Carlos Castilla del Pino. In memorian.

castilladel-pinoCARLOS CASTILLA DEL PINO

Amigo Carlos te has ido pero no nos has dejado. Para muchos permaneces, no como simple recuerdo, sino en todas aquellas lecciones que han quedado integradas en nuestros caminos existenciales, en nuestras sensibilidades sociales y políticas, en nuestros quehaceres intelectuales. Cuando se te evoca se habla del psiquiatra, por supuesto maestro psiquiatra,  pero mucho más que un psiquiatra, o quizás mostrando que para ser un buen psiquiatra hay que ser más de lo que se entiende convencionalmente como tal. Tú  partiendo del microscopio seguías con el gran angular y sus sucesivos zooms. Esta ha sido la primera gran lección, no sólo para el psiquiatra sino para todo científico social, pues, pese a algunos profesionales, compartíamos el convencimiento de que, con sus particulares perspectivas, también psicología y psiquiatría son ciencias sociales ya que, no casualmente, sino causalmente el individuo es social. Así, como tu veías individuos, te encontraste con la antropología, con la sociología, con la historia, sin renunciar un sólo ápice al rigor en la consideración de los aspectos biológicos (más allá del reduccionismo farmacológico) y de los aspectos sociales.  Afirmaste más de una vez “Las enfermedades mentales no pueden desligarse de la medicina, pero tienen una dimensión social” Investigaste, reflexionaste y publicaste también desde la antropología, el ensayo social y político. Aportaste análisis y reflexión sobre lo inmediato del vivir de los sujetos, al estilo de las preocupaciones variadas de Simmel. Publicaste, entre otros temas, sobre depresión, humanismo, ensayos sobre la mujer, la mentira, el error, la intimidad, el silencio, la envidia, los celos, la extravagancia, la sospecha, los sentimientos, el odio, etc. Esta consideración poliédrica del objeto de tu investigación y del tratamiento, ha valido también para ti mismo como sujeto. Recuerdo que muchos jóvenes de nuestra generación, ajenos a los saberes psiquiátricos en pleno franquismo, cuando venías a Barcelona íbamos a tus conferencias, como íbamos a las de Aranguren, sabiendo que incluso cuando hablabas de patología, el destilado era además casi siempre social y, con frecuencia, político. Tu militancia nada silenciosa en la izquierda hizo que el franquismo te marginara y reprimiera. Pese a tu indiscutible excelencia académica y tu profesionalidad en la práctica de intervención iniciada en 1949, no conseguiste la cátedra hasta 1983. Incluso 8 años después de la muerte del referente de tu segregación académica!. Tu entereza ética personal y científica también supuso dificultades entre algunos sectores de tus colegas. La estructura “para-eclesial” de significativos sectores de psicoanalistas no toleraban que hablaras o escribieras sobre psicoanálisis siendo ajeno a las órdenes y congregaciones y a sus correspondientes rituales. Tampoco resultabas siempre cómodo a otros sectores por tu “atrevimiento” de introducir la perspectiva social, cuando “lo social” todavía no era moda en la práctica o la retórica psiquiátrica.

Efectivamente no nos dejas, además de lo que ya algunos hemos podido integrar de tus enseñanzas y ética, quedan tu prolífica y valiosa producción escrita, quedan las actividades de la Fundación y del “Aula Castillo del Pino” de la cual, perdona la inmodestia, participé en su creación, fui vocal del primer Consejo y responsable de coordinación del Aula con el Instituto Andaluz de Salud Mental, obteniendo el privilegio de gozar de tu amable proximidad. IMPOSIBLE OBLIDARTE

Ignasi Pons