Lletra de dona és un espai de publicació i difusió de ressenyes d'obres escrites per dones, dins els àmbits tant de la creació literària (narrativa, teatre, poesia, assaig, autobiografia) com de la teoria crítica.
“Y allí estaba ella, sonriendo, los brazos descubiertos, el cuerpo expuesto. Rápidamente repasó en la memoria las veces que ella, a impulsos del amor, le había dicho pastel, casi con deseo de comérselo.” (144)
Ja ha quedat clar que no me’n vaig ensortir, m’he quedat sense casa sense dents sense mobles i sense la meva dona. Però el pardal és aquí sencer, dur com una mala cosa, la llengua també, i vaig llepant la figueta de l’Eulália, el foriol, i ella fa un crit fi, dur, un fuet, un os.
El vicario me dijo que una mujer no puede tener dos hombres. Que debe ser solo del esposo. Me dijo todo esto cuando yo fui a confesarme para el casamiento. Habló de una tal fidelidad o felicidad. Es una palabra que se parece a mi nombre. Que la tal fidelidad valoriza a las mujeres. (458)
Aquells que naixeran després de nosaltres, en aquest món on els cants no són sinó ranera, llançaran un sospir cap a mi, que estimava amb angoixa profunda, cap a tu, oh Desig meu. En el demà, que la sort fila i trena, els éssers futurs no ens oblidaran. Els dies onejants que la claror matisa, les nits de perfum eternitzaran els nostres estremiments, la nostra ardent força i el nostre bes.
A qui té una bona matèria de què tractar, li sap molt de greu no fer-ho bé. Escolteu, senyor, que Maria us parla de coses del seu temps. La gent ha de lloar aquells que fan benparlar de si mateixos. Ara bé, quan en un país sobresurt un home o una dona de gran valor, els qui tenen enveja de les seves qualitats sovint en diuen ignomínies.
¡No me hables cuando estoy al teléfono, Juan, que me da mucha rabia! Es el señor Miravet, que ha llamado su difunto suegro y su mujer se ha desmayao y está en el hospital con un shock. Señor Miravet, escuche, mi opinión es que su suegro pudo dar finalmente con esa vía de comunicación y, como hombre formal que era, cumplir la última promesa que le hizo a su hija.
Habéis empujado hacia mí estas piedras. Me habéis amurallado para que me acostumbre. Pero aunque ahora no pueda ni intente dar un paso, ni siquiera proyecte fuga alguna, ya sé que es por allí por donde quiero ir, sé por dónde se va. Mirad, os lo señalo: por aquella ranura de poniente.
“ya he caído en hablar de mis cosas y no puedo parar; pero antes de seguir, diré para mi descargo que no le doy valor a lo que cuento por tener relación con mi historia personal, sino en cuanto estos hechos privados tejen el proceso que me ha traído a entender las cosas de una determinada manera.”
Y no olvides una cosa -le dijo miss Lunatic-. No hay que mirar nunca para atrás. En todo puede surgir una aventura. Pero ante las ansias de la nueva aventura, hay como un miedo por abandonar la anterior. Plántale cara a ese miedo.
Las chicas sin novio andaban revueltas a cada principio de temporada, pendientes de los chicos conocidos que preparaban oposición a notarías. Casi todas estaban de acuerdo que era la mejor salida de la carrera de Derecho, la cosa más segura. Otras, las menos, ponían algunos reparos.
Y la noche, como todo lo que nombrabas, se convertía en personaje de cuento. Era el duendecillo Noc, lo sentías revolotear con sus alas irisadas y negras, bajar dulcemente hasta ti, hasta tu boca abierta, y meterse en tu cuerpo.
Solo sé que al alba, me desperté. Que, como el primer día de mi llegada a la isla, la luz gris perlada del amanecer acuchillaba las persianas verdes de mi ventana. Tenía los ojos abiertos. Por primera vez no había soñado nada. Algo había en la habitación como un aleteante huir de palomas.
Sintió que la ira le invadía. Era una oleada de odio hacia el soldado, tan fuerte como el júbilo que había sentido sobre el caballo desbocado. Todas las humillaciones, las envidias, todos los temores de su vida confluyeron en aquel odio inmenso. Se levantó tambaleándose y echó a andar ciegamente por el bosque ya oscuro.
Tenía en gran estima el otro objeto que había añadido a la colección, la bellota grande; pero siempre que la miraba se quedaba triste y perpleja. - Amelia, ¿qué significa esa bellota? - le preguntó el primo Lymon. - Ya lo ves; es sólo una bellota - contestó Miss Amelia -. No es más que una bellota que cogí la tarde en que murió papá. - ¿Cómo dices? - insistió el primo Lymon. - Digo que no es más que una bellota que vi en el suelo aquel día. La cogí y me la guarde en el bolsillo. No sé por qué. - Vaya una razón para guardarla - dijo el primo Lymon.
Bien, señoras ideas, pasen ustedes al salón de actos. Usted sí, usted es una dama respetable, admitida en la buena sociedad. Usted no, señorita. Usted es subversiva... [...] Usted es inmoral... Divertido, sí señor, pero inmoral... Si quiere que le diga la verdad -acérquese un poco- puede usted pasar al salón, siempre que se disfrace honestamente.
"No te creas que tienes el monopolio de la transexualidad. También yo de niño soñaba como tú con ser una mujer [...] Es un tormento, un suplicio continuo. Llegó un momento en que solo tenía dos posibilidades ante mí: o me suicidaba o vivía de mujer."
A pesar das ruínas e da morte, Onde sempre acabou cada ilusão, A força dos meus sonhos é tão forte, Que de tudo renasce a exaltação E nunca as minhas mãos ficam vazias.