AIMEZ-VOUS BRAHMS?

Mi madre solía repetir esta frase, tal cual, en francés. Expresaba así un inconfundible espíritu romántico que más tarde se revelaría trágico. Ponía nombre a una afición que no todos comparten, porque amar la música de Brahms no es algo unánime y, no obstante, es un gusto que permite identificar a los románticos serios.

(Brahms es muy serio.)

Pero la frase decía algo más. Aimez-vous Brahms? es el título de una película de Anatole Litvak, protagonizada por Ingrid Bergman, Yves Montand y Anthony Perkins. Bergman es Paula, una decoradora de cuarenta años que comparte su vida con un hombre de sentimientos inestables (Montand) hasta que de pronto conoce a un norteamericano (Perkins) mucho más joven que ella. Yo era demasiado inexperto entonces para descubrir que la recurrencia a la frase en boca de mi madre guardaba una clave oculta: era la confesión de su propio adulterio. Visto desde la distancia que permiten los años transcurridos y mi propia experiencia, hay que admitir que mi madre no era muy original en cuanto al adulterio pero sí lo era a la hora de escoger cómo confesarse…

Me acuerdo de todo eso tras escuchar la Lerchengesang, el op. 70 de Brahms, en un delicadísimo arreglo donde la voz es sustituida por el violoncello.

Moi aussi j’aime Brahms. Il me fais la compagnie…

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