Conferencia en la UB del premio Nobel Harry Kroto con motivo del Año Internacional de la Química

Harry Kroto, invitado por la Facultad de Química de la Universidad de Barcelona, impartirá la conferencia «Carbon in Nano and Outer Space».
Harry Kroto, invitado por la Facultad de Química de la Universidad de Barcelona, impartirá la conferencia «Carbon in Nano and Outer Space».
Investigación
(09/03/2011)

En el marco del Año Internacional de la Química, el premio Nobel de Química de 1996, Harry Kroto, invitado por la Facultad de Química de la Universidad de Barcelona, impartirá la conferencia «Carbon in Nano and Outer Space». Será el próximo viernes, 11 de marzo, a las 12.30 h, en el Aula Magna Enric Casassas de la Facultad de Química (Martí i Franquès, 1-11).

Harry Kroto, invitado por la Facultad de Química de la Universidad de Barcelona, impartirá la conferencia «Carbon in Nano and Outer Space».
Harry Kroto, invitado por la Facultad de Química de la Universidad de Barcelona, impartirá la conferencia «Carbon in Nano and Outer Space».
Investigación
09/03/2011

En el marco del Año Internacional de la Química, el premio Nobel de Química de 1996, Harry Kroto, invitado por la Facultad de Química de la Universidad de Barcelona, impartirá la conferencia «Carbon in Nano and Outer Space». Será el próximo viernes, 11 de marzo, a las 12.30 h, en el Aula Magna Enric Casassas de la Facultad de Química (Martí i Franquès, 1-11).

Harry Kroto es profesor de química en la Universidad Estatal de Florida (EE. UU.) y en 1996 recibió el premio Nobel de química junto a los investigadores Robert Curl y Richard Smalley, de la Universidad de Rice (EE. UU.), por el descubrimiento del fulereno, la tercera estructura estable que adopta el carbono ―en concreto, el carbono 60 (C60)― y que recuerda a la forma de una pelota de fútbol. Los fulerenos son conocidos por su aplicación en la formación de los llamados nanotubos de carbono, utilizados ampliamente en nanociencia.

 
Tal como explicará el profesor Kroto en su conferencia, el descubrimiento fue fruto de la casualidad. Sucedió en 1985, mientras hacían unos experimentos para explicar la síntesis química de algunas cadenas inusualmente largas de moléculas de carbono detectadas en el medio interestelar en los años setenta.
 
No hay duda de que el carbono ha sido un elemento clave para el desarrollo de nuestros conocimientos sobre las ciencias de la vida y las ciencias físicas. De hecho, si se observa la química del carbono, tal como se hace en química orgánica, es difícil concebir que la vida pudiera existir a partir de cualquier otro elemento. La última sorpresa que nos ha deparado el carbono es el C60, el buckminsterfulereno, la tercera forma bien definida de carbono, como decíamos.
 
Con el desarrollo del radiotelescopio, se descubrió que el medio interestelar, muy frío, era una verdadera caja de Pandora, llena de moléculas fascinantes, partículas de polvo y algo verdaderamente desconcertante que creaba unas formas espectroscópicas que aún no se han identificado. Es lo que se conoce como bandas interestelares difusas (DIB) y fueron observadas por primera vez en la década de 1920.
 
De hecho, ahora sabemos que la molécula C60 se forma en el hollín de las llamas y que se destruye de inmediato en cuanto pasa a una atmósfera con oxígeno. A raíz de estas revelaciones, la idea de que la molécula C60 fuera responsable de las DIB parecía factible o, al menos, una opción mejor que las existentes. Si se pensó en un primer momento que el C60 existía en el espacio, es porque se descubrió de forma casual durante unos experimentos de laboratorio diseñados para simular las condiciones atmosféricas de las de estrellas rojas gigantes de carbono. Esta conjetura ha sido confirmada por J. Cami et al., que han encontrado bandas de color rojo en los espectros obtenidos por el telescopio Spitzer de la NASA vía satélite.
 
Este descubrimiento también hace que ciertos trabajos llevados a cabo en la Universidad Estatal de Florida sobre fulerenos endohedrales ―en los que los átomos se encuentran en una jaula de carbono― sean extremadamente relevantes para unas proporciones anómalas de isótopos observadas en meteoritos: las condritas carbonáceas. Éste es otro ejemplo de las sinergias existentes entre las ciencias terrestres y las espaciales y, en definitiva, todos estos resultados sugieren que el misterio de las DIB, que hace noventa años que dura, podría estar cerca de su solución.
 
Harry Kroto se licenció en Química en 1961 y se doctoró en espectroscopia molecular en la Universidad de Sheffield (Reino Unido) en 1964. Tras realizar estancias posdoctorales en el Consejo Nacional de Investigación de Ottawa y en los Laboratorios Murray Hill Bell, en 1966 inició su carrera académica en la Universidad de Sussex. En 1970, su grupo ya estaba investigando sobre radioastronomía y sobre cadenas largas de moléculas de carbono, unos estudios que redundaron en el descubrimiento del C60, lo cual le valió el Nobel de Química en 1996, el mismo año en que le nombraban Sir por su contribución a la química.
 
Actualmente lleva a cabo investigaciones sobre química de la nanociencia y está diseñando nuevas maneras de presentar las materias relacionadas con la ciencia, tecnología, ingeniería y matemática en Internet con fines educativos. También ha puesto en marcha el Programa Mundial de Extensión Educativa para la Ciencia, Ingeniería y Tecnología (GEOSET) (www.geoset.fsu.edu) para mejorar el nivel general de enseñanza de las ciencias en todo el mundo. En 1995, lanzó el proyecto Vega Science Trust (www.vega.org.uk) para crear películas sobre ciencia y emitirlas por televisión en el Reino Unido.
 
Kroto es miembro de la Royal Society de Londres y profesor emérito de la Universidad de Sussex (Reino Unido). También ha sido galardonado con la medalla Copley y la de la Real Sociedad de Química y cuenta con cerca de treinta títulos honorarios de universidades de todo el mundo.