ANTÍDOTO (II)

Quién pudiera hacer como Werther, y ante el peligro del resentimiento y la envidia, decir siempre de un adversario o un competidor: "Es el mejor hombre de cuantos existen bajo el cielo, merece todo mi respeto".

M. Brusatin, en su Historia de los colores (trad. Rosa Premat, Barcelona, Paidós, 1986 p. 35) nos relata cómo los judíos establecían un orden moral a partir de las piedras preciosas y sus colores, en paralelo al que debían ocupar sus pontífices. Según ellos el crisólito, con su amarillo oro, se asocia por cromatismo contra la envidia. Observando crisólitos varios, encuentro muchos que no aguardan ese amarillo oro y en cambio se alumbra en ellos un verde cercano al de las esmeraldas. El verde esmeralda, asociado como color al antídoto.

–Eso necesitas tú: el contraveneno, el antídoto, pharmakon.

El antídoto que nos falta. Pero no va a aparecer. No.

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