Trabajos D.E.A.
2006-2007

El totalitarismo en la Revista Blanca

Autor: SCORCELLETTI, Siriana

Universidad de Barcelona, 2006-2007

Imatge de la publicació

Este trabajo pretende ilustrar, a través del análisis de los artículos aparecidos en la “Revista Blanca” entre 1923 y 1925, los elementos comunes de los regímenes “totalitarios” nacidos tras el primer conflicto bélico mundial, esto es el italiano, el ruso y el alemán. Para trazar una red de correspondencias ente dichos movimientos, nos hemos basado en los estudios de Furet por lo que a relaciones entre el fascismo italiano y el comunismo ruso se refiere y en las teorías de Mosse relacionadas con el nexo entre fascismo y nazismo dedicando un especial interés a los elementos de carácter  ideológico originados a partir de presupuestos culturales comunes.

En efecto, estamos convencidos de que, aun compartiendo la idea de que no sea posible hablar de un sólo “fascismo”, resaltando sólo las características comunes a estos regímenes, puesto que cada uno de ellos presenta características autónomas y peculiares, por otro lado es necesario individuar los elementos comunes que los caracterizan, como el de la relación “dialéctica” y “no causal” apuntada por Furet existente entre fascismo y comunismo; ambos movimientos constituyen, en efecto, una respuesta a la crisis del estado liberal. Cabe, asimismo, resaltar los elementos comunes de matriz ideológica entre fascismo y nazismo, analizados por Mosse, ambos originados a partir de presupuestos culturales cuyos rasgos comunes no pueden de ninguna manera ignorarse.

Partiendo de la idea general de que los tres movimientos totalitarios nacen como una respuesta al contexto histórico de la Gran Guerra europea y a la grave crisis política, económica, social y cultural, el examen de algunos artículos de la  “Revista Blanca” puede sin duda contribuir a aportar una mirada, no exenta de matices ideológicos bien definidos, clara y cercana de los años cruciales en que estos movimientos se afirmaron contemporáneamente en Europa.

Debiendo su nombre a “La Revue Blanche” francesa que, bajo la dirección de Alexandre Natason, tan caluroso recibimiento había dado a los exiliados españoles y tanto había colaborado en la campaña de revisión del proceso de Montjuïc de 1896, la “Revista Blanca” nace con el fin de denunciar y de solicitar la revisión, a través de sus escritos, del proceso de  Montjuïc 1896. Editada en dos épocas: de 1898 a 1905 en Madrid, y de 1923 a 1936 en Barcelona constituye, sin duda, una de las revistas más representativas del anarquismo español.

Entre sus colaboradores más asiduos, en su segunda etapa, se cuentan intelectuales tan notables como Augusto De Moncada, Solano Palacio, Max Nettlau. La revista, publicada bajo una moderada censura durante la dictadura de Primo de Rivera se publicará bajo el nombre de la compañera de Juan Montseny, Teresa Mañé, ambos naturalmente bajo diversos seudónimos.

El objetivo de la revista es, fundamentalmente, la divulgación cultural del ideal anarquista, intentando aclarar las distintas posturas existentes en el ámbito de las izquierdas, definiendo los límites entre comunismo, socialismo y anarquismo, y haciendo un especial hincapié en la importancia de la misión de los sindicatos. La revista, enteramente gestionada por la familia Montseny contiene diversas secciones y suplementos en los que colaboran, cada uno desde sus particulares sensibilidades y perspectivas ideológicas, tanto Juan y Teresa como la hija, Federica, quien tomará prácticamente el relevo de su padre en los últimos tiempos de la publicación de la misma, esto es, hacia 1935; Urales será, en efecto, tolerado hasta 1928, fecha en que será encarcelado por culpa de los artículos que alentaban el conflicto con el Comité Nacional de la CNT, pero, sobre todo por culpa de la campaña a favor de los presos. La familia, debatiéndose entre “faismo” y “pimargallismo” entrará en diversas ocasiones en conflicto abierto con la CNT, quien acusará a la familia Montseny de llevar a cabo una campaña de denigración contra el sindicalismo y los dirigentes de la CNT.

Difícil y polémica es, pues, la singular voz de esta revista, tildada a menudo de “apolítica” y siempre crítica con todas las tendencias ideológicas, como múltiples y variados los temas que aborda, desde los estrictamente políticos o ideológicos, hasta las crónicas tanto en territorio nacional como extranjero, hasta los relacionados con la emancipación femenina pasando por la inclusión de numerosas traducciones de los clásicos del anarquismo: Bakunin, Kropotkin y Proudhon.

De las múltiples secciones hemos hecho una selección de artículos divididos en tres núcleos temáticos. Los referidos a la situación política italiana entre 1923 y 1925, los relacionados con el contexto ruso y aquellos que versan sobre el ascenso del nazismo en Alemania en los mismos años. Tres realidades complejas distintas en el contexto de una misma época que nos ofrecen la posibilidad de establecer relaciones entre estos tres totalitarismos que, aparentemente, no guardan entre ellos más que una relación puramente de proximidad o coincidencia cronológica.

De este modo, es posible afirmar, con Furet, la existencia de una interrelación dialéctica entre el fascismo y el comunismo y que por ejemplo el totalitarismo italiano y el alemán puedan tomarse como las dos caras de una aguda crisis de la democracia liberal, sobrevenida con la guerra de 1914-1918. Numerosas son las raíces comunes, tanto históricas como propiamente culturales o ideológicas. Los diferentes tipos de regimenes totalitarios tienen como punto común la voluntad de poner fin a la profunda crisis en la que, tras la Primera Guerra se ha sumido el estado liberal, devolviendo la primacía a la decisión política e integrando a las masas en el partido único. Tanto Lenin como Mussolini poseen la misma pasión revolucionaria, el mismo obsesivo afán de acción, y padecen el mismo odio desenfrenado hacia los reformistas aliados de la burguesía.

El fascismo, antes de aceptar la influencia del anticomunismo, constituye un producto de las mismas pasiones que alimentan el comunismo, y como éste se muestra tan extremo en sus manifestaciones,  por ejemplo en el rechazo del parlamentarismo burgués. Y tanto en Alemania como en Italia, el  nacionalismo exasperado, nace como fruto de una “victoria mutilada”, de un sentido de frustración por una injusta paz o por el pago de un precio demasiado alto por la misma.

Para concluir este trabajo, destinado a trazar las causas que han llevado a la afirmación y a la consolidación de los “totalitarismos” tras la primera Gran Guerra, podemos sostener que la fecha de 1914 ha representado, para las tres tiranías en cuestión –esto es, la italiana, la alemana y la rusa – el punto de partida común, no tan sólo cronológico, sino fundacional en todos los sentidos para el nacimiento y la hegemonía de un solo partido en los tres regímenes.

Las fechas claves, 1917, 1922 y 1923, ilustran muy bien el proceso, puesto que éstas representan el momento en que Lenin, Mussolini e Hitler toman el poder, aunque el último lo logre definitivamente diez años después. Estas fechas, no representan, a nuestro entender, una casualidad histórica, sino que evidencian la voluntad común de reaccionar, aunque de forma distinta, a los desastres de la primera guerra, cuyo máximo culpable es identificado con el liberalismo de la clase burguesa. Por ello, creemos que deban analizares los tres fenómenos mencionados según un esquema de recíproca interdependencia sustancial y no sólo desde una perspectiva de coincidencia cronológica.