Correcciones disciplinarias contra el espíritu democrático

La constitución del SDEUB tuvo lugar el 9 de marzo de 1966 en el convento de los Capuchinos de Sarrià.
La constitución del SDEUB tuvo lugar el 9 de marzo de 1966 en el convento de los Capuchinos de Sarrià.
Institucional
(11/03/2016)

El Boletín Oficial del Estado del 15 de septiembre de 1966 recogía varias «correcciones disciplinarias» contra los protagonistas del episodio histórico conocido como la Capuchinada, un punto de inflexión en la oposición al franquismo. Entre ellas figuraban las «inhabilitaciones para cursar estudios en todos los centros docentes» y la «expulsión perpetúa» de determinadas escuelas universitarias de estudiantes que habían participado en la asamblea constitutiva del Sindicato Democrático de Estudiantes de la Universidad de Barcelona (SDEUB) y de profesores que se solidarizaron con ella. Ahora, en el 50 aniversario de estos hechos, la Universidad de Barcelona ha querido revocar formalmente estas sanciones académicas como acto de reconocimiento a los que participaron en aquella movilización democrática.

La constitución del SDEUB tuvo lugar el 9 de marzo de 1966 en el convento de los Capuchinos de Sarrià.
La constitución del SDEUB tuvo lugar el 9 de marzo de 1966 en el convento de los Capuchinos de Sarrià.
Institucional
11/03/2016

El Boletín Oficial del Estado del 15 de septiembre de 1966 recogía varias «correcciones disciplinarias» contra los protagonistas del episodio histórico conocido como la Capuchinada, un punto de inflexión en la oposición al franquismo. Entre ellas figuraban las «inhabilitaciones para cursar estudios en todos los centros docentes» y la «expulsión perpetúa» de determinadas escuelas universitarias de estudiantes que habían participado en la asamblea constitutiva del Sindicato Democrático de Estudiantes de la Universidad de Barcelona (SDEUB) y de profesores que se solidarizaron con ella. Ahora, en el 50 aniversario de estos hechos, la Universidad de Barcelona ha querido revocar formalmente estas sanciones académicas como acto de reconocimiento a los que participaron en aquella movilización democrática.

La constitución del SDEUB, que tuvo lugar el 9 de marzo de 1966 en el convento de los Capuchinos de Sarrià —ante la imposibilidad de llevarla a cabo en los espacios universitarios—, reunió a cerca de quinientos estudiantes, todos ellos delegados de sus respectivas facultades, acompañados por un grupo de profesores no numerarios y con el apoyo capital de intelectuales que se quisieron sumar al movimiento estudiantil, como Jordi Rubió, Antoni de Moragas, Antoni Tàpies, Salvador Espriu y Raimon Obiols, así como los profesores expulsados de la universidad Agustín García Calvo y Manuel Sacristán. Cuando, después de un par de días de rodear el monasterio, la policía irrumpió en el edificio, todos los reunidos fueron detenidos y llevados a comisaría, con la excepción de Jordi Rubió y Salvador Espriu, a causa de su edad y estado de salud. Hubo sanciones para todos, tanto gubernativas —en forma de detenciones y encarcelamientos— como de tipo académico, que son las que ahora revoca la Universidad de Barcelona.

Paralelamente, un grupo de 68 profesores no numerarios envió al Ministerio de Educación un telegrama en el que pedían el cese del rector García Valdecasas y el reconocimiento del SDEUB. La reacción de las autoridades no se hizo esperar, y todos fueron expulsados de la Universidad. Carles Santacana, profesor de Historia Contemporánea de la UB y autor del capítulo correspondiente al período 1954-1975 del libro La Universitat de Barcelona. Libertas perfundet omnia luce. 1450 (Publicacions i Edicions de la UB), señala que hasta ese momento solo se había producido la expulsión de un docente en la Universidad de Barcelona: la de Manuel Sacristán. También en este aspecto, la Capuchinada supuso un punto de inflexión: «La editorial Planeta acogió a algunos profesores expulsados, otros participaron en una experiencia de estudios superiores llamada EISA», explica. En cuanto a los estudiantes, tuvieron que dejar los estudios un tiempo; «aunque alguien continuó en la Universidad de Navarra, que era privada», apunta Santacana. «La gran mayoría, sin embargo, pudo terminar sus estudios», continúa el historiador. Hay que tener presente que, además de estas sanciones académicas, hubo otro tipo de represalias, como las detenciones en comisaría. Asimismo, todos los testigos masculinos explican que, al hacer el servicio militar, sufrieron que en su expediente militar figurase su participación en la Capuchinada.

Evidentemente, aparte de estas consecuencias personales para los que participaron en ella, la asamblea de constitución del SDEUB tuvo amplias repercusiones sociales. Entre ellas destaca una insólita manifestación de sacerdotes en protesta contra los malos tratos a uno de los estudiantes detenidos en la creación de la Mesa Redonda de apoyo a los sancionados, que fue la primera plataforma unitaria de fuerzas antifranquistas. Dentro de la universidad, tras la Capuchinada se produjo una radicalización del movimiento estudiantil, paralela a nuevas acciones represivas por parte de las autoridades académicas.

Más allá de las sanciones y el impacto social de los hechos, está la huella que dejaron en sus protagonistas. En el acto que ahora, cincuenta años después, ha celebrado la Universidad de Barcelona, han dado su testimonio personal dos de los participantes en la asamblea constituyente del SDEUB: el catedrático Ramon Torrent, miembro de la Junta de Delegados del SDEUB que organizó y presidió la asamblea, y Mariona Petit, profesora de instituto y delegada de la Facultad de Ciencias para el curso 1967-1968. Petit valoró de este modo las consecuencias que tuvo todo el proceso para ella: «Creo que a mí, y a todas las personas que participamos, no en la Capuchinada en concreto, sino en el movimiento que supusieron los tres años de vida del SDEUB, la experiencia nos marcó. Como decía un compañero, la experiencia supuso una huella que llevamos encima: espíritu de servicio, generosidad y altruismo, voluntad de hacer el “trabajo bien hecho”, espíritu democrático, responsabilidad, capacidad de diálogo y un cierto sentido crítico que con mayor o menor fortuna hemos intentado ir ejerciendo».