La división epistemológica del mundo en Oriente y Occidente estructura el mapa según un eje de diferencia cultural. Esta, que suele entenderse como monolítica e inamovible, se articula desde una asimetría de poder que confiere al llamado Occidente la potestad de representar al Otro, ese Oriente que, sin voz, se contempla y se construye desde una mirada impregnada de tópicos de exotismo y barbarie. Así, Occidente crea Oriente y en su visión de la diferencia absoluta respecto a él se define también a sí mismo, imponiendo una percepción del Otro que lo reduce y simplifica, y que al mismo tiempo legitima siglos de distancia, prejuicios y pretensiones (neo)coloniales.
La omnipresencia del discurso sobre el este como Otro propició el arraigo de una visión orientalista en el imaginario europeo. Esta tradición, si bien a veces con nuevas formas, continúa nutriéndose de los mismos tópicos que le permiten comprender y construir al Otro. En la época de la globalización, el discurso orientalista sigue funcionando, y a las herramientas decimonónicas de su difusión —pintura y literatura— se suman nuevos canales, como el cine y, más recientemente, las series de televisión y de plataformas como Netflix o HBO.
En estas producciones confluyen tanto narraciones de carácter histórico que se inspiran en acontecimientos reales como aventuras de personajes ficticios en universos imaginarios. En este sentido, el género fantástico puede parecer inocuo en tanto que claramente ficticio, pero en esta aurea de aparente irrealidad reside su peligro como vector ideológico.
Aunque no todas las producciones hagan alusiones directas a territorios reales, pueden recrear los clichés orientalistas y evocar los ecos de la dicotomía este-oeste. Así, sagas como El señor de los anillos y la más reciente Juego de tronos apelan a ese imaginario ya enraizado de qué es Oriente, dónde está y cómo son su cultura y su gente. Su representación invariable del este como la amenaza, lo exótico y lo salvaje no causa extrañeza porque sus espectadores y seguidores consumen los tópicos orientalistas con la confianza que inspira el discurso conocido e interiorizado.
En esta entrada nos centraremos en cómo Juego de tronos, una serie que ha batido récords de audiencia en la plataforma HBO y que durante años ostentó el primer puesto entre las más pirateadas, se nutre de un discurso orientalista clásico y continúa reproduciéndolo a través de sus tramas, personajes y geografías. Por supuesto, como cabe esperar, los siguientes párrafos están llenos de spoilers. [Llegeix més…]