 km., con la cual, el canal de Maracaibo llegaba a una longitud de 100 km.. Estos trabajos de mantenimiento, ensanche y profundización hasta los 45 pies, llevados a cabo entre el 9 de diciembre de 1956 y el 6 de agosto de 1960, representaron la remoción de 18.730.000 m3 de material.

En julio de 1976, el Ministerio de Minas e Hidrocarburos designó una Comisión integrada por representantes de dicho Ministerio, el Instituto Nacional de Canalizaciones, Petróleos de Venezuela y el Ministerio de Obras Públicas para que presentara un estudio sobre la política a seguir en cuanto a la profundidad a que debía mantenerse el canal de navegación de Maracaibo. Dicha Comisión recomendó adoptar como profundidad mínima 42 pies referidos al nivel medio de las mareas mínimas mensuales, la cual se consideró adecuada para el tipo y número de tanqueros que transitaban por el canal.

El Proyecto Maracaibo del Instituto Nacional de Canalizaciones (1962 - 1972)

A partir de 1962 el Instituto Nacional de Canalizaciones comenzó a desarrollar un programa formal de estudios hidráulicos y ecológicos. A partir de 1963 contrató, en forma progresiva, varios estudios con el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, para conocer los efectos que los trabajos de dragado pudieran tener sobre la ecología del sistema del lago de Maracaibo. En agosto de ese mismo año se concretó un acuerdo con el Instituto Tecnológico de Massachussets y en mayo de 1964 con la Universidad del Zulia, bajo los auspicios del Programa Interamericano de Ingeniería Civil de dicho Instituto Tecnológico.

En diciembre de 1964, el ingeniero Alberto J. Rodríguez Díaz preparó las directrices para la formulación de un programa de estudios y de obras alternativas a considerar, que fue la base, junto con el informe presentado por el ingeniero Jindrich Brezina al Instituto Nacional de Canalizaciones, para la formulación del Proyecto Maracaibo en mayo de 1967. El objetivo principal del Proyecto Maracaibo era definir la obra o conjunto de obras más adecuadas para disminuir la sedimentación en el canal de Maracaibo y así reducir los gastos de mantenimiento, procurando al mismo tiempo obtener beneficios económicos y sociales para toda la región. Se contemplaba además disminuir la salinización de las aguas del lago y la posibilidad de usar sus aguas con fines agrícolas y pecuarios, industriales y domésticos, así como la posibilidad de desarrollo de salinas, vías de comunicación, del turismo, de la recreación y de otras actividades.

Los estudios para la primera etapa del Proyecto Maracaibo contemplaba trece puntos, a saber:

Medición del flujo del lago.
Estudios hidrometeorológicos
Levantamientos batimétricos
Estudios de evolución de fondos
Ensayos con material radioactivo
Estudios teóricos de las condiciones hidráulicas del golfo
Estudios sobre modelos físicos
Estudios de dragado
Investigaciones básicas y de asesoramiento
Estudios ecológicos
Estudios de los principales esquemas de solución
Estudios de espacio libre bajo la quilla

En la ejecución de este programa se contó con la participación de las siguientes instituciones: Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, Laboratorio de Hidráulica de la Universidad del Zulia, Laboratorio de Hidrodinámica del Instituto Tecnológico de Massachussetts, Dirección de Cartografía Nacional del Ministerio de Obras Públicas, Dirección de Cartografía y Navegación de la Comandancia General de la Marina, Comisariato de Energía Atómica de Francia y la Compañía Shell de Venezuela. En junio de 1969, el Instituto Nacional de Canalizaciones reunió en una publicación titulada Proyecto Maracaibo, que consta de 7 volúmenes, todos los trabajos llevados a cabo hasta esa fecha en relación con dicho proyecto.

En 1968, la Dirección de Hidrografía y Navegación de la Comandancia General de la Marina publicó la carta náutica de El Golfo de Venezuela DHN - 100.

Otros estudios a partir de 1973

En 1973, Gilberto Rodríguez, Director del Departamento de Ecología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), publicó El sistema de Maracaibo. Biología y Ambiente. Esta obra trata de los recursos vivos del estuario de Maracaibo y de los problemas que representan su conservación frente al desarrollo económico de la región y presenta aspectos fisiográficos, climatológicos, de mareas y corrientes, salinidad, biota y aspectos económicos y conservacionistas.

En octubre de 1974, el Battelle Memorial Institute preparó, para la Creole Petroleum Corporation, el informe titulado Estudio sobre los derrames de petróleo, aguas negras y efluentes industriales sobre la pesca en el lago de Maracaibo, Venezuela. El volumen I contiene información sobre las características ecológicas del lago y sobre los efectos nocivos que la contaminación ejercen sobre sus aguas, mientras que el volumen II contiene información sobre el destino final y los efectos del petróleo.

En 1975 el Instituto Nacional de Canalizaciones publicó el trabajo realizado por los ingenieros Fernando Paz-Castillo y N. Rangel titulado Evolución de la costa sur del golfo de Venezuela en las cercanías de las islas de San Carlos, Zapara y Barboza e interpretación de las causas que han originado los cambios. Este informe contiene valiosa información acerca de los cambios ocurridos en la barra.

Resumen

De los relatos y descripciones acerca de la región podemos inferir que en la época de la Conquista y de la Colonia, aproximadamente entre 1529 y 1788, las aguas en el Lago y en el Estrecho de Maracaibo eran dulces y aptas para el consumo humano. Para 1840 la situación parece haber cambiado, siendo las aguas de El Tablazo saladas y las del brazo de Maracaibo salobres en ciertas épocas del año.

De los conocimientos actuales de la ciencia y de los estuidos realizados se concluye que los trabajos de dragado del canal de navegación contribuyen significativamente a acelerar el proceso de salinización de las aguas del estrecho y del lago. Existen alternativas para corregir esta situación.

La información obtenida para mejorar esta situación, mediante un modelo fijo altamente distorsionado, en escalas 1:6.000 horizontal y 1:100 vertical, ha sido altamente satisfactoria para el estudio y diseño de obras de mejoras y para el conocimiento de dispersión de efluentes. Los resultados obtenidos mediante las obras diseñadas en base al modelo piloto indican la conveniencia de continuar los estudios con dicho modelo y de construir además otro modelo a mayor escala.

En la actualidad, existe un proyecto para la construcción de un puerto de aguas profundas en el Golfo de Venezuela que se espera iniciar en el presente año. Esa construcción podría ocasionar un mayor endeudamiento con entidades financieras del exterior y podría limitar la asignación de unos recursos que resultan vitales para otros proyectos de mayor prioridad social y económica. Por otra parte, la construcción de un puerto de aguas profundas en las costas de la península de la Guajira no eliminaría los problemas existentes actualmente con respecto al comercio internacional de la región sino que, por el contrario, podría agravar aún más los que ya existen. En cualquier caso, los innumerables estudios que se han venido haciendo, y que en la presente reseña apenas se han indicado parcialmente, sugieren que cualquier decisión que se tome con respecto a cambios substanciales en cuanto a la navegación y canalización en la región de Maracaibo y golfo de Venezuela debe ser cuidadosamente estudiada porque nos estamos refiriendo a una extensa zona donde todos los procesos se encuentran estrechamente relacionados, por lo que se requiere de estudios integrales e integradores para tomar las decisiones más convenientes para la región y para el país.

Conclusiones

Afortunadamente, el país cuyo nombre nació con el viaje de Ojeda en 1499 ha atravesado situaciones muy difíciles y puede superar otras por venir. Los errores que se han cometido en la aplicación de políticas económicas inconvenientes, en el pasado, se suelen pagar cada vez más caros, y muchas veces, lo que los gobiernos de los países latinoamericanos hacen es tratar de "correr la arruga" para que sean nuestros nietos, y no nosotros, quienes paguen esos errores en el futuro.

Pero Venezuela siempre podrá salir adelante si se cuenta con una visión positiva de la vida. La verdadera riqueza del Zulia y de Venezuela en general no está en sus recursos no renovables, sino en sus gentes y sus capacidades (disminuidas por el proceso de "globalización" del mundo actual, proceso generador de una creciente desigualdad social y económica entre los países y entre sus habitantes) y, sobre todo, en la enorme capacidad productora del medio intertropical venezolano, una zona que, a pesar de haberse subestimado durante mucho tiempo desde el punto de vista de la percepción del medio físico (recordemos la denominación despectiva y exagerada de "zona tórrida" que tiene la zona intertropical), no presenta, en la práctica, obstáculos importantes para la vida del ser humano, y la podemos comparar con ventaja con otras zonas o áreas del mundo en que vivimos.

El análisis bastante completo que se ha realizado en el desarrollo del tercer punto en la presente reseña nos sirve para reafirmar la idea fundamental expresada inicialmente: la amplia región que conforma la cuenca de Maracaibo y del golfo de Venezuela constituye una unidad desde los puntos de vista geográfico, histórico, económico y cultural, con características muy particulares que le dan una personalidad muy acentuada. Reiteramos que la amplia región que hemos descrito de manera resumida resulta fundamental para la nación venezolana y por ello, cualquier proyecto cuya realización tenga un impacto considerable en ella desde los puntos de vista económico, geopolítico, social, comercial o de otro tipo, deberá estudiarse cuidadosamente y sin apresuramiento.

Y para concluir, unas notas sobre la vida de Alonso de Ojeda: "fue un guerrero emprendedor y valiente aunque se mostró cruel en diversas ocasiones", realizó cuatro viajes a las costas americanas, con poco éxito desde el punto de vista económico y se unió con una india del lago de Maracaibo en 1499, a quien llamó Isabel (la cacica Isabel, como es conocida en Venezuela) y con quien tuvo tres hijos. "Isabel es la primera aborigen de la región del Coquivacoa de quien pueden darse detalles, ya que fue ella la que desde el mismo día del descubrimiento cautivó el corazón del famoso descubridor y le acompañó a todas partes (a España, a Santo Domingo, a las costas de Urabá, a la fundación de San Sebastián) y le fue fiel hasta la muerte". "En España la admiraron por su físico y por sus cualidades de ternura y de devoción hacia Ojeda, de quien nunca se separaba. Ojeda la amó verdaderamente (Besson, 1943) y la trató con respeto y agradecimiento, en una época en la que se discutía si los indígenas americanos tenían alma o no. Ojeda murió en 1515 y fue enterrado en Santo Domingo, en el convento de San Francisco. A Isabel la encontraron muerta sobre su tumba tiempo después.

Estas notas acerca de Alonso de Ojeda nos dicen mucho acerca de lo que significó la Conquista de Venezuela y sus tres siglos de vida colonial: fue algo terrible, violento y creador al mismo tiempo, sobre todo durante el siglo XVI, y sirvió para construir las bases de un país nuevo, que fue cada vez mejor y sobre todo, distinto, porque tuvo un proceso histórico diferente al de las Antillas y al de las grandes civilizaciones indígenas americanas, es decir, que Venezuela ha tenido, como señala Arturo Uslar Pietri, una historia "peculiar" (Uslar, 1996).

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