5.9.2. Funciones de la territorialidad: Identidad personal y grupal

Como se viene apuntando, una de las funciones de la territorialidad humana es la de comunicar y gestionar el sentido de identidad personal. Este aspecto es también atribuible a la identidad grupal. Edney (1976) especifica que el sentido de identidad de grupo puede surgir del hecho de que las personas comparten el mismo lugar, lo que fomenta vínculos sociales, como han demostrado también Cortés y Aragonés (1991), Valera y Pol (1994) y Valera (1997). Los principales aspectos relacionados con esta función son la personalización, el apego al lugar, la apropiación, la señalización y el espacio defendible.

LA PERSONALIZACIÓN, EL APEGO AL LUGAR y LA APROPIACIÓN . La identidad, en cierto sentido, depende de la habilidad para ocupar y señalizar un territorio como propio (p. ej., la acción de decorar nuestra habitación con elementos que reflejen nuestra personalidad y doten de significado al área como nuestra). Se trata, en suma, del fenómeno de la personalización. 
 

Más propia en territorios de cierta permanencia en la vida de la persona -primarios principalmente, aunque también puede darse en secundarios- la personalización de los territorios es una forma de comunicar a los demás el sentido de identidad (McAndrew, 1993).A través de ésta se siente más “propio” el territorio, “nos pertenece más” y se comunica a los demás quién es uno, es un reflejo de los propios intereses, actitudes y valores. La personalización de un territorio puede incrementar los sentimientos de apego a éste y favorecer las impresiones del propio self en los demás.

Pero la personalización del territorio influye tanto en la identidad personal como en la grupal. Oxley, Haggard, Werner y Altman (1986) y Brown y Werner (1985) han expuesto como la decoración exterior de la vivienda puede aumentar el contacto con los vecinos y profundizar el apego al vecindario. Estas aportaciones se relacionan con otros conceptos próximos a la personalización del territorio como la apropiación del espacio, el apego o sentimiento de pertinencia al lugar (attachment to place) y el sentimiento de “estar en casa” (home turf). Altman (1975) observó en un equipo de fútbol que las ventajas de “jugar en casa” consistían en la familiaridad, el soporte de la gente y el bienestar y la seguridad proporcionadas por este hecho, ventajas similares a los sentimientos de relajación y control hallados por Edney (1975) y Martindale (1971). Por otra parte, el término de apropiación del espacio implica parte de los conceptos relacionados con la personalización citados aquí, pero va más allá. Para Korosec (1976) la apropiación es un proceso temporal y dinámico de interacción del individuo con su medio externo. Este punto será objeto específico de atención en el TEMA 10 de esta misma UNIDAD 3.

LA SEÑALIZACIÓN y EL ESPACIO DEFENDIBLE. La señalización, igual que la personalización, supone una forma de distinguirse de los demás. Sin embargo, la personalización suele referirse más a la decoración de los territorios primarios o secundarios -con una relativa permanencia o longitud temporal-, mientras que la señalización se refiere a la defensa de nuestra afirmación de una parte de un territorio público (p. ej., “nuestro” asiento en un cine). El sentimiento de “distintividad” que supone la ocupación de un territorio es también una manifestación de la identidad (distintividad) personal o grupal. De esta forma esta “identidad territorial” o diferenciación del territorio permite a la persona identificarse consigo mismo y también con las demás (Valera, 1997; Valera y Pol, 1994).

En cuanto a la señalización algunas investigaciones se han centrado en hallar el tipo de señales utilizadas y su eficacia. Sommer (1969), en un estudio ya clásico en una biblioteca, halló que en condiciones de baja densidad cualquier señal es eficaz para evitar una ocupación del territorio, mientras que en situaciones de alta densidad, lo son las señales de carácter personal. Este argumento también puede ser relacionado con la función de organización social del territorio.

Edney (1972) observó grandes diferencias entre propietarios de casas que utilizaban señales claras (carteles de "no pasar") y quienes no las utilizaban. En esta línea se halla también el desarrollo del concepto de espacio defendible (Newman, 1972, 1980) que ha permitido mostrar diferencias entre territorios en los cuales es menos probable la invasión. Brower, Docket y Taylor (1983) sugieren que la gente interpreta la presencia de rasgos de espacio defendible y signos territoriales como conductas y actitudes territoriales más pronunciadas por parte de los ocupantes y como una disuasión de posibles invasiones. En suma, la eficacia de los rasgos territoriales depende -además de la calidad física inherente y del significado simbólico- del contexto social en el cual es percibido.