Ser o no ser

Francis García Collado

Heidegger, Martin. Pensamientos poéticos. Traducción de Alberto Ciria, Barcelona: Herder, 2010, 470 páginas.

Una amplia representación de la filosofía está empeñada en reducir la palabra “ser” a su uso verbal, a mera cópula o predicado; mientras que para otros dicho término remite a la pregunta originaria de la metafísica. El origen de esta última posición se remonta a la interpretación del conocido fragmento del poema en hexámetros de Parménides, correspondiente al periodo griego antiguo, en que la diosa Alétheia abre la vía hacia la verdad (alétheia) y hacia el Ser (Tò Èón). Diversas traducciones, más o menos acertadas, mediante la interpretación de esa fórmula: “Tò Èón” (lo que es) siguieron la senda a una diferente concepción del Ser, alejada de la forma atributiva, para sentar las bases entre el ser y la existencia; lo que para Heidegger corresponde a la diferencia primera entre lo ontológico y lo óntico y que el filósofo alemán expresó en Ser y tiempo.

Ya sea que dejemos a un lado las consideraciones relativas al uso copulativo de lo que en la actualidad es un concepto filosófico, el Ser o que omitamos la pertinente atribución al poema de Parménides de dicho vocablo que en la actualidad se usa ampliamente en filosofía, son dos las cuestiones que nos resultan innegables llegados a este punto: la primera se refiere al uso histórico del Ser como un concepto filosófico, cualquiera que sea su raíz; y la segunda, que Heidegger recurrió al método de escritura de Parménides para expresar sus Gedachtes, expresión que Alberto Ciria, traductor de la obra, ha llamado “Pensamientos poéticos”.

La característica principal de este tipo de escritos es que omiten las construcciones discursivas complejas y eluden el uso de frases y proposiciones enunciativas, para así acercar al lector, al lenguaje críptico y oscuro que es propio de Parménides o de Heráclito. Esto se pone de manifiesto en la forma de los textos, que parecen poesías de verso breves, pero que el autor ya se encargó de señalar en «¿Por qué los textos “pensamientos poéticos”?» (p. 400) que en ningún caso son poemas.

Por tratarse de un autor al que, tres décadas de su muerte, se lo persigue por su pasado filo-político nazi, nadie piense que la presente publicación pretende redimirlo acercándonos a su faceta más tierna. Que la obra contenga cartas a amigos, a la que era su novia y más tarde sería su mujer u otros textos de índole privada, podrían confundir la intención de la obra, haciendo pensar al profano que por fin alguien nos muestra el rostro más tierno de Heidegger en la forma de un joven normal y más tarde un anciano entrañable. Nada de eso. La presente publicación en castellano (que la obra no haya sido publicada en edición bilingüe es, quizá, su único defecto) resulta imprescindible para el lector del filósofo alemán, pues es el continente de toda la filosofía del autor. Y es que la difícil comprensión de su obra, puede terminar desviando la atención del lector perezoso hacia los tópicos más ramplones.

El lector menos versado en la obra del que fue profesor en Marburgo y Friburgo preferiblemente deberá dejarse llevar por los dictados pseudopoéticos que componen la obra y leerlos con la fruición con la que lee un amante de la filosofía los fragmentos de los presocráticos; y no sería descabellado que ése fuera el objetivo de estos Pensamientos poéticos.

La jerga heideggeriana se desenvuelve, como no podría ser de otro modo, dejando un reguero de cadáveres conceptuales que sólo un espíritu avezado o un conocedor de su obra podrá ir desgranando sin cometer demasiadas tropelías al amparo de la égida de la academia. El volumen cuenta con gran cantidad de aclaraciones y fragmentos en griego que contentarán al más erudito y enervarán al más práctico. Sin embargo, su uso pertinente termina por añadir un mayor valor al conjunto de los textos de una obra dividida en cuatro, en la que se dan la mano desde los primeros escritos del joven Heidegger hasta sus pensamientos postreros. Ser, tiempo, mundo, camino, desapropiamiento, muerte, angustia, verdad, habitar, poesía, palabra, hombre, lenguaje… estos no son más que unos cuantos conceptos a los que el lector deberá dar cabida y comprensión a la hora de abarcar esta obra.

Quien se sienta impelido a adentrarse en la maraña conceptual del autor deberá armarse de paciencia. Pero a diferencia de lo que sucede con las obras al uso de Heidegger, en esta ocasión, el lector tendrá la sensación de estar cerca de los primeros ecos de la palabra. Y a bien seguro le resultará mejor dejarse llevar por el pastoreo de la diferencia y escuchar con atención el silencio del ser que se manifiesta en los pensamientos, dado que para llevar a buen término dicha tarea, va a tener que abandonarse a la obra y dedicar un lapso que cabría arrebatarle al fluir constante de estos tiempos tan y tan veloces y que al buen lector (permítanme emitir un juicio de valor) le llevarán o bien a conocer el resto de obras de Heidegger o a releer algunas de éstas.

Para quien considere que el Ser no es más que un error filosófico-lingüístico o bien que es algo más que la cópula del verbo homónimo, tal vez le baste con aquellos primeros versos del poema de Benedetti “Ser y estar” donde el poeta escribió:

Oh marine
oh boy
una de tus dificultades consiste en que no sabes
distinguir el ser del estar
para ti todo es 
to be (…)

Para aquellos que se consideren herederos de toda una tradición filosófica centrada en la idea del Ser, en la quidditas, o simplemente para los más curiosos, Pensamientos poéticos puede leerse como un consejo del autor:

Jamás aceches a la comprensibilidad.
Presta oídos, en su dictado,
sólo a la diferencia del ser. (p. 200).

Al final, a uno no le queda más que quedarse postrado de hinojos ante una variante de la conocida sentencia de Shakespeare: ¿Ser o no Ser?

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