5.3.1. Interacción y organización social

La privacidad contribuye al mantenimiento o regulación de la interacción social y de la organización y estructura de grupos y sociedades a partir de una triple función:

Regulación de la interacción

Altman (1975) destaca que una de las funciones psicológicas de la privacidad es regular la interacción entre una persona o grupo y su mundo social.  Esta regulación permite la planificación de la interacción, el análisis de las estrategias más idóneas para llevarla a cabo y la evaluación de ésta a medida que se desarrolla.Por ejemplo, Maxine Wolfe y colaboradores (Laufer, Proshansky y Wolfe, 1976; Laufer y Wolfe, 1977; Wolfe y Laufer, 1975), en sus estudios con niños, han corroborado la importancia de la regulación de las interacciones interpersonales (controlar el acceso espacial o evitar ser molestado, por ejemplo) para la experiencia cotidiana de la privacidad.

Gestión de la interacción

Entendido como función, este aspecto implica, como señala Westin (1967), el establecimiento de una comunicación limitada y protegida, en un determinado grado, en una situación de interacción. Implícita en esta idea, según recoge Pedersen (1997), se encuentra la capacidad que ofrece la privacidad de establecer vínculos de confianza con otras personas, a la vez que la no revelación u ocultamiento de información permite establecer una adecuada distancia psicológica con respecto a los demás.


Orden y estructura grupal/Social

Otra de las funciones de la privacidad es proporcionar a las personas recursos para poderse mantener dentro de estructuras grupales imprescindibles para su desarrollo. Así, la posibilidad de adquirir satisfactoriamente privacidad puede ser fundamental para mantener relaciones grupales necesarias pero, a veces, conflictivas como pueden ser, por ejemplo, las tensiones habituales en una relación de pareja. Por otra parte, la privacidad -o mejor, las distintas posibilidades de conseguirla- también contribuye a mantener las diferencias de estatus social propias de las estructuras y funcionamiento grupal. En este sentido, autores como Schwartz (1968) o Derlega y Chaikin (1977) hacen notar cómo el estatus socioeconómico mantiene una función directamente proporcional con la adquisición de privacidad. En el punto   abordaremos con más profundidad esta cuestión.

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