BPA y embarazo: diabetes para ti y para tus hijos

Las etiquetas «Libre de bisfenol A», «BPA-Free», «Sin bisfenol» y similares se han convertido en una especie de sello de calidad del producto que las exhibe, especialmente en recipientes y productos infantiles. Pero, ¿qué es el bisfenol A (BPA)? El bisfenol A fue identificado el 1936 como un estrógeno sintético: un compuesto sintetizado en el laboratorio que es capaz de imitar los efectos de los estrógenos. Estos últimos son hormonas con diferentes efectos en el organismo, aunque se las relaciona principalmente con el ciclo menstrual y el embarazo. El bisfenol A está relacionado con estas hormonas desde que en 1936 se demostró su efecto estrogénico.

Sin embargo, actualmente se usa de manera generalizada en la producción de plásticos. El Bisfenol A es la molécula base para sintetizar el policarbonato (ampliamente usado en recipientes que contienen alimentos y líquidos) y las resinas de las latas de conservas. Además, se utiliza como plastificador en muchos tipos de plásticos de uso común como el PVC. Es además el principal componente del papel térmico que se utiliza en los recibos de la compra.

Muchos biberones están hechos de policarbonato y pueden contener BPA (Pexels)

Con el tiempo se comprobó que el bisfenol A es capaz de desprenderse de estos recipientes y, por tanto, de encontrarse en las bebidas y alimentos que consumimos. De hecho, un estudio afirmó haber detectado bisfenol A en la orina del 92,6% de los estadounidenses. Otros estudios han encontrado este compuesto en la sangre, pero también en el líquido amniótico, en la placenta o en la leche materna, lo que indica su capacidad de pasar de la madre a la descendencia.

Los trabajos sobre los efectos adversos del BPA se centraron inicialmente en su capacidad cancerígena y en su acción sobre la capacidad reproductiva. Durante la última década se extendieron a otras patologías relacionadas con el desarrollo del sistema nervioso, alteraciones en la función de la glándula tiroides y en la diabetes mellitus, obesidad y enfermedades cardiovasculares. La acción del BPA y otros disruptores endocrinos se da mayoritariamente cuando la exposición afecta durante el embarazo, afectando el desarrollo fetal. Este es el periodo de mayor vulnerabilidad, tanto para el feto como para la madre. Existen numerosos estudios realizados en animales en los que se analizan los efectos sobre el desarrollo fetal y las consecuencias que tienen para el fenotipo en la vida adulta. Mucho menos conocidos son los efectos adversos que pueden provocar en las madres a lo largo de su vida después del parto.

Estructura química del bisfenol A (Wikimedia Commons)

La investigación del grupo del doctor Nadal se centra en el estudio de la exposición a disruptores endocrinos, principalmente el BPA, en la etiología de la diabetes mellitus de tipo 2. Pero, ¿por qué la diabetes? El embarazo conlleva alteraciones muy importantes, no solo a nivel anatómico o fisiológico (como los cambios hormonales), sino también a nivel metabólico. En este sentido, uno de los cambios más evidentes se da en el metabolismo de la glucosa, principal nutriente del crecimiento del feto o de la producción de leche. Los niveles de glucosa en la sangre durante el embarazo tienen que ser más elevados para poder dar respuesta a estas nuevas necesidades. Este incremento de glucosa en sangre se da tanto por un aumento en su producción, como por una disminución de su captación por parte de tejidos como el muscular o el adiposo. Ambos factores facilitan una mayor disponibilidad de glucosa al feto.

Los efectos de los disruptores químicos endocrinos en el organismo humano (Flickr)

Los tejidos incorporan glucosa de la sangre en respuesta a la insulina. Como órgano, si detectas insulina en sangre, respondes captando glucosa. Durante el embarazo, el músculo y el tejido adiposo son menos sensibles a la acción de la insulina es decir ; se vuelven resistentes a la insulina (situación muy parecida a la que se da en la diabetes de tipo 2). Para compensar todos estos cambios, el páncreas de las mujeres embarazadas incrementa su producción de insulina a través del aumento del número de las células beta del páncreas que son las encargadas de secretar la insulina. Cuando este ajuste pancreático falla, no se produce suficiente insulina, y los niveles de glucosa en sangre se disparan. En esta situación, nos encontramos ante una diabetes gestacional.

El desarrollo de la resistencia a la insulina de los tejidos periféricos parece estar relacionado con los cambios hormonales que se dan en el embarazo. Así, el aumento de estrógenos durante la gestación influye tanto sobre la síntesis como sobre la secreción de la insulina en páncreas. Siendo el BPA un estrógeno sintético, ¿podría estar relacionado con la diabetes gestacional? En los trabajos del grupo del doctor Nadal las hembras de ratón gestantes tratadas con BPA durante 8 días de su embarazo (en esta especie suele durar 19 días) presentan, efectivamente, signos de diabetes gestacional: altos niveles de glucosa en sangre, resistencia a la insulina y un mayor peso. Estos efectos se daban durante el embarazo y se volvían a observar cuatro meses después del parto. A partir de los cuatro meses estos signos no disminuían, sino que aumentaban. Es decir, el tratamiento con BPA alteraba el metabolismo de la glucosa de las madres más allá del propio embarazo.

Este efecto no se observaba en hembras no gestantes tratadas con BPA. Por tanto, el bisfenol A altera el metabolismo de la glucosa solo en las condiciones hormonales que se dan durante la gestación. Asimismo, el BPA afectaba claramente a la descendencia: los hijos varones de las madres tratadas presentaban un cuadro diabético al llegar a la edad adulta (6 meses de edad): mayores niveles de glucosa y resistencia a la insulina. Estos efectos no se observaban en las hijas. Al ser el bisfenol A un estrógeno sintético, quizás afecte más al sexo que presenta menores niveles de estrógenos (los machos).

Al hilo de estas investigaciones, uno de los aspectos a tener en cuenta cuando se analizan los resultados de estudios de toxicidad es la concentración a la que se utilizan las sustancias. Por este motivo muchas veces la alarma social frente a un estudio de toxicidad puede ser injustificada, ya que el estudio se realiza con concentraciones del compuesto mucho más elevadas que las que pueda consumir una persona e, incluso, de las recomendadas por los organismos competentes. A dosis exageradas, todos los compuestos son nocivos. ¿Nos hallamos ante un artículo de estas características? ¿Los efectos observados se deben a cantidades exageradamente elevadas? En absoluto.

Las administraciones regulan la cantidad máxima de muchas sustancias para evitar, precisamente, que se puedan desarrollar los efectos adversos de su uso masivo. En este sentido, la agencia estadounidense FDA recomienda 50 μg/kg/día de BPA por persona. El estudio del grupo del doctor Nadal se realizó con una cantidad 5 veces menor (10 μg/kg/día), concentración que se puede encontrar en el ambiente. Así, los resultados son relevantes porque se dan a concentraciones habituales, por debajo del umbral de las recomendaciones oficiales. Estas recomendaciones se adaptan continuamente a raíz de los resultados experimentales que se van acumulando. A este respecto, la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) anunció recientemente la inclusión del bisfenol A en la lista de sustancias altamente preocupantes.