General Ressenya

Rosalía: pop, actitud y Motomami

En mayo del 2015, cuando tenía 22 años de edad y todavía era alumna de la Escuela Superior de Música de Cataluña, Rosalía subió su primer video a YouTube. Un clip grabado sin mayores aspavientos con el móvil, donde aparece interpretando al piano el clásico de Frank Ocean, “Thinkin bout you”. Esta era una práctica frecuente de la catalana: ensayar las canciones que iba descubriendo, registrarlas con el móvil y luego repasarlas. Entenderlas, perfeccionarlas. Esta rutina fue una de las tantas virtudes académicas que trasladó a su carrera musical; primero, en su disco debut Los Ángeles (2017) y, después, en su celebradísimo álbum El Mal Querer (2018): ambos trabajos marcados por una voraz curiosidad en el flamenco.

Con esos dos discos en la mochila, Rosalía volvió a recurrir a Frank Ocean. Lo hizo en el 2021, cuando había dejado de ser esa joven estudiante de Sant Esteve Sesrovires que se grababa en clases y que tenía las ilusiones intactas en palos, fandangos y bulerías. Su súbito estrellato y ascenso en la industria musical cambió todo contexto: aunque seguía viendo al músico estadounidense como fuente de inspiración artística, él ya no era ese personaje inalcanzable, ese póster en el dormitorio. Ahora era un colega y quien la guiaría en su nuevo proyecto discográfico: Motomami (2022).

La dirección creativa del disco estuvo a cargo de la propia Rosalía. La fotografía estuvo a cargo de Daniel Sannwald. / Foto: Sony / Columbia Records

Ocean es uno de los tantos nombres del firmamento pop que, de alguna u otra manera, forman parte del universo Motomami. Aunque no participó activamente en la producción y creación
del disco –a diferencia de Pharrell Williams, James Blake, The Weeknd y El Guincho–, Rosalía comentó a la revista Vice que, cuando tuvo un bloqueo creativo debido al encierro y la pandemia, «Frank me dijo que me abra el mundo como una nuez». Si bien esta parece una frase mínima, obvia, para ella fue un recordatorio de lo que quería conseguir con este trabajo: redescubrirse a sí misma, como artista y como mujer.

La epifanía fue tal, cuenta la catalana, que meses después esa frase gatilló la composición de
“Saoko”, la canción inicial del disco y quizás la mejor lograda. Esta no solo marca el rumbo lírico de Motomami (incluye versos ya convertidos en mantras en las redes sociales: «Yo soy muy mía, yo me transformo / fuck el estilo, fuck el stylist»), si no también su pauta musical (el single se sostiene en un contundente riff de sintetizador, un ritmo dembow, un pasaje de free jazz al piano y samples fugaces de su propia voz). Minimalismo y experimentación; los cimientos sobre los que construyó los otros quince tracks.

Porque en Motomami Rosalía nos ha dejado en claro su renovada inquietud artística, su necesidad de seguir explorando. Si bien el flamenco sigue teniendo un lugar crucial en ese proceso creativo (como lo manifiesta en “Bulerías”), ella no piensa quedarse encasillada en ningún estilo. «Esto no es El Mal Querer», canta, por ejemplo, en “G3 N15”. «No basé mi carrera en tener hits, tengo hits porque yo senté las bases», añade en “Bizcochito”. Y, con esas premisas, desdibuja cualquier frontera musical desde la bachata (“La fama”), el reggaetón (“Chicken Teriyaki”), el art pop (“Hentai”, “Candy”, “Como un G”, “Delirio de grandeza”), la electrónica (“CUUUUuuuuuute”), el neoperreo (“Diablo”, “La Combi Versace”) e, incluso, el spoken word (“Abcdefg”).

Este año la catalana ganó el premio a Mejor Álbum con Motomami en Los 40 Music Awards. En el 2019 fue galardonada como Mejor Artista. / Foto: SER Comunicación / Creative Commons

Pero “Saoko” sigue siendo el tema clave del disco, no solo por su letra y música, sino también por su videoclip. Allí se nos revela el significado de Motomami; un término que Rosalía acuñó para rendir tributo a las figuras femeninas que marcaron su vida: su madre y su abuela. Ambas fanáticas de las motos, libres en cualquier camino, y vestidas de actitud y chaquetas de cuero. Según la catalana, el prototipo de lo que deberían ser las mujeres del siglo XXI: empoderadas, imperturbables y, a la vez, humanas, vulnerables. Un trayecto emocional en el que ella misma se embarcó años atrás, cuando se abrió al mundo al subir ese primer video a YouTube, y que hoy la ha transformado en todo un icono de la música actual: en sinónimo de pop.

imatge destacada: Con Motomami, Rosalía se ha consolidado como un fenómeno mundial del pop. En las primeras 48 horas del lanzamiento del disco, fue en la artista femenina más escuchada de España en Spotify. / Foto: Sony Music

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