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13-11-2025

Los bosques de ribera y los nubosos son los que más carbono acumulan en la selva tropical de Nicaragua

Foto: Dr.Oscar Lanuza

En el norte de Nicaragua se extienden, según Global Forest Watch, más de cuatro millones de hectáreas de bosques tropicales, un tapiz verde que actúa como un gran sumidero de carbono. Sin embargo, no todas las zonas almacenan la misma cantidad: detrás de la etiqueta general de “bosque tropical” se esconden distintas tipologías de bosque, cada una con su propio clima, especies y diferente capacidad para retener carbono.

Un nuevo estudio publicado en Forest Ecosystems, liderado por el Dr. Oscar Lanuza, profesor e investigador en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en Managua (UNAN-Managua) y del CREAF, y con la participación del Dr. Guillermo Peguero investigador del IRBioUB y colaborador del CREAF,  ha analizado las cinco tipologías forestales más habituales en Nicaragua - bosques nubosos, de ribera, de transición, de pino-encino y bosques secos tropicales- demostrando que los bosques de ribera  y los bosques nubosos, concentran la mayor riqueza de especies y carbono, de hecho, almacenan hasta cuatro veces más carbono que los bosques secos.

“En general, hemos observado que, a más biodiversidad, más capacidad de almacenar carbono. Es el caso de los bosques de ribera y nubosos que, a pesar de ocupar menos del 21% del paisaje, son los que albergan una mayor diversidad vegetal, más especies únicas y los que más contribuyen al almacenamiento de carbono”, explica el profesor Lanuza, autor principal del estudio.

Para llevar a cabo la investigación, el equipo ha analizado 4.495 árboles de 239 especies diferentes. En concreto, se han establecido 40 parcelas permanentes de muestreo dentro del paraje protegido Miraflor–Moropotente, un área de 45.000 hectáreas que concentra una enorme variedad de ecosistemas en muy pocos kilómetros. En las parcelas, se ha catalogado cada árbol, calculado la cantidad de carbono almacenado en su biomasa aérea (copas, ramas y troncos) y aportado información de atributos funcionales –como, densidad de la madera- de más de un centenar de especies que no estaban registradas en las bases de datos internacionales. El trabajo de campo también se ha complementado con imágenes de satélite y modelos de aprendizaje automático para estimar de manera más precisa el total de carbono presentes en la biomasa aérea y en el suelo del área de estudio.

Cinco tipologías de bosque tropical

Respecto a la clasificación de los bosques, el estudio describe los bosques nubosos que se extienden en las zonas altas y húmedas de las montañas, siempre envueltos en niebla y cubiertos de musgos, helechos y grandes árboles. En esta zona la diversidad es enorme y se encuentran en promedio hasta 30 especies de árboles en una sola parcela.
Los bosques de ribera que crecen junto a los ríos y otros cursos de agua temporales o intermitentes, con vegetación frondosa y un suelo fértil y húmedo que favorecen una alta diversidad de especies, “estos bosques retienen ligeramente más que los nubosos, casi un 5% más”, añade Lanuza. Aquí la variedad de especies es aún mayor, ya que en cada parcela encontramos 45 especies de árboles de media. 
Entre los valles secos y las zonas montañosas altas se despliegan los bosques de transición, que mezclan especies de ambientes secos y húmedos y retienen alrededor de un 40 % menos carbono que los ribereños, pero más que los secos. En las laderas más frescas y elevadas se encuentran los bosques de pino-encino, dominados por unas pocas especies de coníferas y robles, que almacenan alrededor de un 65% menos del carbono presente en los bosques de ribera. Y en las zonas de altitud más baja, con un ambiente más soleado y estacionalmente árido, crecen los bosques secos, con menos vegetación y con una capacidad de almacenamiento 75% menor que los de ribera y nubosos.

Políticas de conservación más afinadas

El estudio advierte que los modelos climáticos globales suelen subestimar el papel de los bosques tropicales al tratarlos como ecosistemas uniformes, “a menudo se habla del bosque tropical como si fuera uno solo, pero hay una enorme variedad: desde bosques de pinos y robles hasta selvas húmedas. Reconocer esta diversidad es clave para diseñar estrategias de conservación más efectivas y para que los modelos climáticos representen mejor la realidad”, finaliza Guille Peguero, coautor del estudio profesor de la Universitat de Barcelona, investigador del IRBio-UB e investigador adscrito al CREAF.

De hecho, Global Forest Watch apunta que el bosque tropical en Nicaragua experimenta 140 mil hectáreas de pérdida de bosque anual el 2025. Según el equipo, es más urgente que nunca diseñar políticas que lo protejan de manera efectiva, salvaguarden su biodiversidad y las funciones que nos aportan a las personas, como la captura de carbono atmosférico.

Este estudio ha sido posible gracias al financiamiento recibido por la Fundación Franklinia. "En países del sur global como Nicaragua, a menudo es difícil acceder a fuentes de financiamiento que ayuden a promover tanto el conocimiento del medio como su conservación. Este proyecto no solo ha ayudado a estos dos objetivos, sino que ha fortalecido los vínculos de colaboración que históricamente ha tenido la UNAN-Managua con el CREAF y con universidades catalanas como la UB o la UAB", concluye Guille Peguero.


Artículo de referencia: Lanuza, O.R., Descals, A., Espelta, J.M., Peñuelas, J., & Peguero, G. (2025).
Variation of above-ground tree biomass and soil carbon stocks across neotropical forest types. Forest Ecosystems. DOI: https://doi.org/10.1016/j.fecs.2025.100386

Adaptado de la fuente original: CREAF