UN AIRE MELANCÓLICO (III)

(Piensa en una buena noticia, en un par de zapatos nuevos. Piensa en un abrazo, en la Via Giulia o en el sabor del café. Los pensamientos a veces se espesan, se ponen agrios o se fragmentan.)

[…] Está fresco, la luna resplandece, el cielo está sin nubes – no vale la pena vivir.
(Nietzsche CM, VII, 2, 16 [88]

No. Es verdad. No vale la pena vivir. La trascendencia es función requerida porque, en el fondo, “no vale la pena vivir”. Así, si estamos seguros de que vamos a trascender, esta desdichada certidumbre parece que no nos hace tanta mella. Pero qué consuelo…

(A veces incluso Nietzsche puede llegar a estropearlo todo.)

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