LOS AMANTES (II)

Hölderlin fue especialmente preciso al observar que la despedida que se dispensan los amantes, cuando dejan de quererse y se separan, tiempo después vuelve a unirlos en el “lugar del adiós”. Que el amor y el adiós y el olvido, convergen en un mismo momento tardío de incontenible lucidez y desesperanza.

Pero no fue el único en reconocerlo, no señor.

En la letra de una maravillosa canción, entonada como nunca por el mejor Frank Sinatra en los años sesenta, se habla de la misma experiencia:

I saw you last night and got that old feeling
When you came in sight, I got that old feeling
The moment that you danced by, I felt a thrill
And when you caught my eye, my heart stood still

Once again I seemed to feel that old yearning
Then I knew the spark of love was still burning
There’ll be no new romance for me, it’s foolish to start
‘cause that old feeling is still in my heart.

Y es significativo que su autor, un judío ruso naturalizado norteamericano llamado Louis Bronstein, con toda seguridad nunca leyó los poemas de Hölderlin; y no obstante eso no le impidió reparar en la misma experiencia.

Cuando dos almas tan distintas se encuentran de este modo único, a través de los siglos, su coincidencia (o su inexplicable sintonía) es siempre emocionante.

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