DIDO Y ENEAS

Todas las historias de amor tienen un parecido de familia, lo que me hace sospechar que en ellas hay encerrado, en alguna capa muy profunda del sentido, un juego. Extraigo de la Wikipedia el resumen de la triste historia de amor de Dido y Eneas, en la versión fabricada en su momento por Virgilio:

Huidos de una patria arrasada, los troyanos llegan a Cartago desviados de su rumbo hacia Italia a causa de la tempestad provocada por la diosa Juno. Allí los recibe su reina, Dido, a quien el caudillo Eneas solicita hospitalidad. Venus –madre del héroe–, para que ésta acceda y no lo traicione, envía a Cupido con la misión de que la enamore de Eneas. Dido había jurado mantenerse fiel a su difunto marido Siqueo, pero nada puede hacer alentada por su hermana Ana y rendida por la intervención de Cupido (que se sienta en su regazo adoptando la forma de Ascanio –hijo de Eneas– para poder clavarle sus flechas).

A instancias de Juno, Venus acuerda con ella propiciar que Dido y Eneas se casen y reinen juntos en Cartago. Juno así lo desea por el rencor que arrastra contra los troyanos desde el famoso Juicio de Paris y la Guerra de Troya (de este modo se vengaría consiguiendo que Eneas nunca llegue a fundar la que en el futuro será la gloriosa estirpe romana). Venus, sabiendo cuál es el verdadero destino de su hijo, finge aceptar el trato para que los favores de Dido allanen el reavituallamiento de la flota troyana. Así pues, Juno manipula los acontecimientos para que en Cartago se organice una cacería, durante la cual se desata una tormenta que obliga a Dido y a Eneas a cobijarse en una cueva. Esa noche yacen juntos, momento a partir del cual se solazan largamente en los placeres del amor. Ante el retraso que ello ocasiona, Júpiter envía a Mercurio para que le recuerde a Eneas que no son esos los designios del hado, sino que debe partir hacia Italia. El héroe, pese al dolor que le ocasiona, obedece la voluntad divina y deja Cartago. Tremendamente desconsolada y ofendida, Dido intenta olvidarlo con ayuda de su hermana, pero no puede. Es por eso que decide suicidarse maldiciendo el abandono de Eneas. Desde ese momento arranca el histórico odio de Cartago hacia Roma.

En el posterior capítulo VI de la Eneida, cuando Eneas desciende al Infierno con ayuda de la Sybilla de Cumas, la encuentra vagando por los Prados Asfódelos, entre los muertos por amor. Comprendiendo entonces que la reina había cometido suicidio a su partida, trata de explicarle con gran pesar que él no quería abandonarla, que los dioses habían labrado así su destino; pero el fantasma de Dido parece no poder escucharle y continúa su absorto camino tras la sombra de Siqueo.

La historia tiene una peripecia y una razón. Hay en su desarrollo cortejo y seducción, un encuentro erótico y la consiguiente pasión. Rige en ella además una causalidad que la hace funesta: se comete una traición despiadada que genera en Dido un inconsolable desengaño y su suicidio por amor; pero su verdadero desenlace trasciende el marco del vínculo amoroso para mostrar que ninguna de las circunstancias terribles de un amor malhadado tiene ni consuelo ni reparación.

La tradición ha rescatado sobre todo la peripecia del amor romántico de Dido y Eneas, pero es otro el juego de la Eneida porque Virgilio no es un trovador. La clave escondida de este relato es la transformación del amor en odio, que es necesaria, fatal e irredimible.

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