7-10 NOVEMBRE 2012

Facultat de Geografia i Història - Universitat de Barcelona

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  • Dimecres 7/11/2012

    Dijous 8/11/2012

    Divendres 9/11/2012

    Dissabte 10/11/2012

    Dijous 8 de Novembre de 2012, 16:00h

    El Barrio Chino en los años 30:Arquitectura o Revolución

    Celia Marín Vega (Universitat Politècnica de Catalunya, España)

    Profesora Asociada en el Departamento de Composición Arquitectónica de la Escuela Superior y Técnica de Barcelona; Grupo de Investigación en Arte, Estética y Antropología del Espacio

    Abstract

     

    A principios del s. XX y hasta la dictadura de Primo de Rivera en Barcelona se sucedieron muchas manifestaciones y huelgas, fenómenos como el pistolerismo, quema de conventos y otros ataques caracterizados como anarquistas que ponían en jaque a la llamada sociedad civil. Estas pequeñas revoluciones, lejos de paralizarse, con la llegada de la 2ª República se multiplicaron y arreciaron debido a que las desigualdades sociales seguían allí: falta de vivienda, alto nivel de paro, pésimas condiciones laborales, etc. Es decir, mientras unos (gobernantes) creían haber llegado a un estado óptimo y por lo tanto de pausa y paz otros seguían creyendo que la rueda de la revolución no había hecho más que comenzar y debía continuar rodando.

     

    En 1931 se aprobaba la Ley de defensa de la República, que sería substituida en 1933 por La Ley de Orden Público y ése mismo año se aprobaba la Ley de Vagos y Maleantes. Éstas venían a proporcionar un marco legal para lo que hasta ahora habían sido detenciones gubernativas y pretendía poner orden y control a una población cada vez más inflamable. Es también en 1933 cuando los miembros del GATCPAC hacen público su proyecto para la nueva Barcelona y de reforma del Barrio Chino (el barrio más conflictivo de toda la ciudad…sino de España). De este modo, leyes y arquitectura se ponían a servicio del estado en un intento de regulación y redibujado de la ciudad con el fin de crear algo ordenado, higiénico, seguro, pacífico y controlado en el que el conflicto no tuviera lugar.

     

    En una visión a la inversa, es decir desde la prohibición y la regulación, se puede recrear la imagen que tenían los poderes fácticos (gobierno y medias) de los “peligrosos”. Una visión en la que las luchas sociales, manifestaciones y las huelgas se presentaban como ataques directos al orden establecido y se igualaban a otros delitos como el tráfico de drogas o problemas “morales” como la prostitución y los espectáculos eróticos. De modo que todo desviamiento de lo normal era criminalizado llegando en algunos casos hasta soluciones cómicas como, por ejemplo, la censura del Carnaval de 1935 por temor a una revolución urbana.