EL PREMIO INTERNACIONAL GEOCRÍTICA 2013 AL PROFESOR ANTONIO BONET CORREA 

 

Acta del Jurado del Premio Internacional Geocrítica 2013
La trayectoria académica y las aportaciones científicas del profesor Antonio Bonet Correa
Curriculum Vitae de Antonio Bonet Correa


ACTA DEL JURADO

El Jurado Internacional ha acordado conceder el Premio Internacional Geocrítica 2013 al profesor Antonio Bonet Correa por sus aportaciones a la historia de la ciudad y del urbanismo, así como por su actitud abierta que le ha permitido explorar campos disciplinarios diversos, integrados con la historia del arte.

Barcelona 8 de enero de 2013.


LA TRAYECTORIA ACADÉMICA Y LAS APORTACIONES CIENTÍFICAS DEL PROFESOR ANTONIO BONET CORREA

El Premio Internacional Geocrítica 2013 se concede al profesor Antonio Bonet Correa por sus importantes aportaciones a la historia de la ciudad y del urbanismo, y por su actitud abierta que le ha permitido explorar e integrar en su obra de historiador del arte campos disciplinarios diversos, desde la historia social y de la ciencia a la literatura.

La obra del profesor Bonet Correa es inmensa, y sorprende por su riqueza, variedad, profundidad, erudición e imaginación para plantear los problemas. Durante los más de sesenta años que lleva de actividad investigadora y universitaria ha abierto nuevos caminos a la investigación de la historia del arte y del urbanismo en España, por el carácter profundamente renovador de sus investigaciones. Ha sido, y sigue siendo, un auténtico maestro universitario, cuyo magisterio se ha ejercido en las universidades de Santiago de Compostela, Murcia, Sevilla y Madrid, y se ha extendido, además, a diversas universidades americanas y europeas a través de numerosos cursos y conferencias.

Con este Premio reconocemos, sobre todo su aportación al conocimiento de la ciudad, de su  historia y en la estructura actual, su actitud atenta a todos los campos de la ciencia, su voluntad de integración y apertura a conocimientos disciplinarios diversos. También su incansable actividad universitaria, que constituye todo un ejemplo para los investigadores y los docentes.

El profesor Bonet Correa se interesó por la historia urbana desde sus primeros trabajos;, y desde muy pronto su atención al espacio de la ciudad como marco en el que se construyen los edificios le llevado crecientemente a la estructura urbana, a las funciones de las ciudades, a las elites que las gobiernan y modelan, a los contextos sociales en el que se edifica la morfología urbana.

Ha realizado aportaciones a campos muy diversos de la historia del arte hispano e iberoamericano en un ámbito cronológico que abarca once siglos, desde el prerrománico asturiano hasta las vanguardias más recientes e innovadoras del arte mundial. Su interés se ha extendido al mismo tiempo a todos los campos de la producción artística, desde la escultura y la pintura a la arquitectura; desde la producción puramente artística a las artes aplicadas; desde arquitectos y grabadores, a los diferentes estilos artísticos, desde la pintura renacentista y barroca al informalismo y al hiperrealismo, así como a análisis sobre iglesias, palacios y monumentos concretos. Siempre ha considerado que la producción artística es resultado de una labor individual, pero que no puede entenderse sin el contexto intelectual general, lo que le ha llevado a la historia de la cultura y de la ciencia en general, a la arqueología industrial, a la historia de la técnica, a la historia social de forma amplia.

Pero, además de todo ello, a lo largo de toda su carrera ha tenido una atención permanente a cuestiones urbanas. Bonet Correa ha considerado que la historia del arte es también la historia de la construcción de la ciudad, y ha estudiado la evolución del hecho urbano a lo largo de las edades moderna y contemporánea, prestando atención a todas las etapas, desde la ciudad renacentista y del barroco, la ciudad de la Ilustración, la ciudad de la Revolución industrial y la ciudad del siglo XX.

El trabajo del profesor Antonio Bonet Correa ha permitido disponer de nuevos materiales, de nuevas interpretaciones y de nuevas perspectivas renovadoras en la historia urbana de las edades moderna y contemporánea. Se comprueba cuando se leen los títulos y los temas de las investigaciones concretas que ha realizado. Nada parece quedar al margen de su curiosidad y de su análisis. No solo los espacios monumentales, vinculados frecuentemente al poder, sino también los que son esenciales para la vida cotidiana de la población y contribuyen decisivamente a configurar el paisaje urbano, desde calles, plazas y jardines a viviendas, y equipamientos de la vida colectiva (teatros, plazas de toros, plazas de abastos y otros). Sin ánimo de ser exhaustivos, pueden señalarse una serie de libros y artículos dedicados a dichas cuestiones urbanas, indicando siempre la fecha del trabajo, para que pueda localizarse fácilmente en la extensa bibliografía que se incluye en su curriculum vitae.

Antonio Bonet es, sobre todo, uno de los mayores especialistas mundiales en el estudio del urbanismo renacentista, barroco y neoclásico. Su Atlas Mundial del barroco, publicado por la UNESCO (2001) es internacionalmente conocido. Pero los temas urbanos que ha tratado son numerosos: la casa de campo en el Renacimiento (1981, 1989), las ciudades españolas del Renacimiento y del barroco (1982), la ciudad en Cervantes (2006), arquitectura y ciudad en el Renacimiento y el Barroco andaluz (1986), El Escorial (1985),  la plaza Mayor de Madrid (1973, 1985 y 1985), las capillas abiertas en las ciudades hispanoamericanas (1963), la fiesta barroca (1979, 1983, 1984, 1989), la arquitectura efímera del Antiguo Régimen (1983, 1987), el urbanismo barroco en Galicia (1959), la arquitectura gallega del siglo XVII (1965), Alonso Cano y el urbanismo español de su época (1968), Bernini en América  Latina (1985), los hospitales de planta estrellada en México (1967), la ciudad de Viejo León en Nicaragua (1968), el urbanismo y la arquitectura de Almadén (1974),  el barroco jacobeo (1976, 1981, 1985 y 1985),  los sacromontes (1981, 1989), los soportales en las ciudades españolas (1990), la puerta en la ciudad tradicional (1990), las pequeñas ciudades barrocas (1984), Córdoba en el siglo XVII (1987), la estructura urbana de Santiago de Compostela (1976).

En lo que se refiere más específicamente al urbanismo neoclásico destacan sus estudios sobre las plazas octogonales en el siglo XVIII (1972), la Puerta del Sol de Madrid (1980), la Fábrica de Tabacos de Sevilla y otras Reales Fábricas (1984, 2003), el Real Sitio de Aranjuez (1987, 2003), las nuevas poblaciones de la Ilustración (1997, 1999), el urbanismo español de la primera mitad del siglo XVIII (1985), el ferial de Albacete y la arquitectura mercantil de la Ilustración (1984), Betancourt y la minería asturiana (1988, 1989).

El urbanismo del siglo XIX ha recibido asimismo su atención. Ha estudiado el plan Castro de Madrid (1978), las plazas de toros (1975, 1985), las casas cuartel de la Guardia Civil (1975), la arquitectura institucional y los Palacios de las Diputaciones (1993), Fernández de los Ríos y el urbanismo del siglo XIX (1975), el ingeniero Alzola y Minondo y las obras públicas como política regeneracionista (1979), el Canal de Isabel II (1987, 2001), el Plan Cerdá (2009), las ciudades gallegas del siglo XIX (1989), la arquitectura porfiriana de México (1966, 1973, 1977, 1980).

Son también numerosos los estudios sobre el urbanismo del siglo XX: la Ciudad Lineal de Madrid (1991), la ciudad universitaria madrileña (1982, 1988), el arte del franquismo y los  espacios arquitectónicos para un nuevo orden  político (1981), entre otros muchos. Debemos citar asimismo la atención que ha prestado al patrimonio, de forma general y en ciudades concretas: la restauración monumental (1959), la ciudad y la arquitectura de Sevilla (1978,1980), Madrid y El Pardo (1981), el entorno urbano de Madrid (1986), la ciudad de Antequera (1971), las ciudades gallegas (2000), Algunos de esos estudios urbanos han sido posibles a partir de investigaciones de arqueología urbana, con excavaciones, como las que llevaron al descubrimiento  de León Viejo en Nicaragua

Con todo ese bagaje científico el profesor Bonet Correa ha podido realizar aportaciones fundamentales a cuestiones generales sobre la ciudad. Además de la monumental bibliografía que dirigió sobre la arquitectura, el urbanismo y la ingeniería en España (1980), de consulta siempre útil, destacan sus trabajos sobre los jardines (1960, 1968), los conventos urbanos (1960, 1964, 1982, 1982, 1984, 1984), las Órdenes Militares y el urbanismo en Hispanoamérica (1985), la calle mayor en las ciudades españolas (1982), las calles de Caballeros (1996), las plazas mayores (1979, 2003, 2005), las plazas regulares porticadas en Cataluña (1985), las ciudades fortificadas (1992), la iconografía de las ciudades marítimas (1994), la ciudad hispanoamericana (1986, 1990), la arquitectura carcelaria (1978), los cementerios (1973), la arquitectura popular (1981), la arqueología industrial (2008),las artes industriales y aplicadas en España (1982), el libro y la ciudad (1984),  la universidad como "Palacio de las Musas" (1989), la polémica ingenieros-arquitectos (1985), ingeniería, naturaleza y vías de comunicación (1996), utopía y realidad en la arquitectura (1985,1990), la historiografía urbana en España (1987,1989), los cafés en la ciudad (1988, 2012), las claves para el estudio del urbanismo (1990), la ciudad anarquista (2001), la ciudad del futuro (2009).

Especial importancia tienen sus estudios sobre los tratados de arquitectura y urbanismo, así como a las técnicas relacionadas con la construcción. Ha dedicado atención a numerosos tratados influyentes en la arquitectura española e iberoamericana desde el Renacimiento hasta el siglo XX. Tratados que influyeron tanto en los grandes arquitectos, como en otros de menor actividad, y también en maestros de obras y albañiles. Esas obras tuvieron una amplia circulación, y no solo eran utilizados por los técnicos; también ayudaron a formar el gusto de quienes encargaban las obras, de propietarios, nobles y burgueses que promovían la construcción de un edificio. Y contribuyeron de forma decisiva a la formación de la morfología de las ciudades.

Ha estudiado de manera general la estructura y contenido de los tratados de arquitectura y urbanismo (1981, 1982, 1983); y ha prestado atención a tratados concretos que han tenido una gran difusión e influencia, como el de fray Domingo de Petrés y su influencia en el arte de Colombia (1971), el del padre Andrea Pozzo y su impacto en la arquitectura argentina (1970), el de Simón García y la arquitectura y simetría de los templos (1979), el de fray Martín de Irala (1979), la arquitectura civil de Caramuel (1984, 1989), los tratados de cerramientos y trazas de montea (1986, 1989, 1989), Fornés y Gurrea y su influencia en los siglos XIX y XX (1982), Cerdá, Caramuel y el urbanismo hispanoamericano (1979). De estos tratados ha realizado ediciones facsímiles, que incluyen normalmente estudios introductorios de gran valor para interpretar su elaboración, significado y utilización. Esos tratados permiten entender rasgos esenciales de la propagación del barroco y del neoclásico en España y en Indias. Difundieron conocimientos y modelos arquitectónicos que permitieron mejorar la práctica de los técnicos de la construcción de la ciudad.

Los tratados pudieron influir en la elaboración de normas y ordenanzas urbanas, y a su vez fueron influidos por ellas. Hasta el punto de que en algunos de dichos tratados llegaron a reproducirse ordenanzas municipales de algunas grandes ciudades, principalmente Madrid, para que sirvieran de referencia a los arquitectos, maestros de obras y constructores en general.

El estudio de los tratados de arquitectura y urbanismo, el conocimiento de la labor de los arquitectos, ingenieros, urbanistas de la edad moderna y contemporánea permitió al profesor Bonet Correa pasar al estudio de las corporaciones técnicas en las que se integraron ingenieros, y arquitectos, y su vinculación con la administración del Estado y con la municipal. El libro colectivo dirigido por él sobre La polémica ingenieros-arquitectos en España, siglo XIX (1985) es una aportación esencial no solo en lo que se refiere a esa polémica en España sino también de alcance internacional.  Los ingenieros convertidos desde el siglo XVIII en cuerpo técnico al servicio del Estado, y los arquitectos que actuaban como profesión liberal, pero que también intentaron constituirse en cuerpo de la administración, compitieron por el control de la edificación de los numerosos equipamientos que el Estado necesitó en la época contemporánea y por la construcción de infraestructuras. El conflicto que él analizó en el siglo XIX no se ha resuelto todavía y sigue vigente hoy en lo que se refiere a la lucha por el control del campo del planeamiento urbano

Siempre ha insistido en la necesidad de realizar recopilaciones de fuentes y documentos relevantes para la historia del arte y del urbanismo. No solo de carácter bibliográfico, como las citadas, sino también inventarios de mapas y documentos diversos. Su búsqueda en archivos españoles y franceses ha dado lugar a algunas obras de gran valor para los investigadores; como los mapas, planos y dibujos que se conservan en archivos militares franceses, realizados esencialmente por los ingenieros militares de dicho país.

A toda esa producción científica hay que añadir sus artículos periodísticos sobre cuestiones urbanas, realizadas en las páginas del El Correo de Sevilla a fines de los años 1960 y década de 1970, y luego en los periódicos ABC, El País y otros de Madrid. Esos artículos contribuyeron al debate sobre cuestiones relevantes de las transformaciones urbanas que se realizaban en las ciudades españolas, como la construcción de grandes centros comerciales en las áreas centrales de las ciudades y sus efectos destructivos sobre el patrimonio urbano, y sobre la vida social. Ha criticado reiteradamente el urbanismo de substitución en el centro de las ciudades, que en algunos casos arrasó un paisaje configurado por la historia, levantando en su lugar grandes volúmenes pretenciosos o, incluso, monstruosos, como los que conocemos de algunos grandes centros comerciales.

A través de su labor en la prensa, y con sus conferencias e intervenciones en los ámbitos más variados, el profesor Bonet Correa ha tenido un papel grande en la defensa de un urbanismo responsable, respetuoso con las herencias del pasado y con las necesidades sociales, atento a los avances técnicos pero que actúa, al mismo tiempo, con mesura y contención.

Debe recordarse asimismo su papel fundamental en el apoyo a las vanguardias artísticas que se han ido sucediendo en España, a veces, como ocurría durante el franquismo, con grandes dificultades por la situación política y social.

Pero debemos añadir para el avance de la historia urbana en España no solo ha sido fundamental su aportación científica, sino que su magisterio y su actividad, así como  las iniciativas que ha tomado, han tenido asimismo un papel relevante en el avance de los estudios en este campo por su magisterio en España y en los países iberoamericanos, sino también por la puesta en marcha de iniciativas de gran relieve y su apoyo a otras.

Respecto a su magisterio universitario, basta con recordar las más de un centenar de Tesis Doctorales y de Licenciatura que ha dirigido. Y sin señalar la cantidad enorme de discípulos que ha tenido y que hoy son profesores en numerosas universidades de España y de los países iberoamericanos, un buen número de los cuales son, a su vez, maestros ya ampliamente reconocidos. Lo que hace del profesor Bonet Correa un verdadero maestro de maestros.

En lo que se refiere a las iniciativas, debe recordarse aquí, especialmente, la organización de los dos Simposios de Historia Urbana, el Primero realizado en la Universidad Complutense de Madrid en noviembre de 1978, y que contó con 35 comunicaciones; y el Segundo, celebrado en 1982, con 67 comunicaciones. En su momento constituyeron un verdadero acontecimiento intelectual y social, afirmado con la publicación de las actas de estos congresos. Contribuyeron de manera decisiva a la renovación teórica y metodológica de la historia urbana y del urbanismo en España.

Ha participado asimismo en la organización de importantes exposiciones temáticas en Madrid y en Sevilla, sobre historia del arte y urbanismo del Renacimiento, el Barroco, hasta las vanguardias del siglo XX. Ha sido director del Museo de Bellas Artes de Sevilla, del Museo de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, miembro del Patronato del Museo del Prado, presidente de ARCO, la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid, entre otras numerosas actividades institucionales. El reconocimiento de su labor, y de su talante humano, se puso de manifiesto con la elección, en 2003 como Director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y su reelección en 2011, así como su nombramiento como Presidente del Instituto de España, que agrupa a todas las Academias del país.

Antonio Bonet Correa tiene una vasta cultura, un inmenso conocimiento de la producción literaria, que él esgrime oportunamente para interpretar los monumentos, los movimientos artísticos de vanguardia, relacionándolos con la evolución literaria y científica, los cambios sociales, el movimiento intelectual en general. Muestra una y otra vez que la utilización de textos literarios, de composiciones poéticas permite dar sentido a otras producciones artísticas.

La atención al contexto social en el que se produce la obra de arte le ha hecho estar atento siempre a las estructuras sociales y las transformaciones históricas de éstas. Lo hizo ya en su misma Tesis Doctoral, presentada en 1957, y en la que dilucidó las bases económicas de la arquitectura monástica y eclesiástica gallega del siglo XVI; puso de manifiesto que fueron la rentas extraídas de una población campesina sometida a través de los foros y de las argucias jurídicas que permitían el despojo de las explotaciones, las que permitieron edificar los espléndidos edificios que hoy contemplamos, y que sorprenden cuando se conoce la pobreza generalizada del campo gallego y el contraste con la riqueza eclesiástica y monástica.

Ha sabido mostrar también la relación que existe entre obras monumentales y elementos artísticos que él investiga con las estrategias de los grupos gobernantes, dirigidas a crear un escenario en la vida social. Ha explicado, una y otra vez como las estructuras artísticas creadas pueden tratar de imponer la idea de poder y autoridad. También ha mostrado la utilización por parte de la burguesía del siglo XIX y del XX de elementos historicistas típicos del clasicismo o el barroco (desde fachadas a elementos interiores, como las escaleras imperiales), por la nostalgia del Antiguo Régimen, y  de sus estructuras sociales y de sus fastos y grandezas añoradas.

También ha sabido examinar las dimensiones urbanas de elementos artísticos aparentemente alejados de ellas. Por ejemplo, las arquitectura efímeras (túmulos, catafalcos, arcos para el cortejo real, adornos y escenografías para las procesiones religiosas o cívicas…). A pesar de la aparente lejanía de la ciudad construida como realidad permanente, sus estudios de la fundación de ciudades, de los primeros momentos de la vida de una ciudad o una capital le ha llevado a ser sensible a la situación de provisionalidad de las etapas iniciales, antes de convertirse en permanentes. Sus reflexiones sobre el triunfo de lo efímero, del telón y de la apariencia tienen gran valor ante el dominio de formas nuevas y efímeras de la ciudad capitalista donde domina la mercancía para el consumo y donde las modas cambiantes dejan obsoletas formas y modalidades que poco antes estaban muy extendidas. De la misma manera que las estrategias de esconder las diferencias sociales y las situaciones injustas bajo la máscara de la fiesta pueden ser mejor comprendidas si se tienen en cuenta las estrategias del poder en el pasado, y el sentido de las máscaras y las fiestas barrocas como formas engañosas de hacer olvidar la pobreza y la desesperanza de los pobres.

Antonio Bonet Correa se ha acercado a la historia a partir de su apasionada preocupación por el presente y por sus problemas, para conocer las raíces de los problemas actuales. También para preparar el futuro. Su edición de la obra  Fernández de los Rios El futuro Madrid, y otros trabajos sobre el porvenir de la ciudad, muestran la importancia de conocer el pasado para construir el futuro, para conseguir una sociedad más humana. Y ha insistido una y otra vez en la importancia del marco físico para ayudar a hacerlo. Ha defendido siempre un urbanismo atento a los habitantes, a la sociabilidad, a las estructuras físicas que favorecen la interacción social, y ha propugnado un urbanismo de buen gusto, mesurado, atento al decoro, a la prioridad de lo público, y a la primacía de la administración municipal en la organización de la ciudad.


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