Investigadores de la Universidad de Barcelona se embarcan en una nueva campaña de investigación en la Antártida

El proyecto Distantcom estudia los ecosistemas de invertebrados y las potenciales aplicaciones farmacológicas de los productos del fondo marino antártico. Foto: C. Àvila
El proyecto Distantcom estudia los ecosistemas de invertebrados y las potenciales aplicaciones farmacológicas de los productos del fondo marino antártico. Foto: C. Àvila
Investigación
(04/01/2016)

Cuando se habla de fauna antártica, se suele pensar en pingüinos o focas; pero la supervivencia de estos y del resto de animales antárticos depende de otros eslabones menos conocidos de la cadena trófica, como los invertebrados que viven en el fondo marino. El estudio de las comunidades de invertebrados marinos que forman el llamado bentos marino es el objetivo principal del proyecto Distantcom, liderado por Conxita Àvila, investigadora del Departamento de Biología Animal y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona. La investigación se propone también identificar las moléculas que intervienen en las relaciones entre estos organismos y evaluar su posible uso farmacológico. 

 

El proyecto Distantcom estudia los ecosistemas de invertebrados y las potenciales aplicaciones farmacológicas de los productos del fondo marino antártico. Foto: C. Àvila
El proyecto Distantcom estudia los ecosistemas de invertebrados y las potenciales aplicaciones farmacológicas de los productos del fondo marino antártico. Foto: C. Àvila
Investigación
04/01/2016

Cuando se habla de fauna antártica, se suele pensar en pingüinos o focas; pero la supervivencia de estos y del resto de animales antárticos depende de otros eslabones menos conocidos de la cadena trófica, como los invertebrados que viven en el fondo marino. El estudio de las comunidades de invertebrados marinos que forman el llamado bentos marino es el objetivo principal del proyecto Distantcom, liderado por Conxita Àvila, investigadora del Departamento de Biología Animal y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona. La investigación se propone también identificar las moléculas que intervienen en las relaciones entre estos organismos y evaluar su posible uso farmacológico. 

 

En diciembre ha comenzado la nueva campaña antártica de este proyecto multidisciplinar en el que, además del equipo de la Universidad de Barcelona, participan investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO) y de las universidades de Alcalá de Henares (UAH), Autónoma de Madrid (UAM) y Harvard. El equipo de investigación se ha trasladado a la base antártica Gabriel de Castilla, instalada en la isla Decepción, en el archipiélago de las Shetland del Sur, y durante tres meses estudiará la ecología química, la filogenia, la filogeografía y la ecología trófica de estos invertebrados del continente antártico. Buena parte de la campaña se desarrollará también a bordo del buque oceanográfico BIO Hespérides, en el que se muestrearán diferentes zonas de la península antártica y las islas adyacentes.

Tal como explica la profesora Àvila, «en este proyecto intentaremos conocer mejor cómo viven los animales del fondo antártico: qué relaciones tróficas tienen, es decir, quién se come a qué, qué relaciones simbióticas presentan o qué contaminantes acumulan». Además, el proyecto busca «conocer también sus relaciones de parentesco, a fin de construir el árbol genealógico de algunas especies, y qué factores han condicionado su distribución actual». Conocer esta información sobre las características ecológicas de las especies es importante; ya que, entre otras cosas, permite detectar cambios en el ambiente de forma indirecta, información que también podría ser relevante en relación con el cambio climático.

En busca de nuevos productos bioactivos

A lo largo del proyecto, también se investigará la ecología química de estos invertebrados y las potenciales aplicaciones farmacológicas de sus moléculas. «Intentaremos averiguar qué defensas químicas utilizan para repeler a los depredadores, para hacerse sitio o para mantenerse limpios y evitar que se les adhieran organismos a la superficie», señala la investigadora. «Estos productos químicos —continúa— también pueden tener una actividad biológica potencialmente útil en forma de medicamentos. Por poner un ejemplo, el compuesto que impide que se extiendan las células de tu enemigo podría servir para evitar que se desarrollen células cancerígenas».

La campaña se estructura en diferentes partes, que incluyen una fase experimental, que se llevará a cabo principalmente en la base Gabriel de Castilla, y otra fase de muestreo, en la que el equipo se embarcará en el buque de investigación oceanográfica BIO Hespérides. Para recoger muestras, deberán utilizarse técnicas de buceo con trajes secos adaptados para soportar temperaturas de hasta -1,8 grados.

«Existe un gran desconocimiento de la ecología de estos animales invertebrados, fundamentalmente por las dificultades climatológicas y logísticas que conlleva el estudio en el océano Antártico. Por este motivo, se aprovecha el verano austral, cuando la climatología es más favorable», explica Àvila, que este año vivirá su octava campaña antártica.

Distantcom es la continuación de los proyectos Ecoquim y Actiquim, desarrollados por el mismo equipo de investigación y liderados por Conxita Àvila. Este grupo de expertos de la Universidad de Barcelona y el IRBio ha hecho ya diferentes descubrimientos significativos de invertebrados marinos en la Antártida, como el primer gusano comehuesos del género Osedax, el nemertino Antarctonemertes riesgoae, con una insólita conducta reproductiva, y el anélido Parougia diapason, una nueva especie descubierta en la isla Decepción, entre otros.