8.2.3. Otros modelos transaccionalistas

Siguiendo la línea apuntada por Lazarus y colaboradores, otros modelos apuntan el estrés ambiental como el resultado del significado que la persona introduce en una determinada situación ambiental.

Así, siguiendo el esquema que presentamos, aquello que modula la situación de estrés no es tanto la persona o sus características o cualidades individuales, ni tampoco la variable o situación ambiental con sus características físicas. Siendo, desde luego, todo ello importante para el tema que nos ocupa, la definición de una situación de estrés radica en la relación específica que, en un momento y contexto determinados, se establece entre la persona y la variable o situación ambiental. Así pues, la definición de una situación como molesta, inoportuna, inadecuada, innecesaria, amenazante o peligrosa por parte de la persona es motivo suficiente para que un determinado conjunto de variables ambientales provoquen estrés. Esta definición a la que aludíamos está, por supuesto, directamente vinculada al significado asociado a la situación y ese significado tiene, a su vez, una amplia base de tipo social o cultural.

Por ejemplo, como veremos un poco más adelante, el ruido, en tanto que sonido productor de estrés, no es sino una emanación sonora (variable ambiental) no deseada (relación específica) por la persona. Pero esa misma variable y esa misma persona pueden establecer otro tipo de relación en otro contexto que no necesariamente debe conducir a una interpretación de la situación como estresante.

En ciertos momentos un cierto tipo de música puede resultar molesta puesto que puede distraernos, por ejemplo, en un contexto de estudio, mientras que esa misma música puede producirnos alegría o excitación en momentos más lúdicos.

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