Acaba de publicarse el volumen Ex-patria: Pensamiento utópico en las literaturas del exilio y la diáspora, editado por Icaria y dirigido por Maria Siguan y Mònica Rius. En él se recogen artículos que, desde el análisis literario, pretenden dar forma a reflexiones diversas sobre cómo el concepto de utopía se relaciona con el exilio y la diáspora. El libro se divide en cinco apartados: “Pensamiento utópico y exterritorialidad”; “La herencia del siglo XIX. Luces y sombras de la revolución francesa”; “Espacios de libertad en el lenguaje”; “Habitar en los márgenes: lugares y no-lugares de lo utópico” y “Tiempos de lo utópico: la restitución del pasado”, divisiones que apuntan a la complejidad que resulta de la intersección de estos conceptos. Las experiencias diaspóricas y de exilio suelen pensarse en conexión con un tiempo pasado, al que los sujetos desplazados están atados mediante sus recuerdos –ya sean individuales o colectivos, vividos en primera persona o heredados en el marco de la comunidad familiar. En este sentido, las editoras nos recuerdan que exilio y diáspora significan destierro, pero también “destiempo”. Ex-patria pretende incorporar otra dimensión temporal al estudio de los textos literarios que documentan experiencias concretas de exilio y diáspora, situando “los discursos de futuro y el pensamiento utópico” como ejes relevantes a la hora de pensar estas contribuciones literarias.
Entendidas como signos de una sociedad en crisis, las utopías no sólo señalan la evidencia de una crisis, sino que son en sí mismas reacciones ante ella. Por ello, analizados desde las realidades específicas en las que se sitúan, los textos de exiliados del siglo XX o de las diásporas del siglo XX y XXI –que, en este volumen, pertenecen a los contextos alemán, español y árabe– ofrecen un mayor entendimiento de los regímenes totalitarios que, en Europa, empujaron a millones de personas a distintos desplazamientos poblacionales y también de cómo la configuración de los espacios que conforman los mundos árabes está atravesada por distintos tipos de movimientos –de población, pero también lingüísticos y culturales. Los textos a partir de los cuales surgen los estudios recogidos en Ex-patria también pertenecen a diferentes géneros y nos permiten pensar la ficción, la filosofía, la poesía y la traducción en conexión con lo expuesto anteriormente. Así, por ejemplo, Linda Maeding parte de los textos de Hannah Arendt para articular una revisión del concepto de “apátrida” de la filósofa desde la figura del migrante más contemporáneo. Golda van der Meer analiza la poesía yiddish para pensar el exilio como espacio cultural y, haciéndose eco de las ideas de George Steiner, contempla el texto literario como patria para aquellos sujetos que se entienden como exiliados. Marisa Siguan concibe la ficción, y más concretamente las autoficciones de Max Aub y Herta Müller, como herramienta que permite testimoniar y emprender la búsqueda de verdades que han sido acalladas por los discursos hegemónicos.
Mención especial merecen las contribuciones de los miembros de Calitme: Mònica Rius, Abdallah Tagourramt El Kbaich y Erica Consoli. Además de como editora, Mònica Rius colabora en el volumen con un texto que analiza la novela Bruklyn Haits (Brooklyn Heights, 2009) de la egipcia Miral Al-Tahawy desde la idea de intopía, un enfoque que entiende la literatura como territorio que permite transformaciones identitarias. Abdallah Tagourramt analiza la obra del también egipcio Tahtawi El oro de París y la influencia que ésta supuso para la nahda, “un movimiento cultural llevado a cabo por los intelectuales egipcios para hacer frente a las corrientes intelectuales europeas de la actualidad decimonónica con el objetivo de aprender lo mejor de ellas.” La traducción de textos franceses, entendida casi como un ejercicio antropofágico, permitió a Tahtawi un conocimiento profundo del “otro” occidental, que, unido a la resurrección del pasado cultural arabo-islámico que también debe facilitar la traducción, hace posible el fortalecimiento de la identidad arabo-islámica. Por su parte, Erica Consoli estudia la actividad poética de la generación actual de mizrahíes, judíos árabes “orientales” –por oposición a los judíos árabes europeos, “occidentales”– y nietos de los primeros migrantes, y analiza de qué modo su construcción identitaria, así como su producción literaria, representa una “desviación” con respecto a la identidad israelí normativa y al canon literario que la vertebra, lo que pone de relieve “el fracaso de ciertos ideales utópicos, como son los que promulgaba el sionismo”. Consoli apunta que estos poetas también habitan en el margen físico en Israel, en lo que se conoce como “ciudades en desarrollo”, herederas de los campos de tránsito, y es desde el margen desde donde los poetas mizrahíes deciden proponer su particular ejercicio de reescritura histórica, puesto que revindican una cultura, la árabe, que en Israel está silenciada y sin la cual es, sin embargo, imposible entender la historia judía.
Desde este blog os animamos a leer Ex-patria y a pensar el exilio y la diáspora también desde la utopía.