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La pandemia acentúa la brecha digital

La brecha digital se suma a factores sociales

En marzo de 2020 se convocó por videoconferencia una reunión mundial en la que participaron 73 países representados por altos funcionarios de la educación. Según los datos publicados por la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), la brecha digital en el inicio de la Covid-19 afectaba a 363 millones de alumnos en todo el mundo, de los cuales 57,8 millones eran de enseñanza superior. A consecuencia de ello, uno de cada cinco estudiantes de primaria y secundaria no asistieron a clases, y uno de cada cuatro tampoco lo hicieron en la enseñanza superior. A raíz de esta situación, el Departament d’Educació de la Generalitat de Catalunya organizó un cribaje para saber qué niños tenían esos inconvenientes y poder ofrecerles una solución.

Montse Hernández, profesora del Instituto Arraona de Sabadell, explica que, durante la primera fase de la pandemia, les hicieron contactar con las familias de esos niños para dotarlos de ordenadores y wifis móviles: «En mi centro, que probablemente es una realidad pequeña y que no corresponde a la globalidad de lo que ha sucedido en Cataluña, los alumnos que han tenido ese tipo de problemas y con los que se ha podido contactar, se han solventado. Por lo menos desde el punto de vista técnico». Pero hubieron casos en los cuales fue imposible contactar con las familias porque nadie contestó al teléfono y los servicios sociales tampoco podían ir a ver qué ocurría porque no se podía salir.

La brecha digital no es el único factor de esta ecuación para tener en cuenta: la brecha social también es un obstáculo que se tiene que superar. A menudo, las circunstancias socioeconómicas complicadas provocan que los niños tengan poco o ningún seguimiento en casa: «Niños que no tienen seguimiento paterno los hay cuando hay pandemia y cuando no la hay», apunta Hernández. Incluso pueden surgir circunstancias en las que los niños pueden sufrir de violencia doméstica: «En mi centro ha habido y los hay. La pandemia ha sacado a la luz todas estas diferencias sociales», concluye.

Algunos estudiantes no pueden acceder a las clases online por la brecha digital // Foto: Canva

Jorge Martínez, profesor en el Instituto Francisco de Goya de Barcelona, explica que hay algunos alumnos que no pueden permitirse ciertos gastos, por lo que recurren a ayudas económicas proporcionadas por el Departament d’Educació. Por ese motivo, en el momento del confinamiento «toda la ESO estaba cubierta a priori, porque ya contaban con dispositivos individuales, puesto que, en lugar de libros de texto, usaban licencias digitales de las editoriales». Su experiencia, por tanto, «no ha sido negativa en absoluto», apunta.

A principios del curso lectivo 2020-2021, el instituto preguntó a los alumnos de bachillerato si disponían de ordenador individual y wifi en casa, y el 100% respondieron de manera afirmativa: «Nos estamos planteando, de cara a otros años, que también en bachillerato se utilice ordenadores individuales y eliminar los libros en papel».

La llamada brecha digital en la educación no es algo nuevo. Es una realidad con la que muchos estudiantes llevan conviviendo desde hace tiempo. Las particularidades socioeconómicas de cada hogar son infinitas. Hay casos en que las familias no pueden permitirse un dispositivo electrónico, otras que tienen un mínimo o nulo acceso a internet y otras tienen que compartir un único dispositivo entre todos los miembros de la vivienda. Según una encuesta territorial sobre TIC en los hogares realizada por el Institut d’Estadística de Catalunya (Idescat), en 2019, casi el 15% de los domicilios en Cataluña no tenía ordenador y el 6% no tenía acceso a internet. Al mismo tiempo, la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social de ese mismo año se situaba en 23,6%, dato que supone un aumento considerable en comparación a años anteriores. A pesar de encontrar entidades como Cibervoluntarios, que ya ponía de manifiesto estas situaciones de brecha digital, la llegada de la Covid-19 solo ha hecho que incrementarla.

La pandemia obligó a varios ámbitos de la sociedad a adaptarse a un nuevo panorama y la educación ha sido uno de los sectores que ha sufrido más cambios: se ha remplazado la presencialidad en las aulas por las clases online y ha crecido el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), un acceso que no siempre está garantizado. Según el Informe de políticas: La educación durante la COVID-19 y después de ella, publicado por la ONU en agosto de 2020, a mediados de abril del mismo año, el 94% de la población mundial estudiantil se vio afectada por el cierre de las instituciones educativas. Será necesario observar cómo los efectos de las medidas tomadas durante la pandemia repercuten en el desarrollo y la continuidad de la salud educativa de los países.

Fotografía de encabezado: Aula de escuela. Fuente: Creative Commons

Soc estudiant de Comunicació i Indústries Culturals a la Universitat de Barcelona. Penso que la labor periodística és una altra forma d'aprendre a aprendre.

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