ABDICAR

Un estudiante me pide que precise las referencias de unos poemas de Emily Dickinson que he citado en clase. Abro la edición Faber de los Complete Poems para anotar los datos que me pide y de pronto doy con esto

Me from Myself – to banish –
Had I Art –
Impregnable my Fortress
Unto All Heart –

But since Myself – assault Me –
How have I peace
Except by subjugating
Consciousness?

And since We’re mutual Monarch
How this be
Except by Abdication
– Me – of Me?

(Dickinson, The Complete Poems, 318–319)

Yo había leído infinidad de veces observaciones prosaicas y llenas de jerigonza filosofante más o menos infectada de freudismo acerca del Yo dividido, el sujeto clivado –por usar el galicismo que encanta a los pedantes–, o la S barrada de Lacan, etc. Había aprendido que en la llamada “crisis del sujeto” el descubrimiento del inconsciente destruye para siempre la pretendida unidad del sujeto pensante, la posibilidad de una certeza cartesiana y de la felicidad, porque el yo nunca estará del todo en condiciones de controlar sus experiencias; pero nunca había dado con una descripción tan perfecta sobre el drama de esta división entre yo y uno mismo, entre el sujeto y la consciencia de sí, entre la experiencia y el saber.Voy a destrozar los versos de Dickinson con una traducción impertinente para tratar de abordar toda la sabiduría que encierran. Dickinson se pregunta cómo hacer para sacar –más exactamente, banish, deportar– el yo de la experiencia de uno mismo. Quiere que su núcleo más íntimo se convierta en una fortaleza inexpugnable unto All Heart, es decir, que sea a prueba de emociones; pero enseguida comprende que no está a salvo expulsando al yo de la experiencia de sí misma, porque es ésta la que se lanza al asalto de aquél a través de la consciencia. En esta guerra permanente que tiene lugar dentro de ella (y de cada uno de nosotros) no puede haber paz si no imponemos un yugo a la fastidiosa consciencia. ¿Pero se puede someter a la consciencia, se puede dejar de pensar? Asimismo, ¿cómo llegar a semejante estado si es imposible concebir un pensamiento sin sujeto?

Y aquí llega la solución propuesta por esta mujer extraordinaria: tras admitir que el yo y la consciencia de uno mismo, las dos instancias del sujeto dividido, reinan la una sobre la otra, solo una abdicación de la una en favor de la otra (Me – of Me) traerá la paz. Solo si consigo dejar de ser yo mismo –el que es– en el yo que piensa, alcanzaré la paz.

El poema parece que esconde un consejo: renuncia entonces a entender lo que eres, o bien escoge una vía ascética, cualquiera que sea, para lo que te resta de vida. Y no fastidies más.

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